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‘La bala’ Alba

El lateral va de área a área en 14 segundos para dar un pase de gol

Nadia Tronchoni
Alba avanza con la pelota ante Luis García.
Alba avanza con la pelota ante Luis García.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

Le llaman la bala. Y demostró por qué el miércoles en el Calderón. Jordi Alba, aquel niño menudo que iba para delantero, jugó de extremo y terminó como lateral, corre la banda como pocos. Lo hace en el sentido más literal. Como si de un velocista se tratara. “Vuela”, resume Iniesta. “Si se pone a correr no lo pillas ni en broma”, apunta Piqué. Y eso hizo en el partido de vuelta de los cuartos de la Copa ante el Atlético. Su velocidad es tal que participó de una misma jugada en las dos áreas. Pasó de la defensa al ataque en un tris: interceptó un chut de Griezmann con el brazo en el área (infracción que el árbitro no consideró) y, unos segundos más tarde, dio la asistencia de gol para que Neymar apuntara el tercero en la cuenta del Barça.

Alba recorrió unos 95 metros en tan sólo 14 segundos para completar otro contragolpe del equipo dirigido por Luis Enrique. El tiro de Griezmann se estampó en el codo de Alba y el balón lo acunó Rakitic, que se encargó de sacarlo del área; el croata se lo dio a Messi, en el centro del campo, y este encontró receptor: de nuevo Alba, que controló en el pico del área pequeña y cruzó a la derecha para Neymar —“Nadie está obligado a gustar a nadie”, apuntó ayer en Instagram, a cuenta de la polémica por sus filigranas.

No hay escenario en el que Alba se sienta más cómodo que en ese en el que gana el fútbol vertical. En el Calderón fue el jugador que más participó en el juego

Aquella jugada, con la que los azulgrana dictaron la sentencia que les permite plantarse en las semifinales de la Copa, define el tipo de juego que Luis Enrique dispuso sobre el tapete. Puestos a combatir la agresividad del Atlético y el desinterés de Simeone por la posesión de la pelota, qué mejor que pelear con sus mismas armas. No quedó ni rastro del Barcelona que empequeñecía cuando los partidos enloquecían, ni asomo de ese equipo incapaz de armar una contra. Hace unos años se contaban las jugadas según el número de pases brindados antes de hacer gol. En el Manzanares el Atlético se rindió ante un Barça que ha puesto en marcha la economía del pase: cuantos menos toques sean necesarios para llegar a la portería, mejor.

Se vio ya con el primer gol: Messi se apropió del balón en campo propio, Suárez recibió en el centro del campo y filtró un pase en profundidad para Neymar. Gol. El brasileño estuvo a punto de culminar una jugada más minimalista todavía: sacó Ter Stegen, ese portero que es una delicia con los pies, y la pelota cayó ante el delantero, que arrancó en carrera y batió a Oblak. El tanto no subió al marcador porque el árbitro estimó fuera de juego.

Con Luis Enrique el equipo del toque y la posesión metió dos goles al contraataque, pero pudieron ser tres. No hay escenario en el que Alba se sienta más cómodo que en ese en el que gana el fútbol vertical. El miércoles fue el jugador que más participó en el juego, con 80 pases buenos (92 en total), 12 balones recuperados (el que más), 11 perdidos (también el que más) y 11 despejes (sólo uno menos que Piqué); dio un centro, dos asistencias y recibió tres faltas. Hasta se atrevió con un regate. Lo que para Iniesta, más de la pausa y el toque, del control y la posesión, es un ambiente hostil, donde apenas huele el cuero, para Alba, la bala, un polvorilla, es el paraíso.

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Sobre la firma

Nadia Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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