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El fuego apagado de Cristiano

El goleador del Madrid, que hizo 179 remates en los primeros 19 partidos que jugó la temporada pasada, ha caído a 109 en esta En el club lo relacionan con su declive físico

Diego Torres
Cristiano, ante el Atlético
Cristiano, ante el AtléticoClaudio Álvarez

La estampa de Cristiano en el Calderón reflejó la pequeña tragedia deportiva que aqueja al Madrid: siete jugadores alrededor del área de Casillas y tres descolgados en campo rival, entre ellos el propio Cristiano, pegado a la raya, esperando a que el equipo le llevara el balón. Esperó toda la tarde. Esperó sin apenas recibir un pase con ventaja. Esperó porque prefirió no moverse, no bajar, no acudir en ayuda de sus compañeros en el mediocampo. Permaneció acechante como suele hacer desde hace meses, preparándose exclusivamente para la aceleración y el gol, dosificándose, cuidando su cuerpo para que no se desgaste. Cuidando su rodilla izquierda, pasto de una tendinitis que amenaza con paralizarle de dolor desde hace un año.

Los remates expresan la actividad de un atacante. Cristiano multiplicó su frecuencia de tiros progresivamente a lo largo de toda su carrera. Especialmente en los últimos años. Disparó 132 veces en los 19 primeros partidos que disputó en la Liga 2011-12; 141 en la 2012-13; y 179 en 2013-14. Fue el cénit. Hasta que se declaró la tendinitis, oficialmente en marzo de 2014. Entonces el fuego atómico comenzó a quedarse en fogata. De 179 remates ha caído a 109 este curso. Sesenta tiros menos en 19 jornadas disputadas por el portugués (se perdió una por lesión y dos por sanción) son demasiados. Según la información médica que maneja el club la causa puede ser el declive físico. El hombre cumplió 30 años. La tendinitis es señal de un desgaste inexorable.

Cristiano es el mayor productor de goles de la historia del Madrid desde Puskas y su ritmo anotador no ha disminuido significativamente. Esta temporada suma 28 goles en Liga (ocho de penalti). Pero su forma de jugar ha variado. Ya no baja tanto a recibir. Se mueve menos. Se comporta como un nueve. Es más eficaz. Más palomero. Mientras haya compañeros capaces de servirle balones, él hará desmarques y goles. Pero si esos asistentes están de baja, como ocurre con Marcelo, Modric o James, el equipo no elabora y los puntas se quedan aislados. El problema se acentúa cuando el Madrid enfrenta a adversarios fuertes. Los hinchas deben hacer un esfuerzo para recordar la última vez que Cristiano completó un gran partido ante un gran equipo.

Los últimos goles con valor de victoria que hizo ante un rival importante fueron el 0-1 y el 0-2 que permitieron al Madrid eliminar al Atlético de la semifinal de la Copa, en la vuelta en el Calderón, hace exactamente un año. Antes hay que remontarse al 26 de febrero de 2013, cuando eliminó al Barça con dos goles en otras semifinales de Copa. Y más allá, al 1 de diciembre de 2012, cuando metió el 1-0 ante el Atlético en Liga. No hay más. Por el camino, en un espacio de más de dos años, el Madrid ha jugado Ligas, Copas y Champions con el Bayern, el Borussia, el Atlético y el Barça a lo largo de más de 20 partidos. Ahí, las apariciones verdaderamente decisivas de Cristiano fueron raras. Su influencia tampoco resultó trascendental fuera del área.

En el último derbi Cristiano remató una sola vez, y desde fuera del área. Moyá paró sin esfuerzo. El problema debería alarmar a los técnicos del Madrid porque Cristiano fue el más activo de los tres atacantes. Por lo menos él ha cumplido 30 años, tiene una jerarquía, y una tendinitis. No se sabe qué les pasó a Benzema y a Bale.

El presidente del club, Florentino Pérez, acudió a averiguarlo personalmente ayer a Valdebebas. Fue un acto extraordinario que recordó a los jugadores que los socios andan alborotados y la directiva también.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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