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“¡Qué pesado con tu Gasol!”

Joan Montes tuteló los inicios de la carrera de los hermanos Evitó que Pau dejara el Barça para fichar por una universidad de EEUU

Robert Álvarez
Joan Montes, en las pistas de baloncesto del Club Laietà de Barcelona.
Joan Montes, en las pistas de baloncesto del Club Laietà de Barcelona.Juan Barbosa

“¡Vinga Pau, fot-li!”. La intensidad y la pasión que ponía Marc, un chaval de 12 años, animando desde la grada a un Pau entonces desgarbado y en apariencia indolente, sirve a Joan Montes para explicar la diferencia de temperamento de los hermanos Gasol, los mismos que harán historia en el All Star de la NBA que se celebra el domingo en Nueva York.

Año 1997. Pau, con 16 años, se incorpora al equipo juvenil del Barcelona, procedente del Cornellà. “Yo veía a un chaval de 2,08 o 2,09 metros, con talento. Corría bien el campo, entendía el juego. Botaba bien con la derecha, con la izquierda. Era un jugador coordinado, inteligente. Pero era muy delgado y no quería jugar con mucho contacto. Los otros eran más bajos pero más fuertes que él”, cuenta Montes, entonces entrenador de la cantera del Barça. A Pau le costaba coger músculo, compaginar los estudios, entender la exigencia de los entrenadores. “Debía engordar, fortalecerse, trabajar para ser competitivo. Había que ayudarle. Es como tener un mármol de muy buena calidad. Lo tienes que pulir, pero corres el riesgo de que se rompa”.

El trayecto de Pau en los equipos inferiores del Barcelona estuvo a punto de frustrarse. No jugaba demasiado en su primer año en el equipo júnior. Por entonces Montes fue nombrado director de la cantera. “Fui a verlo a un Campeonato de España. No jugó ni un minuto. Perdimos la clasificación para las semifinales. Me senté al lado del seleccionador español [Ángel Pardo] y le pedí: ‘Llévatelo a la selección’. Me contestó: ‘Pero si no ha jugado ni un minuto’. Hablé con nuestro entrenador. Le pedí que lo sacara al día siguiente. Lo hizo, y Pau lo bordó. Pardo se lo llevó como invitado entre los 18 que escogió de inicio para el Europeo. Era lo que yo pretendía, que tuviera un mes de trabajo intenso. Pasó la criba y entró entre los 12 definitivos. ‘Me lo llevo, pero está por hacer’, me avisó Pardo”. Pau no sabía nada de aquello.

Costa le reprochaba que no defendía y le apretó. A la larga, creo que eso le fue bien”

Al regresar del campeonato, llamó a Montes. Era urgente. “Quedamos por la noche, en un bar de Sant Boi [donde vivía la familia Gasol]. Me explicó que pensaba que en el Barcelona no iba a llegar al primer equipo y que iba a aceptar una oferta de una universidad americana”. Montes tiró de ejemplos de jugadores cuya carrera deportiva no prosperó en las universidades americanas. La conversación se prolongó; del bar, a la rambla de Sant Boi. Pau no lo veía claro. “Pero si casi nadie llega al primer equipo”, adujo. “Galilea, Esteller…”, le rebatió Montes. Ni así. Fue entonces cuando Montes le confesó que si había jugado con la selección juvenil fue porque él intercedió ante Pardo. Esa revelación le convenció. “Volvió a llamarme un día después, tras hablar con sus padres. Me dijo que aceptaba y le prometí que le ayudaríamos. Ese año asumí el puesto de entrenador del equipo júnior. El primer día, contra el Joventut, en un partido que Navarro no jugó, anotó 34 puntos”.

Pau Gasol, en el año 2000.
Pau Gasol, en el año 2000.Cordon Press

Pau quería jugar de alero. Montes le dijo que también lo haría de cuatro. Tres meses después, Montes relevó a Manel Comas como técnico del primer equipo y Joaquim Costa pasó a dirigir al equipo júnior. Nueva crisis. Pau y Quimet no se entendían. El entrenador le reprochaba que no defendía. “Entonces ya medía 2,10 metros y le costaba más que a otros. Costa le apretó, Pau no lo pasó bien, y su relación pasó por un momento crítico. Pero el trabajo de Quimet, a la larga, le benefició. Veías al Barça B y disfrutabas con acciones dignas de la NBA, pero sin continuidad. Tenía talento de sobra. Le faltaba esfuerzo. Es posible que fuera un poco apático, pero era porque estaba fundido. Salía de casa a las seis y media de la mañana, se entrenaba a las ocho, iba a clase y por la tarde volvía a entrenarse”. En noviembre de 1997, Montes hizo debutar a Navarro en el primer equipo. Pau respondió con una espléndida actuación en la Liga de verano ACB al año siguiente y el Barcelona le extendió su primer contrato profesional.

Cuando se marchó Seikaly, la eclosión de Pau frenó el fichaje de Muursepp, otro NBA

Aíto García Reneses volvía para ser el entrenador ese 1998. “Yo siempre estaba diciéndole que hiciera jugar a Pau. Me respondía que era muy joven. Yo insistía. Y Aíto me decía: ‘¡Qué pesado estás con tu Gasol!’. Yo tenía un compromiso con Pau y él había progresado”. En 2000, el Barça invirtió en un fichaje de lujo, el de Rony Seikaly, con una destacada carrera en la NBA. El ala-pívot no se adaptó y, tras un partido en Londres, se fue con cajas destempladas. Era diciembre. Quedaba por delante casi toda la temporada. Fue el momento propicio para que Pau explotara. Y así sucedió. Quedó en el secreto de sumario el intento del Barcelona de fichar a Martin Muursepp. Sólo el retraso en las negociaciones con el AEK, el equipo del ala-pívot de Estonia tras su etapa en la NBA, y la sensacional actuación de Pau en aquella Copa, acabaron de lanzar la carrera del pívot de Sant Boi.

Los kilos y la tenacidad de Marc

Marc Gasol, tras su etapa en un instituto de Memphis, se incorporó en 2003 al equipo júnior del Barcelona. Lo hizo con unos 30 kilos de sobrepeso. “Empezó a adelgazar”, cuenta Montes. “Era diferente a Pau, no corría tan bien el campo, pero era un cinco fuerte que sabía jugar muy bien de espalda al aro. Cogía rápido todo lo que le enseñabas y trabajaba duro. Tenía tanto talento que hacíamos cosas como meterle la bola para que la sacara a derecha y a izquierda, para dar tiros abiertos a sus compañeros o pases cortados. Se esforzó. Fue muy tenaz. Una vez fue a Girona con el primer equipo y no jugó. Acabó el partido a las dos. No comió. Un directivo le llevó al aeropuerto y voló a Palma para jugar con el B. Llegó cuando estaba dando la charla. Lo puse de titular. Ganamos por 26. Me temo que eso, algunos entrenadores más rígidos, no lo toleran o no saben verlo”. Marc sufrió una fractura de escafoides por estrés y tuvo que recuperarse en Croacia. “Volvió mejor de peso y más convencido de la importancia del físico”, dice Montes. Pero Marc no entró en los planes de Ivanovic, triunfó con la selección en el Mundial de 2006 y reactivó su carrera en Girona.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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