_
_
_
_
_

Dos punteras, tres puntos

Bueno y Kakuta le dan la victoria al Rayo ante un Villarreal sin ritmo ni concentración que echó de menos a Bruno

GORKA PÉREZ
Licá remata de cabeza ante Rukavina
Licá remata de cabeza ante RukavinaVíctor Lerena (EFE)

Cuando no hay pases el fútbol languidece. No es una ley universal, pero tiene mucho de norma no escrita. Sin intercambios no hay nada que compartir. Ni una sola jugada recibe su nombre y apellidos, y así, es complicado construir una frase. Ni el Rayo ni el Villarreal parecieron con ganas de hablar demasiado con la pelota, un elemento que nunca encontró la sintonía con ninguno de los dos. Tres no discuten si ninguno habla. Y sin la discusión llegan las tablas, salvo que ocurra algo inesperado. Como que un jugador, como Bueno, de nombre amable, se comporte de la misma manera al controlar el balón y tras dos recortes en un palmo acierte a enviarlo a la red con la puntera. Una pequeña caricia y para adentro. Lo mismo que ocurrió minutos después con Kakuta, que con la misma suavidad dirigió el balón a la portería en el mismo rinconcito que su compañero. 

RAYO, 2 - VILLARREAL, 0

Rayo Vallecano: Toño; Tito, Ze Castro, Amaya, Nacho (Morcillo, m. 77); Fatau, Jozabed; Gael Kakuta, Licá (Moreno, m. 72), Alberto Bueno; Leo Baptistao (Manucho, m. 62). No utilizados: Trashorras, Álvarez, Quini, Pozuelo.

Villarreal: Asenjo; Mario, Dorado, Víctor Ruiz, Rukavina; S. Marcos, Tomás Pina (Trigueros, m. 59), Moi Gómez (Cheryshev, m. 55), Joel Campbell; Giovani (Vietto, m. 55), Gerard Moreno. No utilizados: Carlos, Musacchio, Costa, Bailly.

Goles: 1-0. M. 50. Bueno. 2-0. M. 68. Kakuta.

Árbitro: Pérez Montero. Amonestó a Pina, Fatau, Amaya, Campbell,

Estadio de Vallecas. Unos 13.000 espectadores.

Puede que parte de la justificación a la ausencia total de conversación entre los veintitrés participantes tuviera que ver en la no presencia de los dos mejores oradores disponibles. Bruno, con el tobillo fracturado es lo que se intuía, una baja sustancialmente importante como para dejar al Villarreal afónico ante el escenario. Y la suplencia de Trashorras, también. Aunque la solución sea más sencilla en el caso de los segundos. Acostumbrados con ellos a darle cierta consistencia al juego, sin los dos mediocentros la cosa cambia. Ni siquiera el buen papel del debutante Sergio Marcos en el conjunto de Marcelino, que dejó varios detalles que auguran un alto grado de conversación cuando le llegue el momento, fue suficiente para que se notase una inquietud continua y contundente en uno de los equipos con mayor afinidad con la pelota.

Pudo haber alguna voz en forma de centro al área, que es como lanzar un grito en medio del desierto esperando que el eco lo escuche algún aviador avispado. Pero de manera muy casual, tanto que ni Baptistao ni Licá supieron enviarlo a la portería de Asenjo con la suficiente fuerza como para que esa voz subiera de decibelios. No apareció ningún avión en el cielo de Vallecas. Tampoco se le aclararon las ideas a Giovani cuando fruto de una mala entrega del Rayo (una entre un millón) se quedó solo ante Toño. Se escoró a la izquierda el mexicano sin conseguir tumbar al portero vallecano y su remate acabó dibujando una línea paralela a la portería. Con parte del equipo titular en el banquillo, sólo tras el primer gol sacó Marcelino a Vietto, curiosamente en lugar de Giovani, el único jugador que parecía tener las piernas frescas, y a Cheryshev, que tampoco consiguió elevar la voz en ningún momento. El ruso se llevó un plantillazo involuntario de Jozabed que le provocó una hemorragia en el rostro.

El argentino consiguió revolverse como un gato tras recibir un pase de Campbell dentro del área pero su disparo se topó primero con el poste y después con Toño. Fue lo más peligroso que consiguió hacer el Villarreal en toda la segunda parte. Añorando una oportunidad como la que disfrutó Victor Ruiz, todavía con el empate a cero, cuando se quedó solo ante Toño y con el balón de cara tras una mala cobertura de la defensa del Rayo. Su remate se fue alto, altísimo.

Por eso de que la agonía se impone a la timidez el Villarreal tuvo más la pelota en los últimos minutos que en las primeras tres cuartas partes del partido. Pero nada. No hubo manera de llevar la conversación al buen puerto amarillo. El Rayo, con dos punteras se llevó tres puntos. Y no dijo más.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_