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Paulo Sousa: “El fútbol te hace egocéntrico”

El técnico del Basilea, que se enfrenta al Oporto en los octavos de Champions, dice que quería ser profesor y que ahora se siente un privilegiado por trabajar en lo que le apasiona

Eleonora Giovio
Paulo Sousa, técnico del Basilea
Paulo Sousa, técnico del BasileaArnd Wiegmann (Reuters)

Paulo Sousa (Viseu, Portugal) tiene 44 años pero, aparte algunas canas, es como si el tiempo no hubiese pasado para él. Llega con zapatillas de deporte y un chándal con sus iniciales a la cafetería de un hotel de Marbella. El Basilea se concentró allí algunas semanas durante el parón invernal. Todavía habla muy buen italiano y lo mezcla con palabras sueltas en castellano, portugués e inglés. Gesticula mucho. Habla de sus dificultades emocionales cuando llegó al Benfica, de cómo ha dejado atrás el egocentrismo de su época de jugador. Recuerda el carisma de Vialli y se le cambia la cara sólo cuando habla de la Juve. Piensa antes de responder y de repente se levanta para imitar algunos gestos de Eusebio. Exfutbolista de Benfica, Juve, Borussia, Inter y Espanyol (ganó dos Copas de Europa, una con la Juve y otra con el Borussia), ahora es técnico del Basilea y mañana se enfrentará al Oporto en la ida de los octavos de final de la Champions.

Pregunta. ¿Qué le hace feliz?

Respuesta. Tener a una mujer maravillosa y comprensiva a mi lado y trabajar en algo que es mi pasión. No sé cuánta gente hay que trabaja en algo que le gusta, muchos trabajan simplemente para sobrevivir. Soy un privilegiado. Todas las mañanas y las noches doy las gracias a Dios y a Fátima por esta alegría. En el fútbol cambia todo tan rápido que se vive con una intensidad tremenda.

P. ¿No es una frase hecha?

R. No. No lo es, mira siempre he pensado que un equipo es como una micro-sociedad con reglas necesarias para convivir. Es muy importante para el que lidere el grupo conocerse a sí mismo y a los demás y hacer que todos se integren. Para mí lo mejor que hay en la vida es interactuar con las personas. Ellas son las que te ayudan a hacer lo que te apasiona y las que te ayudan a crecer.

P. ¿Es muy creyente?

R. Mucho, y hasta que dejé de vivir con mis padres también practicante. Hice y enseñé catequesis. Cuando fiché por el Benfica dejé de practicar, por falta de tiempo y porque ya no quedaba todo tan cerca de la ciudad deportiva. Pero al mismo tiempo entendí que no se necesita ir a la Iglesia, ni creer en los curas. Lo importante es dar amor sin tener que esperar nada a cambio. De los demás no hay que esperar nada, sólo de ti mismo.

P. ¿Qué soñaba ser cuando era pequeño?

R. ¿Qué crees tú?

P. ¿Futbolista?

R. No.

P. ¿Profesor?

R. Sí. Porque mis padres salían de casa para ir a trabajar a las cinco de la mañana y regresaban muy tarde. Así que mi gran referencia fue Rosa, mi profesora de primaria. Yo quería ser como ella. Me he convertido en profesor, pero de fútbol.

Gracias a Ciro Ferrara y Jurgen Kohler yo leía mejor los partidos. Soldatino Di Livio era otro líder, el líder de las bromas y del humorismo”

P. Leí en una entrevista que dijo que ya no es tan egocéntrico porque tiene que pensar en el grupo. ¿De verdad era egocéntrico?

R. El futbolista se hace egocéntrico. Y eso que mi forma de jugar al fútbol era colectiva y no individual. Pero si el individuo ya de por sí es un poco egocéntrico, pues el fútbol te lleva a serlo más. Eres competitivo y eso te lleva a competir contigo y con los demás. Cuando te conviertes en entrenador, en cambio, tienes que pensar en los demás. Es lo primero que hice. Me dije: “tienes que olvidar todo lo que hiciste y fuiste como jugador”. Quería evitar comparaciones con los futbolistas que entrenaría. No podía ponerme a comparar y eso si no te lo quitas, te sale.

P. ¿Quién fue su maestro?

R. Todo lo que fui como jugador se lo debo a Tamagnini Nené. Cuando llegué al Benfica, sin haber cumplido los 15 años, él era entrenador y responsable de las categorías inferiores. Me dio consistencia mental porque tuve muchos problemas emocionales. Dejé mi familia, los amigos, las comodidades. Nené fue la persona que me hizo superar las dificultades y que me hizo ver que llegaría. No estaría aquí sin él. Fue él que vino a buscarme un día cuando ya estaba en un autobús con las maletas para volver a casa. Era muy débil y él consiguió sacar lo mejor de mí.

P. ¿De qué tenía miedo?

R. No era miedo, era inseguridad. Era todo nuevo, de repente me encontré solo. Si me pasaba algo no tenía a mis seres queridos al lado. Tuve que crecer rápido, yo no estaba preparado para ello. Fue difícil encontrar un equilibrio emocional.

“Gianluca Vialli, era un ‘trascinatore’ dentro y fuera del campo. Tenía una garra y una ambición tremendas, de marcar, de ganarlo todo. Pensaba todo el rato en eso”

P. Empezó como ala y extremo y Sven Goran Eriksson le cambió al mediocampo.

R. En las dificultades siempre he querido ver una oportunidad. Jugué todas las categorías inferiores como banda y también como primera punta y segunda punta. Ya como profesional, con 17 años, empecé a jugar de mediocentro. Fue porque siendo año de Mundial (1990) muchos jugadores se reincorporaron más tarde y había hueco libre.

P. ¿Ha pasado alguna noche sin dormir antes de un partido?

R. Yo he sido siempre un jugador con mucho autocontrol pero el partido que me hizo tambalear emocionalmente fue la noche de la final de Champions contra la Juve [jugaba por entonces en el Borussia Dortmund y el año anterior había ganado la Copa de Europa con la Juve]. Fue una semana difícil, la Juve lo hizo muy bien eso de meterme presión.

P. ¿Qué recuerda de aquella final?

R. La felicidad de mi familia y de mis amigos, vinieron a Múnich en autocar desde Portugal. Y la emoción que sentí al salir del estadio cuando veía a los hinchas de la Juve, deprimidos, pero cantando mi nombre.

P. ¿Y de la final en el Olímpico contra el Ajax el año anterior?

R. Fue un año difícil ese. Llegué a la Juve con una lesión importante. En verano los médicos me dijeron que era mejor parar dos o tres meses. No tenía que pasar por el quirófano, simplemente descansar para que se me quitara la inflamación en el tendón de la rodilla. Eso significaba empezar a jugar en octubre. Umberto Agnelli, Luciano Moggi y Marcello Lippi me dijeron que era importante que yo no parara, que empezara ya, por el tema de conseguir abonados. Quise ayudarlos y no paré. Pero la temporada fue larga y difícil, tuve que hacer terapias agresivas para mantener el nivel. Jugué con dolor toda la temporada, gané la Champions y me esperaba la Eurocopa de Inglaterra. Fue un año de sacrificios. Estoy contento por la Juve porque fue uno de sus mejores años en cuanto a los abonados, pero para mí fue duro.

P. ¿Lo volvería a hacer?

“El único partido que me quitó el sueño fue la final de Champions contra la Juve”

R. No en las mismas circunstancias. [La Juve lo vendió al final de esa temporada convencida de que no se recuperaría de su problema en la rodilla]. También creo que la vida va de sacrificios y que te pagan por hacerlos. Eso sí, me esperaba otro tipo de reconocimiento por los que hice en la Juve. Pero bueno, ellos tenían su forma de ser, igual hoy la han cambiado.

P. ¿Cómo fue la venta al Borussia?

R. Yo ni me enteré de que ellos estaban negociando con otros clubes mientras yo estaba con Portugal jugando la Eurocopa. No estaban interesados en que siguiera con ellos, eso es todo.

Paulo Sousa (derecha) con la camiseta de la Juve
Paulo Sousa (derecha) con la camiseta de la JuveAssociated Press

P. ¿Los futbolistas hoy tienen el mismo espíritu de sacrificio?

R. No sé si tiene que ver con la época, en la mía había jugadores con espíritu de sacrificio y otros no. Pero los jóvenes talentos hoy día lo tienen todo. Si no hay una base estable que te da la familia y el entorno, sin embargo, corres el riesgo de que el talento no sea suficiente para llegar a la elite. Yo tuve una escuela de fútbol y vi a familias meter presión a niños de 8 años: “tú serás Cristiano, tú serás esto y lo otro”. Eso le crea un trauma a los niños. Los representantes también deberían tener cierta sensibilidad.

“No me operé y jugué un año con dolor en la Juve, tuve que hacer terapias agresivas para mantener el nivel. Fue una temporada muy larga. No lo volvería a hacer en las mismas circunstancias”

P. ¿Quién era el líder de la Juve en la que jugó?

R. Gianluca Vialli, era un trascinatore [el que arrastra a todos] dentro y fuera del campo. Tenía una garra y una ambición tremendas, de marcar, de ganarlo todo. Pensaba todo el rato en eso y, además, sabía mucho de fútbol. Estudiaba a los rivales y a los compañeros para sacarle partido. Roberto Baggio era otro líder, aunque no hablara mucho. Pero su carisma influenciaba a todos. También Ciro Ferrara y Jurgen Kohler, ellos me ayudaron y gracias a ellos yo leía mejor los partidos. Soldatino Di Livio era otro líder, el líder de las bromas y del humorismo.

“Nadie tenía mejor dominio del balón que Baggio. Con Rui Costa, en cambio, sabíamos que algo se inventaría para ganar el partido”

P. ¿Conte y Deschamps ya tenían madera de entrenador?

R. No, en ese momento no. Pero si te paras a pensar ahora y miras atrás sí que te das cuenta de que tenían las condiciones necesarias para ser técnicos. Me gusta verlos así, incluso a Conte con más pelo.

P. ¿El jugador con más clase con el que ha jugado?

R. Roberto [Baggio]. Y Del Piero. Para mí nadie tenía mejor dominio del balón que Baggio.

P. ¿Cómo era tener al lado a Rui Costa?

R. Era un jugador que siempre te daba una solución. En los partidos sabíamos que él inventaría algo para ayudarnos a ganar. Vivía y sigue viviendo del fútbol, tenía una pasión tremenda.

P. ¿Sigue teniendo amigos de su época de jugador?

“A Eusebio, que se entretenía a chutar a los porteros, se le salía la rodilla, iba al banquillo, se sentaba, se ponía hielo, se la recolocaba y vuelta a empezar”

R. Sí, pero en la distancia porque cada uno ha hecho su vida. Yo, además, por timidez, nunca he sido de llamar por teléfono. Creo que la amistad no es algo físico sino mental y espiritual.

P. ¿Se acuerda donde estaba cuando se murió Eusebio y quién le avisó?

R. Uy,… Eso te lo contestaría Rui Costa que se acuerda de mil cosas, te puede hasta describir goles y las jugadas que los han precedido… Yo no recuerdo nada del pasado, en serio.

P. ¿Y de Eusebio qué recuerda?

R. Cuando estaba en el Benfica él entrenaba a los porteros y ya le crujían las rodillas. [Se levanta para imitar sus andares]. Se ponía en el área, delante de los porteros y decía: “venga, voy a chutar alto y a la derecha, ahora abajo a la izquierda”. Y pumba, espectacular. A veces se le salía la rodilla después de chutar, iba al banquillo, se sentaba, se ponía hielo, se la recolocaba y vuelta a empezar. “King, le decíamos, porque le llamábamos King, tú no necesitas hacer esto”. Y él contestaba: “esta es mi vida, mi pasión”. Amaba el fútbol, lo contagiaba y tenía un espíritu de sacrificio enorme. Lo recordaré siempre con su toalla en la mano.

P. Cristiano también es sacrificio y dedicación. ¿Cómo se ve desde fuera?

R. Desde fuera, los que no le conocen, creen que es un arrogante. No lo es, le he visto crecer y le sigo viendo crecer. Estoy orgulloso de ser portugués porque él representa a Portugal. Es un ejemplo por su capacidad de superación. La sociedad, para mí, debe ser así.

“Si físicamente el suizo ya era un fútbol fuerte, ahora es competitivo a nivel mental, tácticamente está creciendo y técnicamente está por encima de la media”

P. ¿Cómo es el fútbol suizo?

R. Es un fútbol que ha crecido mucho en los últimos años, el proceso formativo de los entrenadores me ha mejorado y también han mejorado las infraestructuras gracias a la Eurocopa de 2008. Si físicamente ya era un fútbol fuerte, ahora es competitivo a nivel mental, tácticamente está creciendo y técnicamente está por encima de la media. Basta con ver la mejora de la selección suiza. Portugal ha vivido más o menos el mismo proceso, con 18 años fuimos campeones sub-20 en dos ocasiones y a partir de ahí todo fue evolucionando y mejorando. Pasará lo mismo con Suiza.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de deportes, especializada en polideportivo, temas sociales y de abusos. Ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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