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El fútbol brota en Venezuela y Cuba

El gancho televisivo de las grandes Ligas europeas y el desarrollo de las canteras impulsan el crecimiento del juego en países tradicionalmente dominados por el béisbol

Juan Morenilla
Niños jugando al fútbol en una calle de La Habana.
Niños jugando al fútbol en una calle de La Habana. AFP

Sus campeonatos nacionales no son atractivos, no hay cotizados jugadores, ni sus selecciones brillan en los grandes torneos. Y sin embargo el fútbol brota cada vez con más fuerza en Venezuela y en Cuba. Una oferta televisiva que importa la señal de las mejores Ligas europeas y de la Champions, los programas de desarrollo en las bases y el arraigo de este deporte en los más jóvenes han impulsado el crecimiento del balompié frente al dominio del béisbol. La pelota sigue siendo el deporte nacional, una marca de país sobre todo en Cuba, pero el balón llama a la puerta.

Casi un tercio de la población venezolana vio la final de Champions entre Madrid y Atlético

Los niños juegan a ser Messi o Cristiano en las calles de Caracas y La Habana, y sus camisetas son un regalo codiciado. En Venezuela, un país de 30 millones de habitantes, la pasada final de la Liga de Campeones entre Madrid y Atlético reunió frente a la pantalla a nueve millones, casi un tercio de la población. Y en abierto a través de Meridiano TV, que ofrece un partido de Champions cada martes y miércoles y otro de Liga Europa los jueves. “El fútbol ha crecido con un efecto global”, explica Juan Andrés Daza, gerente general del canal venezolano; “en Venezuela nunca fue el principal deporte, pero en los últimos años la selección empezó a ganar y se originó un boom. La competición nacional no es un producto atractivo para anunciantes. Para nosotros no es rentable, pero sí el fútbol europeo. Todo lo que es Madrid y Barcelona tiene máxima audiencia. El fútbol ha crecido mucho en las escuelas”.

La oferta televisiva en Venezuela la completa DirecTV, por cable, con la retransmisión de las grandes Ligas europeas. Hay peñas del Madrid y el Barça, y un clásico moviliza a los aficionados tanto como la selección nacional. La liga venezolana, en cambio, languidece. Es una competición con una organización amateur en la que a veces hay problemas para la celebración de partidos, mala infraestructura de estadios y apenas ingresos por mercadotecnia. Llegó a televisarse en abierto, sin éxito, y ahora se ofrece en señal cerrada. Los clubes, mantenidos por el Estado, sufren hoy en época de recortes.

Venezuela es la selección número 79 en la clasificación de la FIFA. Nunca ha jugado un Mundial. Aunque cada vez se acerca más y en la última fase clasificatoria, para Brasil 2014, ganó a Argentina con un gol de Amorebieta. La llegada en 2001 del entrenador Richard Páez y el tirón de Juan Arango como figura nacional lideraron un crecimiento que coronó en 2011 con el cuarto puesto en la Copa América, el mejor de su historia. El año pasado el país acogió su primer curso de formación de la FIFA y las agencias de publicidad han hecho estudios sobre un mercado por explotar. “Pasamos años de peleas internas, de inhabilitaciones internacionales, éramos un fútbol de colonias. Ahora invertimos mucho en las inferiores”, analiza el presidente de la Federación Venezolana, Rafael Esquivel. “Han subido muchísimo las licencias y las empresas han entrado a patrocinar el fútbol. Es el deporte más practicado del país. El béisbol tiene cuatro meses de actividad al año”.

El béisbol es el primero, pero por una cuestión política   Federación cubana

La pelota sigue siendo la reina en Cuba, claro, pero ya no manda tanto. El deporte nacional, el que ha dado a los cubanos tres oros olímpicos (1992, 1996 y 2004) y 10 mundiales, y al gobierno una bandera política, tiene competencia. En abierto se retransmite la Liga Nacional Cubana de béisbol y desde hace poco, los domingos, las Grandes Ligas de EE UU. También por la televisión pública desfila la Liga española y la Champions. “Los muchachos que ven fútbol por la tele ya no quieren luego jugar al béisbol”, explica Pedro González, periodista de El Nuevo Herald. “Se está sembrando una semilla que quizás en el futuro puede dar como fruto un fútbol organizado. Los jóvenes han descubierto un deporte que les apasiona”, añade. Cuba no ofrece registros de audiencias, pero, como en toda Latinoamérica, Barça y Madrid lideran los gustos. Nada que ver con una Liga local que dura tres meses, un torneo relámpago sin poso en la pantalla.

“El béisbol es el primer deporte en Cuba, pero por una cuestión política”, explica Antonio Garcés, vicepresidente de la Asociación de Fútbol. “En la calle, los muchachitos juegan al fútbol por todos lados. Si se da usted un paseo por La Habana, en todas las áreas está vivo el fútbol. Es para la juventud, es más atractivo”, dice.

Cuba da pasos desde la base para regar esa semilla. El balompié forma parte del programa educativo, y en todas las provincias hay escuelas: de los 13 a los 16 años en las EIDE (Escuela de Iniciación Deportiva Escolar), de los 16 a los 18 en las ESPA (Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético) y desde los 18 en academias. Son el alimento de las futuras categorías inferiores de la selección. La absoluta es la 114 del mundo, y los resultados de la inversión tardarán en llegar. En los últimos 15 años, la FIFA ha gastado 5,1 millones de dólares en el desarrollo del fútbol en Cuba. “El trabajo da sus frutos”, comenta un portavoz de la FIFA; “por ejemplo, la selección nacional sub-20 se clasificó en 2013 por primera vez para el Mundial”.

En Venezuela y en Cuba sigue reinando la pelota, pero el balón pide paso.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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