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El frenesí del Leverkusen

El rival del Atlético eligió este verano a un entrenador muy ofensivo, Roger Schmidt, para revitalizar a un club instalado en la rutina

Ladislao J. Moñino
Roger Schmidt durante el partido que su equipo perdió con el Wolfsburgo.
Roger Schmidt durante el partido que su equipo perdió con el Wolfsburgo. INA FASSBENDER (REUTERS)

Después de que la plástica volea de Zidane en 2002 cercenara la entrada del Bayer Leverkusen en la gran historia de la Copa de Europa, el club renano entró en una época rutinaria prolongada más de una década. Se distanció mucho del Bayern de Múnich y también vio cómo la resurrección del Dortmund le superaba.

Instalado con comodidad en la clase media alta de la Bundesliga, el Leverkusen, que mañana recibe al Atlético, se mimetizó con esa imagen de artificialidad que acompaña la historia de la urbe. La ciudad, fundada en 1930, es fruto de la unión de pequeñas poblaciones que fueron aglutinadas por la poderosa industria química y farmacéutica que lidera el gigante de la aspirina Bayer. “Equipo de plástico”, es una de las definiciones peyorativas que utilizan las hinchadas rivales cuando se refieren a ese ni fu ni fa del Leverkusen y su afición, alejada de las estruendosas y volcánicas gradas de los equipos del Ruhr.

Hace menos de una década, Schmidt aún combinaba su profesión de ingeniero en un taller de automoción con la dirección técnica del Delbrücker

Destituido el finés Sammy Hippia, para tratar de agitar el ambiente y la laxitud de los biorritmos del club, la directiva apostó por un entrenador con tanto cartel de revolucionario como de inexperto en la élite. Con 47 años, la experiencia profesional de Roger Schmidt se reduce a sus dos temporadas en el Red Bull Salzburgo. El millonario club austriaco le captó por el prestigio de técnico ultraofensivo que se ganó en las ligas regionales. Hace menos de una década, Schmidt aún combinaba su profesión de ingeniero en un taller de automoción con la dirección técnica del Delbrücker. Su paso por el Preussen Münster y por el Paderborn agigantaron su fama de entrenador alegórico.

En su primera temporada en Salzburgo, Schmidt no ganó nada, pero en la segunda conquistó la Liga austríaca con 18 puntos de ventaja sobre el segundo y alzó la Copa. En el invierno de 2014, un amistoso ante el Bayern hizo que Alemania volviera los ojos hacia él. El Salzburgo aplastó al Bayern (3-0) e impresionó a Guardiola. “Soy un gran fan suyo, entrenadores como él son buenos para el fútbol porque siempre quieren atacar”, dijo el de Santpedor en la previa del partido que les enfrentó en noviembre. “Es un entrenador que nunca se deja nada para ganar. Ordena una presión muy alta y sus partidos son muy atractivos”, describe el excolchonero Álvaro Domínguez, que triunfa en el M’Gladbach como central y lateral izquierdo. “Lo que me gusta es presionar para atacar”, ha confesado Schmidt, senderista, amante del buen vino y seguidor de U2 y Bruce Springsteen.

“Es un entrenador que nunca se deja nada para ganar. Ordena una presión muy alta y sus partidos son muy atractivos de ver” Domínguez, jugador del M'Gladbach

En Alemania hablan de él como una versión verticalizada de Guardiola o de un Jürgen Klopp 2.0. La línea de tres mediapuntas (Bellarabi, Calhanoglou y Son), que suele alinear por detrás de Kiessling, define su ambiciosa propuesta. Calhanoglou, la perla turca que no ha vuelto a su selección desde que un amigo de su compatriota Tore le amenazara con una pistola durante una concentración por un lío de faldas, es el más creativo. Su pierna derecha es un cañón. “El mejor disparo que he visto en mucho tiempo. Marca buenos chicharros de falta. Tiene mucha técnica y proyección”, analiza Domínguez. “El coreano Son es muy dinámico, le gusta encarar y también tiene buen disparo. Si el Atleti se repliega, los disparos lejanos serán un recurso”, prosigue Domínguez.

Bellarabi es la gran obra individual de Schmidt. Iba para eterna promesa tras varias cesiones fallidas. Schmidt le dio confianza desde el principio de curso. En la primera jornada del campeonato marcó el gol más rápido de la historia de la Bundesliga. Fueron 8 segundos que explican el torrente ofensivo que pretende Schmidt. Una jugada estudiada y tocada por Calhanoglou, Son y Kiessling antes de que Bellarabi superara al meta del Dortmund, Weidenfeller. Desde ese tanto no ha dejado de ser un habitual de la selección alemana tras renunciar a jugar con Marruecos, que esperaba contar con él en la Copa de África. “Es muy vertical y ataca bien los espacios, quizá le falte experiencia”, añade Domínguez.

La semana pasada, el club anunció la renovación de Bellarabi. La noticia se produjo en medio de una mala racha de resultados. El Leverkusen solo ha ganado uno de sus últimos cinco partidos y Schmidt ha recibido sus primeras críticas porque su arriesgada propuesta ha dejado tantas emociones como disgustos. Hace poco perdió 4-5 con el Wolfsburgo en un partido que reflejó ese frenesí atacante. Fue un tiroteo que llevó al Leverkusen a lograr el 4-4 tras encajar en la primera media hora un 0-3. Siguió atacando con siete y ocho futbolistas incluso cuando logró empatar y se quedó con un jugador menos en el tramo final del encuentro. “Dejan mucho espacio a sus espaldas, pero si corrigen eso, el Atlético puede pasarlo mal”, concluye Domínguez.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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