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Cristian Álvarez: “La lectura fue mi refugio”

Una charla de una hora con el portero del Rayo implica hablar de prácticamente todo —libros, teatro, política, inseguridades— menos de fútbol

Cristian Álvarez, portero del Rayo, posa para la entrevista.
Cristian Álvarez, portero del Rayo, posa para la entrevista.Álvaro García

Cristian Álvarez (Rosario, Argentina, 29 años) es portero porque siempre le ha gustado llevar la contraria. Defiende la portería del Rayo, uno de los pocos equipos de Primera que ha empleado a los tres guardametas en lo que va de temporada. Vive en el centro de Madrid, se mueve por la ciudad en metro, le gusta ir al teatro, al cine y le encanta la literatura. Se ha vuelto adicto a John Fante y hasta ha llamado a su perro —que le espera junto a su novia en la ciudad deportiva después del entrenamiento— Bandini, como el protagonista de las novelas del escritor norteamericano de padres italianos. Es un futbolista atípico, pero dice no sentirse un bicho raro. ¿Eso no se va a quedar sin batería, no?, pregunta mirando la grabadora. Le encanta hablar y la charla dura una hora.

Pregunta. ¿Qué estudió?

Respuesta. Estudié en la calle. Hice la facultad de la calle. Me fui de Rosario con 15 años porque empezaron a llamarme de la selección sub-20 y de lunes a jueves estaba en Buenos Aires. Tuve que dejar los estudios, los quise retomar, pero…

P. ¿Quién le inculcó la pasión por la lectura?

R. Es una cosa que surgió cuando era chico. Era un chaval bastante solitario, de estar mucho en casa, de razonar las cosas, sensible a todo lo que me rodeaba. La lectura era mi refugio. En la adolescencia la abandoné un poco porque en mi rebeldía me dio más por la música y después volví a retomarla. No es que haya sido un gran lector, pero los libros siempre me han acompañado.

P. ¿Quién le aconsejaba libros?

R. Leía lo que me iba cayendo. Mi madre estaba apuntada a un club de lectores y siempre había libros por casa. También en el colegio católico en el que estudié.

P. ¿Cómo se sobrevive a un colegio católico?

R. Que sé yo… A medida que empiezas a usar la cabeza te vas alejando de las creencias radicales. Vas creando tu propia religión. ¡Un colegio católico tiene tantas contradicciones! Por ejemplo, no me dejaban llevar el pelo largo... ¡Pero si Jesucristo iba con el pelo largo a todos lados! La religión ocupó una parte grande de mi vida, desde la infancia iba a misa a diario. Si lo veo ahora desde la distancia veo a un niño con una nubecita de esas en la cabeza tan virgen, tan blanca, en la que te van metiendo conceptos y mensajes que al final son mentiras, como Papá Noel. Yo flipaba con el Arca de Noé, pero nadie me dijo: esto es un cuento, es algo espiritual, una forma metafórica de decir las cosas.

P. ¿Cuándo dejó de ir a misa?

Lo que más me gusta de ser portero es que eres diferente”

R. Con 15 años, cuando dejé el colegio. Iba por obligación.

P. ¿Por qué dicen que los porteros son raros?

R. Porque son raros, diferentes. Desde que eres chico ya te estás vistiendo diferente, estás jugando a otra cosa distinta que el resto de tus compañeros. No es otro deporte, pero es un deporte diferente dentro del mismo deporte. Eso hace que tu personalidad se vaya formando de una manera diferente, porque no eres parte de la masa, haces algo bastante más individual.

P. ¿Por qué quiso ser portero?

R. Lo que a mí me contaron es que le dijeron a mi padre que dejara de llevarme al fútbol porque a mí no me gustaba, no me gustaba correr. Mi padre sugirió que me probaran en el arco, como decimos en Argentina [portería]. De repente me vi en el arco y no se me daba mal. Tendría yo siete años. Y ahí me quedé.

P. ¿Qué le gusta de ser portero?

R. Ser diferente. A mí siempre me ha gustado ir en dirección contraria al resto. Y también tiene algo de solitario, además de que estás en un sitio que te hace evitar la emoción máxima. Lo que siente un portero es una emoción diferente, lo que te da una parada no te lo da un gol.

P. ¿No se aburre ahí atrás?

R. Hay veces que sí. Y también en los entrenamientos porque ves que están todos corriendo y riéndose y en los partidillos me dan ganas de salir corriendo y darle una patada a alguno, o agarrar el balón, meter un gol y agarrarme del larguero. A veces necesitaría eso.

P. ¿No tiene tiempos muertos?

Si me ven un bicho raro porque leo libros y voy a jugar en metro, es que algo está fallando. No soy un extraterrestre”

R. Puedes desconectar, pero ese depende del equipo en el que juegas. Por la forma de jugar del Rayo, no puedes darte un respiro en ningún momento porque todo es muy intenso.

P. ¿Qué le genera inseguridad?

R. Depende del nivel de confianza que tengas. La inseguridad te entra si no juegas bien, si el equipo no está bien y necesitas ganar. También los pitidos de la tribuna te afectan. Creo que no hay conciencia de lo que es ser futbolista. Aparte del dinero, del que disponemos con mucha facilidad y que es vital —dinero que por cierto también se acaba porque nuestras carreras duran diez años y si no lo inviertes bien el grifo se cierra—, aparte de eso hay una parte emocional y psicológica que no está bien cuidada en los clubes. Sobre todo en la formación y sobre todo en Argentina. A ti te preparan para ser una maquinita de fabricar dinero, nada más. Hemos llegado a un punto en el que enciendes la tele y están Cristiano, Messi, o demás estrellas de grandes clubes y se están armando telenovelas mexicanas alrededor de ellos… La gente que consume eso realmente se lo está creyendo. Todos somos cómplices, se está creando una mentalidad alrededor del deporte que lo está afectando.

Cristian Álvarez, en la ciudad deportiva del Rayo, antes de la entrevista
Cristian Álvarez, en la ciudad deportiva del Rayo, antes de la entrevistaÁlvaro García

P. Tanto que resulta extraño lo que es normal, es decir, que un futbolista vaya al supermercado a hacer la compra.

R. Es eso. Yo voy en metro al estadio porque tengo línea directa y me deja en la puerta y no tengo problemas para aparcar y joder, la gente se extrañó. Parecía yo el nuevo Mesías, el Jesús de Vallecas… me entrevistaron por eso por el simple hecho de que detrás de un futbolista había un ser humano que iba en metro. Igual que no soy un cultureta ni estoy todo el día leyendo simplemente porque me ven con un libro. No soy un extraterrestre y parece que sí por esas dos cosas. Si me ven así, algo está fallando. Soy normal, me gusta interesarme por las cosas, leer, curiosear. Es lo normal, ya seas taxista, futbolista, médico o trabajes en la obra.

Vallecas conserva el contacto humano. Todavía guarda la esencia el fútbol”

P. ¿Por qué eligió vivir en el centro?

R. Porque es donde pasan las cosas que a mí me gustan [vive en Tribunal]. Hay mucho teatro, cine, librerías, gente de todos los colores, homosexuales, estoy yo. Me gusta saber lo que está pasando ahí. Hoy por ejemplo voy al microteatro, el otro día estuve en la Pensión de las Pulgas [un centro cultural] y vi una obra que me encantó, El Plan se llama, la escribió un amigo.

P. ¿La última película que vio?

R. Ayer, volví a ver El rey pescador, la vi la primera vez con 18 años. Hay días que veo dos. Estuve viendo Birdman en el cine y cuando llegué a casa me bajé Whiplash porque como me habían hablado tan bien de ella no pude esperar. Acabé saltando en la cama, no te digo más.

P. ¿Es partidario de los castigos y de los palos sin zanahorias para sacar lo mejor de las personas, como el profesor de Whiplash?

Su perro se llama Bandini. Como el protagonista de las novelas de John Fante. “El tío está cagado de miedo como todos, pero se ríe de sus miserias”

R. Nooooo. Hay maneras más pedagógicas y más fáciles de motivar a la gente. El amor es lo que lo mueve todo.

P. ¿En qué gasta el dinero?

R. En las cosas normales: comidas, un buen sushi, cine, teatro, viajes y ahora últimamente me estoy dejando muchísimo dinero en el perro. No veas lo que cuesta, pasa una cosa detrás de otra y es peor que tener un hijo. Está ahí fuera esperándome.

P. ¿Cómo se llama?

R. Bandini. Arturo Bandini.

P. ¡Cómo el protagonista de John Fante!

R. Me encanta Fante, conectó con muchas de mis miserias e inseguridades como hombre, con muchos de mis ataques de ira. "Vete a la mierda, Camila, tengo dinero"… Son emociones tan humanas las que le salen, emociones tan reales con las que convivimos a diario y el tipo este me las mostró con tanta naturalidad que me conquistó. Su inseguridad, sus obsesiones, sus cosas… Es que por más que queramos mostrarnos fuertes estamos todos cagados de miedo. Este tipo dice: "Sí, vale, estoy cagado de miedo, y qué. Me río de eso, de mis vergüenzas, de mis cosas". Por eso me gusta tanto.

P. ¿Qué le gusta más?

Ir a votar en masa a Podemos por ser descreído es ser ignorante, no descreído. Yo por descreído no voy a votar un partido político”

R. Herman Hesse. El lobo estepario me marcó mucho, me sentí identificado con ese libro en un momento de mi vida en el que me jugaba tanto que me había olvidado de reír. Las uvas de la ira de John Steinbeck también me encantó, esa mirada extraterrestre, de cómo el sistema termina desuniendo. Me gusta también la mirada descreída de Charles Bukowski, era un desengañado, un borracho, pero en toda esa locura tiene un punto de lucidez que más de uno quisiéramos tener.

P. ¿El capricho más grande que se ha concedido?

R. Un Ford Mustang del 67. Lo tengo en Rosario [enseña la foto en el móvil] mi padre cuida de él. Me lo compré en Barcelona por unos 20.000 euros.

P. ¿Le han hecho sentir un bicho raro?

R. No, pero en el vestuario sí que se cachondean de mí. Me vacilan mucho con el tema de la ropa. A veces llego y me dicen: “Eh, qué tal dormiste anoche en el cajero”.

En el vestuario me vacilan mucho con el tema de la ropa. A veces llego y me dicen: “eh, qué tal dormiste anoche en el cajero”.

P. ¿Si pudiera vivir un momento histórico cuál le gustaría?

R. Me gustaría ir a la época de Cristo, ¡me reiría tanto! Me lo pasaría tan bien viendo en lo que se convirtió… porque claro, iría atrás en el tiempo, pero sabiendo todo lo que ha ido pasando después.

P. ¿Hay algo de usted que cambiaría?

R. Sí, porque tengo un montón de complejos, inseguridades y dudas. Me gustaría ser una persona menos dubitativa. Es curioso, siempre he sido un tipo decidido, con una personalidad muy marcada, todo lo que quería lo conseguía, y con el paso de los años me han ido entrando dudas. Y eso me ha frenado mucho, en mi carrera y también en lo personal. Es algo que estoy trabajando y que quiero superar.

P. ¿Irá a votar? [Tiene doble pasaporte].

R. Cuando llegue el momento me lo pensaré. Me cuesta creer que el cambio sincero y real venga de la política. Es que es todo un fanatismo tan grande…

P. Parecía que los descreídos como usted iban a votar en masa a Podemos.

Vivo en el centro porque es donde pasan las cosas que a mí me gustan. Hay mucho teatro, cine, librerías, gente de todos los colores, homosexuales, estoy yo. Me gusta saber lo que está pasando ahí”

R. Pero ir a votar en masa a Podemos por ser descreído es ser ignorante, no descreído. Una persona descreída habrá sido una persona pensante antes. Imagino. Yo por descreído no voy a votar a un partido político.

P. ¿Qué le parece Podemos?

R. Me parece lo mismo pero tirado al otro extremo.

P. ¿Qué le gusta de Vallecas?

R. Tiene algo de la gente sin zapatos como me gusta a mí llamarlos. Me gusta que haya ese punto de humildad alrededor del club, un punto que ha hecho que no se pierda el contacto humano. Vallecas es algo cercano, guarda la esencia del fútbol.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de deportes, especializada en polideportivo, temas sociales y de abusos. Ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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