El repunte de Luis Suárez

Su partido ante el Granada estaba siendo redondo, con una asistencia de gol a Messi, con un chut que luego Rakitic validaría en diana y con un gol suyo. Pero en la tableta del cuarto árbitro se iluminó el 9. Luis Suárez, entonces, frunció el ceño, remilgó y chocó las manos con Pedro para negar con persistencia en el banquillo, disconforme con el relevo. “Es complicado”, cuentan desde el vestuario; “se sabe que a Messi no lo cambiará porque lo necesitamos, por lo que a Neymar o a Luis les toca cambiarse de vez en cuando. Y a ninguno de los dos, como a cualquier otro, les hace gracia”. Lo mismo le da a Luis Enrique: “Yo me centro en lo que hacen los jugadores en el campo, sólo me preocupa el partido con el Villarreal”. La vuelta de la semifinal copera (3-1 en la ida, 20.00, Canal+ 1) donde, presumiblemente, jugará el tridente universal, aunque Luis Suárez —como Mascherano— esté apercibido.

“Tenemos en cuenta que están apercibidos, es evidente que condiciona, pero para jugar una final hay que ganar”, resolvió Luis Enrique, que siempre ha confiado en los tres de arriba cuando hay un partido exigente (y cuando no lo es tanto, también). Quizá tiene en la retina una de las pocas veces que el equipo se reservó en una eliminatoria importante; fue en 2007 ante el Getafe y el Barça, con Messi en casa, perdió 4 a 0. “No vamos a especular. Estamos en un momento óptimo en cuanto a físico y resultados”, recordó el entrenador. Igual que Suárez, que suma cinco goles en los últimos cinco partidos y que se define en el área antes que como futbolista de coro. De hecho, de sus 10 tantos, todos fueron desde dentro del área menos uno (ante el Athletic); del mismo modo que siete fueron a un toque, dos en dos y sólo en uno empleó tres toques.

Aunque da menos pases que Neymar y Messi, sale a una asistencia cada dos partidos

No hace mucho, el 9 se enredó en un ejercicio en la ciudad deportiva donde le tocaba ser comodín, surtir a los compañeros de pases y mantener la posesión del equipo atacante. “Es un jugador que se mueve de maravilla y en los entrenamientos cada bola que coge la enchufa”, dicen en el camerino. Pero le cuesta más la mezcla, habituado a ser el punto final del ataque o el último agitador. Por algo Messi decidió regresar al costado y dejar que Suárez se expresara en el área.

“Aquí me llegan jugadores que vienen con un equipamiento de serie espectacular”, sugirió Luis Enrique; “y esto es un deporte colectivo”. Así, aunque el 9 ya se haya adaptado al Barça y su rendimiento sigue in crescendo —en 2014 jugó 11 partidos después de cumplir la sanción por morder a Chiellini a finales de octubre y marcó tres goles y dio seis asistencias; y en 2015 suma 13 duelos, 7 dianas y 7 pases de gol—, es el que menos participa del juego fusionado. Messi, por ejemplo, da bien el 83,5% de los pases, por el 80,7% de Neymar y el 76,8% de Suárez. Algo similar ocurre con los regates: Messi sale airoso en el 51,9% de sus intentos de quiebro, por el 41,6% de Neymar y el 35,4% del 9.

Pero Suárez suma 10 asistencias en Liga y Champions, lo que sale a 0,5% por duelo, las mismas que Messi y por encima del brasileño, que se queda en 0,25%. El área es su casa.