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Exhibición del Sky en la etapa reina

Porte y Thomas, primero y segundo, llegaron destacados a la cima de la Croix de Chaubouret

Carlos Arribas
Porte y Thomas, en su sprint final hacia la meta en la cima de la Croix de Chaubouret.
Porte y Thomas, en su sprint final hacia la meta en la cima de la Croix de Chaubouret.SEBASTIEN NOGIER (EFE)

En la Croix de Chaubouret los prodigios no son extraños.

En la Croix de Chaubouret, un estrecho y empinado camino que recorre el macizo del Pilat entre bosques protegiendo Saint Étienne, Charly Gaul se ganó las alas de ángel. Lo cuenta hoy ‘L’Équipe’ recordando una victoria del luxemburgués de los ojos claros en una carrera en 1954 y una crónica en la que por primera vez le llaman ‘ángel’. La Croix de Chaubouret, en 1997, la recorrió como una llama una exhalación contrarreloj y contra todos llamada Jan Ullrich, tres minutos más rápido que los mejores, incluido Olano, camino de su victoria en el Tour. El mismo camino, esta tarde, casi primaveral de la París-Niza, dos fenómenos vestidos de negro y azul lo esprintaron cuesta arriba hacia la meta tan veloces como si estuvieran descendiendo hacia la ciudad, unidos como si compartieran un tándem. Detrás de ellos, detrás de la pareja del Sky, Geraint Thomas y Richie Porte, tan amigos ya en el Algarve hace un mes, el vacío. Y poco después, sus rivales derrotados y alucinados: el escalador norteamericano Tejay van Garderen, de físico escuálido de deshollinador; el campeón del mundo, ya fino y en forma, Michal Kwiatkowski; su antecesor, el portugués Rui Costa; el vasco Gorka Izagirre; el murciano Rubén Fernández, derrotado por su entusiasmo y por un descuido que le hizo caerse en mitad de un ataque…

Estoy en 59 kilos, dos menos que hace dos años", dijo Porte

Richie Porte ganó la París-Niza en 2013 con exhibiciones similares ante Nairo Quintana; después, en las etapas más duras del Tour, era el único capaz de aguantar el ritmo terrible de su jefe, Chris Froome. En 2014 la vida de Porte en las carreras fue miserable. Enfermó y engordó. “Pero he vuelto a encontrarme. Me he quedado sin culo”, dijo el tasmano volador tras ganar la etapa y colocarse segundo en la general, a 1s de Kwiatkowski. “Estoy en 59 kilos, dos menos que en 2013”. Su líder, Froome, sin embargo, está enfermo. Para ganar por segunda vez la carrera, Porte cuenta con una etapa propicia, la cronoescalada del domingo al col d’Éze, que ya dominó maravillosamente hace dos años, y una dudosa, la del sábado camino de Niza, con el descenso hacia la capital de la Costa Azul desde La Turbie. “Si, como se anuncia, llueve”, dijo Kwiatkowski, magnífico en los descensos como demostró ganando el Mundial en Ponferrada, “podría hacer daño”.

Por otro lado, la primera etapa de la Tirreno-Adriático se resolvió al sprint en Cascina, la capital de los ebanistas. Después de una caída en los últimos de Modolo, Mezgec y Viviani que descolocó a Cavendish, se impuso el campeón belga, Jens Debusschere. Purito Rodríguez y Daniel Moreno se vieron envueltos en una caída a 13 kilómetros de la meta. Purito, como los demás favoritos, Nibali, Urán, Contador y Quintana, llegaron con el pelotón. Moreno perdió casi 8m.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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