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María Vasco: “Marché para comer, corro para disfrutar”

La medallista olímpica en marcha, afronta en Barcelona su primera experiencia en el maratón

Robert Álvarez
María Vasco en la Avenida Maria Cristina de Barcelona.
María Vasco en la Avenida Maria Cristina de Barcelona.JUAN BARBOSA

De la marcha a la carrera. De los 20 kilómetros contoneando la pelvis, siempre con un pie en el suelo, a los 42,195 kilómetros corriendo. De 27 años practicando la marcha y de una exitosa carrera deportiva, a la inmersión en otra de las más exigentes disciplinas atléticas, el maratón. María Vasco se ha fijado el reto eludiendo objetivos quiméricos. Y con un convencimiento: “Si eres una buena marchadora, no puedes ser una buena corredora”.

Tras dar por concluida su trayectoria en la marcha, en noviembre de 2013, a la atleta barcelonesa, medalla de bronce olímpico en Sidney 2000 y en el Mundial de Osaka 2007 en los 20 kilómetros marcha, se aficionó a correr. Hoy se apostará en la salida de la Avenida Reina Maria Cristina con la intención de llegar alrededor de tres horas después al mismo punto tras recorrer 42,195 kilómetros por Barcelona.

Busco la eficiencia. No levanto mucho los pies. No es un estilo bonito. Corro muy bajito” María Vasco
María Vasco.
María Vasco.JUAN BARBOSA

Al gusanillo habitual de quienes afrontan semejante reto se añaden dos cuestiones que acrecientan sus nervios: se ha erigido en uno de los iconos del Zurich Maratón de Barcelona y una lesión en los isquios ha perturbado su preparación en las últimas semanas. Reconsideró su objetivo inicial y se ha concedido diez minutos más para cumplirlo, hasta las tres horas. “No pretendo ni ganarme una beca ni ganar ningún campeonato”, expone. “Nervios voy a tener, eso está clarísimo. Estamos hablando de una distancia que ni controlo ni sé cómo es. Pero es diferente a cuando me jugaba mi beca. Marché para comer. Ahora, corro para disfrutar. Los nervios serán por la curiosidad, la incertidumbre de qué va a pasar”.

Desde que dejó la marcha y se fijó el objetivo de completar los 42,195 kilómetros, se ha curtido en varias carreras de medio maratón. La más larga, de 30 kilómetros, distancia alternativa que se disputó en el Maratón de Tarragona, y en la que se impuso con un tiempo de 2 horas y 4 minutos.

El cambio de especialidad lo nota, sobre todo, en la técnica y en la adaptación de su físico a la carrera. “Me defiendo. Busco la eficiencia. No levanto mucho los pies ni las rodillas para no sufrir mucho con el impacto sobre el asfalto. Afortunadamente no peso mucho. No es un estilo bonito, pero no me voy a poner a trabajar la técnica a mi edad (cumplió 39 años en diciembre). Corro muy bajito. Algunos me dicen que no se sabe bien si corro o si marcho”, dice divertida. La distancia es lo que le crea mayor incertidumbre. “Todo el mundo me habla del famoso muro del maratón. Tengo un gran respeto por esa barrera de los 30 kilómetros”, admite. “Cada carrera y cada persona es diferente. Ese muro siempre puede estar ahí, dependerá del ritmo de la carrera y de cómo me encuentre”.

María sabe que compartirá esfuerzos con el numeroso grupo de más de mil atletas, de los 19.200 inscritos, cuyo objetivo es concluir la prueba alrededor de las tres horas. Sin embargo, los focos se centran en ella. “Eso no me crea presión. Me encanta que exista ese interés, aun sabiendo que tengo mis limitaciones, que no voy a destacar en esto. Me siento una privilegiada, pero no quiero hacer sombra a nadie y mucho menos al montón de atletas españolas que quedarán muy por delante de mí”. La mejor marca de las atletas inscritas es la de la keniana Frashiah Nyambura con dos horas y 32 minutos, mientras que en hombres son las de los keniatas Lawrence Kimayo y Abraham Too, con dos horas y siete minutos.

Todo el mundo me habla del famoso muro del maratón. Tengo un gran respeto por esa barrera”

“Sé que voy a sufrir mucho”, reconoce. “Pero siempre voy al límite, me dejo la piel. No sé hacer las cosas a medias. Y quiero recompensar la apuesta de los organizadores por mí”. María es entrenadora personal de pruebas de fondo en la cadena de gimnasios y centros de salud Home Place y dirige a un grupo de niñas, de 7 a 13 años, que practican la marcha en el Club de Atletismo Gavà. “No quiero entrenar a profesionales, me motiva más dirigir a las que empiezan de cero”, afirma. Esas ocupaciones le han impedido prepararse para el maratón como hubiera querido. Se resiste a verbalizar su ilusión por competir en otro maratón, el de Nueva York, por ejemplo. “De momento, me centro en terminar este; después en recuperarme para poder prepararme para otro, si fuera el caso, más a fondo. Pero ahora, necesitaré descansar”. Eso será después de correr por media Barcelona, con un lema en mente, el que consigna en su página web: “¿Por qué caminar si puedes volar”.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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