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Chantaje a la fórmula 1

Si hace unos años Mercedes amagó con dejar el Mundial si no había un cambio en la normativa, ahora le toca a Red Bull

Oriol Puigdemont
Ricciardo, durante una parada en boxes en Melbourne
Ricciardo, durante una parada en boxes en MelbourneMark Thompson (Getty)

La mala gestión que arrastra el Mundial de Fórmula 1 desde hace tiempo deja el campeonato en manos de los constructores más poderosos, que tienen tanto peso específico como para que la normativa técnica vaya y venga como lo ha hecho en los últimos años. Poco tiempo después de haberse reincorporado al certamen como escudería (2010) más de medio siglo después de haberlo abandonado, la marca alemana coaccionó con toda su influencia para que la Federación Internacional del Automóvil (FIA) promoviera un cambio de reglamento con tal de incorporar la tecnología híbrida. Este nuevo escenario entró en escena la temporada pasada y Mercedes no ha dejado de encadenar victorias desde entonces, 16 de 19 en 2014 y la primera de 2015 que Lewis Hamilton se adjudicó este domingo en Australia.

Cuando nosotros ganábamos nunca lo hicimos con tanta ventaja como la que ahora tiene Mercedes" Christian Horner,  jefe de Red Bull

Esta última carrera dejó bien claro que el dominio del fabricante de Stuttgart es todavía más aplastante, y eso que no tiene ninguna necesidad de exprimir al máximo el potencial que esconde el W06. Además, también se confirmó el salto de calidad que Ferrari dejó entrever durante el invierno, una mejora significativa que le empareja con Williams o que incluso coloca a la estructura de Maranello un paso por delante de la Grove (Reino Unido). Sin embargo, uno de los aspectos más llamativos de esta primera cita del calendario fue el retroceso dado por Red Bull, que las está pasando canutas por culpa de una unidad de potencia que empuja poco y mal, de golpe. En Melbourne, el primer prototipo motorizado por Renault en cruzar la meta fue el RB11 de Daniel Ricciardo, que lo hizo el sexto pero a una vuelta del vencedor. El de su compañero, Daniil Kvyat ni siquiera pudo tomar la salida.

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La situación es dramática para la compañía energética, que amparada en la incapacidad del suministrador francés ha decidido pasar al ataque. Quien alzó la voz fue el de siempre, Helmut Marko, el máximo responsable del área de F-1 del búfalo rojo y principal asesor de Dietrich Mateschitz, el propietario del imperio Red Bull. “Este verano volveremos a evaluar la situación como cada año y veremos qué balance hacemos entre los costes y lo que obtenemos. Si no nos convence podemos contemplar dejar la F-1. Efectivamente, existe el riesgo de que el señor Mateschitz pierda la pasión que tiene por esto”, soltó Marko en el paddock del Albert Park. “Estas unidades de potencia son una solución errónea, y diría lo mismo si Renault estuviera al frente. Un diseñador como Adrian Newey está castrado por esta competición de motores. Estas normas matarán este deporte”, se despachó el expiloto austríaco, sin acordarse de las palizas impartidas por Sebastian Vettel entre 2010 y 2013, cuatro coronas de carrerilla.

Christian Horner, jefe del equipo Red Bull
Christian Horner, jefe del equipo Red BullMark Thompson (Getty Images)

Evidentemente, el jefe de equipo de la tropa de Milton Keynes se sumó a la fiesta. “Cuando nosotros ganábamos, y nunca lo hicimos con tanta ventaja como la que ahora tiene Mercedes, se prohibieron los difusores soplados y se obligó a cambiar la posición de los escapes, además de tener que cambiar los mapas electrónicos con el campeonato en marcha”, añadió Christian Horner. “No tengo nada en contra de Mercedes. Han hecho un trabajo estupendo y tienen a dos grandes trabajos. Pero el problema es que la diferencia con ellos es demasiado grande y eso no es saludable para la F-1”, zanjó el británico, que inmediatamente encontró la réplica de Toto Wolff, su homólogo en Mercedes: “Yo de ser él pensaría: hay que bajar la jodida cabeza, trabaja duro y trata de salir de esta”.

La coyuntura actual y el poder que concentra Red Bull, que en este asunto irá además de la mano de Ferrari, vaticinan otra buena sacudida al reglamento que inicialmente estaba prevista para 2017. La cuestión pasa por saber si dada la supremacía de Mercedes, esta enésima revolución se precipitará.

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