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La revancha de Oblak

El meta esloveno se convierte en uno de los héroes del pase del Atlético a cuartos y se rehabilita tras su mal debut en Atenas

Ladislao J. Moñino
Oblak celebra con sus compañeros el pase a cuartos
Oblak celebra con sus compañeros el pase a cuartosGonzalo Arroyo Moreno (Getty Images)

“Nunca pienso en si pagaron por mí 16 millones de euros”, dice Jan Oblak cuando se le inquiere por su condición de portero más caro de la historia del fútbol español. “Aunque hayas costado un euro da igual, tienes que hacerlo bien”, abunda el meta. La lesión de Moya en los isquiotibiales le facilitó a Oblak la revancha de su negro debut en Atenas. Allí el Olympiakos le hizo encajar tres goles en los tres primeros disparos. Aquello tiró abajo el plan de Simeone de darle la Liga de Campeones ante el asentamiento de Moyá en el inicio del curso. Ya quedó solo para la Copa. Con la eliminación a manos del Barça en cuartos de final, su temporada estaba finiquitada. Todo apuntaba a que ese cartel de excelente portero de entrenamientos iba a ser su calificación en su primera temporada. Cuerpo técnico y compañeros no han dejado de elogiarle en privado por acciones en el anonimato del Cerro del Espino. “En el fútbol si entrenas bien, siempre llega tu oportunidad. Entreno fuerte, algunos días es difícil, porque no siempre puedes estar feliz cuando no juegas. Intentas hacerlo todo mejor, para demostrar que te pueden dar una oportunidad”.

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En la liturgia de cada penalti que lanzó el Leverkusen, Jan Oblak fue a encararse con cada lanzador. En algunos, él mismo les llevaba el balón y se lo entregaba. En otros, trataba de entablar una de esas conversaciones desafiantes para desestabilizar. Terminada las artimañas, se situaba en la raya de gol relajado para aguantar al máximo antes de vencerse. Así le detuvo el penalti a Calhanoglou: “Siempre intento aguantar lo máximo”, apunta. Pablo Vercellone, el entrenador de porteros del Atlético, le aconsejó aguantar basándose en el cansancio físico de los alemanes. Oblak fue un témpano en la tanda: “Soy tranquilo porque es lo que tiene que transmitir un portero, el equipo debe notar esa tranquilidad desde atrás”, concluye.

En el vestuario coiniciden en describir a ese chico tranquilo, casero, que ha sabido esperar su oportunidad. En el club, también han visto en él reacciones que apuntan a una serenidad impropia de un portero en plena proyección que ha tocado más banquillo de lo que esperaba cuando llegó este verano. "Cuando hemos hablado con él para ver cómo procesaba su suplencia decía que estab tranquilo, que en el Benfica ya le sucedió algo parecido y terminó jugando", apuntan desde el Calderón.

Oblak aterrizó en el Benfica en 2009 con apenas 16 años. Se había formado en el Olimpia esloveno y desapareció unos días en secreto para llegar a un acuerdo con el conjunto portugués. Igual que se ajusta a ese perfil de témpano, también tiene un punto de rebeldía cuando decide que su futuro está en otra parte. En el Benfica, tras cuatro cesiones, decidió prolongar sus vacaciones en 2013. Cuando regresó, pidió disculpas a los aficionados, pero traía bajo el brazo una prolongación de su contrato hasta 2018. No la cumplió, cuando supo que el Atlético le rpetendía, también se declaró en rebeldía.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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