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Contador se queda sin aire ni victoria

Victoria para Van Garderen en la llegada a La Molina, en la que Froome pierde 28 minutos

Carlos Arribas
Alberto Contador, en la etapa del miércoles.
Alberto Contador, en la etapa del miércoles.TONI ALBIR (EFE)

Terminada la etapa reina con victoria del habitual Tejay van Garderen y liderato para el belga Bart de Clerq, una constatación se impone. Más que una carrera, la Volta a Catalunya es un acto fallido, una suerte de frustración crecida etapa a etapa.

Ya la víspera, el ganador del año pasado, Purito Rodríguez, uno de los ciclistas espectaculares, uno de los favoritos, anunció que no correría porque le dolía la tripa; quedaban, pues, tres tenores: Valverde, Contador y Froome. Antes de comenzar la primera etapa, Contador, quizás afectado por la tormenta interna que se vive en su equipo con el despido del mánager Bjarne Riis, y por lo peculiar que está resultando su acercamiento al Giro de Italia, ya advertía que esta Volta no era una carrera que le fuera muy bien, que apenas tenía dureza.

Horas después, terminada la primera etapa, tras una fuga descontrolada por un pelotón apático y tardío, la clasificación colocaba a tres secundarios al frente: un polaco, un francés y un belga. El polaco, Paterski, desapareció de la cabeza en la etapa del miércoles, en el primer puertecillo; el francés, Rolland, se difuminó esta tarde en la Creueta, el puerto más duro de la Volta, al pie de la subida final a la suave y gélida Molina; queda solo el belga, quien, siguiendo la lógica Diez negritos que se impone hasta ahora en la carrera más antigua del calendario español, debería abandonar mañana viernes, en Valls y sus calçots, el maillot blanco y verde de líder, pero detrás de él, a la espera, no están ni Froome, ni Contador ni Valverde, en quienes la afición tiene depositadas sus complacencias, sino Porte, Pozzovivo y Martin, que son buenos pero no son figuras. Valverde perdió varios segundos el miércoles tras una caída; Contador no ha encontrado dureza, ni sus piernas brillan como el querría, para marcar la diferencia, y de Froome no ha habido noticias más que 28 minutos después de que Van Garderen, de Montana e irregular, delgado como un deshollinador, y buen escalador, cruzara la meta en solitario.

 Y, por si ello fuera poco, del esperado duelo Contador-Froome, la revancha de Andalucía y de tantas batallas, ni asomo. Por un lado, ninguno está por encima de los demás: necesitan ambos aún un buen campo de entrenamiento en el Teide para ponerse a punto. Por otro lado, Froome, que regresaba a la competición después de pasar una pulmonía, rápidamente dejó ver que no iba a Catalunya con ánimo peleón. El líder de su equipo es Porte, ganador de la reciente París-Niza con exhibición en la Croix de Chaubouret y en el col d’Éze, y para porte, el Sky construyó la carrera en la Creueta. La subida final a La Molina sirvió para que Contador mostrara, como en el Terminillo, sus ganas infructuosamente, para que Porte exhibiera su punch y, quizás lo más hermoso, para ver a otro colombiano con clase, Darwin Atapuma, sobre quien su compañero en el BMC Van Garderen cimentó su victoria.

Eusebio Unzue, el director del Movistar, anunció que la fuga consentida daría sentido y espectáculo a la Volta, pues todos los favoritos deberían jugar al ataque. La general, con Porte a 21s del líder; Pozzovivo, ganador el miércoles en Girona, a 26s; Martin, ganador de la Volta del 13, a 27s; Contador, a 28s; Urán, a 45s, y Valverde, a 52s, parece darle la razón. Pero la igualdad no borra el aroma de frustración.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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