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DIARIO DEL PALOMERO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Escalofrío, una mole y mucho motor

Velas y un lazo negro en el aeropuesto de Bonn (Alemania) en recuerdo de las víctimas del accidente en los Alpes.
Velas y un lazo negro en el aeropuesto de Bonn (Alemania) en recuerdo de las víctimas del accidente en los Alpes.O. Berg (AFP)

26/03 Jueves

Como si no fuese suficiente drama que un avión se estrelle en los Alpes con 150 personas a bordo de las que vamos sabiendo historias poco a poco, la rueda de prensa del fiscal del caso ha hecho recorrer un escalofrío casi mundial. La noticia lo justifica, pues lo que ha venido a decir nadie lo esperaba. Resulta que fue un acto deliberado, pues el copiloto aprovechó que el capitán abandonaba la cabina para cerrarla a cal y canto y con una frialdad escalofriante lo hizo descender hasta estrellarlo contra una montaña sin que los gritos que debió escuchar al otro lado del la puerta sellada le hiciesen recapacitar.

¿Qué tipo y grado de trastorno (o maldad) tuvo que sufrir aquel copiloto para llevar consigo a la muerte a 150 personas?

Estas aterradoras revelaciones, por un lado explican lo que pasó y arrojan luz a unos hechos que desde el principio se consideraron extraños. Pero por otro abre otro enigma casi mayor: ¿Cómo es posible que un ser humano sea capaz de hacer una cosa así? ¿Qué tipo y grado de trastorno (o maldad, que no siempre hay que estar loco para ejercerla) tuvo que sufrir para llevar consigo a la muerte a 150 personas que tuvieron la desgracia de estar en el momento justo en el sitio equivocado? Los más necesitados de explicación, las familias de las víctimas, son golpeadas de nuevo con una realidad que hace más difícil el relativo alivio que daría su comprensión. Tanto que la novia de un chaval de Zaragoza, ha dicho que hubiese preferido saber que el copiloto era un terrorista. “Hubiese sido más fácil de entender”. Muy fuerte todo.

27/03 Viernes

Juega la España futbolera y gana sin brillo. Fin de la cita. Tengo la sensación que el matrimonio de nuestra selección con el aficionado sigue metido en una crisis que no se sabe todavía si terminará en reconciliación o ruptura. Sufrimos el mal de la nostalgia, pues no nos abandona el recuerdo de una época todavía cercana donde el amor hacia un estilo que unió la estética con la eficacia como pocos han logrado era incondicional y sin fisuras. Del Bosque se afana por luchar contra el pesimismo instaurado de que nada ya volverá a ser como antes, reivindica que seguimos teniendo grandes capacidades, pero cada partido que disputa deja más dudas que certezas.

Jaycee Carroll, del Madrid, ante Sofoklis Schortsanitis del Macabi Electra Tel Aviv, el pasado día 27.
Jaycee Carroll, del Madrid, ante Sofoklis Schortsanitis del Macabi Electra Tel Aviv, el pasado día 27.J. Soriano (afp)

Por Madrid pasa uno de mis ídolos. Tiene nombre de filósofo griego, Sófoklis Schortsanitis, pero juega a baloncesto. Lo mío con esta mole de 2,08 y peso fluctuante entre los 150 y los 165 kilos fue un flechazo a primera vista. Ocurrió en el Mundial de Japón, donde hizo su primera aparición internacional. Simpaticé con él en cuanto vi su enorme corpachón moviéndose con inusitada velocidad en terrenos donde el espacio escasea. Y le juré amor eterno el día de la semifinal contra EEUU, donde les hizo un roto descomunal a los afamados NBA y de alguna forma abrió la puerta a la medalla de oro española. Desde entonces me intereso por él siempre que entra en el radar de los equipos o selección española. Su carrera no ha sido quizás la esperada, probablemente por alguna hamburguesa consumida de más. Como en aquella semifinal histórica, su presencia en la cancha difícilmente va más allá de los 15-20 minutos, donde empiezas a temer que le de un patatús por falta de oxígeno, y como ha ocurrido hoy, no es extraño que se enrede en problemas de faltas personales. Pero sigue siendo un espectáculo verle mover su corpachón por la zona, y quitarse defensores de encima como si fuesen molestos mosquitos. Pasan los años y que sepas Sófoklis, que sigo siendo muy fan tuyo.

28/03 Sábado

Javier Fernández en los Mundiales de patinaje artístico de Shanghái.
Javier Fernández en los Mundiales de patinaje artístico de Shanghái.HOW HWEE YOUNG (EFE)

Javier Fernández se proclama campeón del mundo de patinaje artístico, completando un año fantástico. Sólo sabiendo el resultado soy capaz de ver su actuación, pues como me ocurre también con la gimnasia en todas sus variedades, me cuesta hacerlo en directo pues siempre me temo lo peor. Cada pirueta me solivianta, pues un error mínimo echa por tierra horas, días, meses e incluso años de trabajo. Son especialidades que me resultan crueles, basadas en la infinita repetición de movimientos que siempre penden de un hilo a punto de romperse en cuanto algún músculo o una posición del cuerpo no responda como corresponde. De ahí mi infinita admiración hacia todos ellos.

Sábado donde rugen motores de coches y motos, que coinciden por primera vez en la temporada durante un fin de semana. En Qatar se corre el primer gran premio del mundial de motociclismo, hasta ahora dominado con mano de hierro por Marc Márquez. Pero aunque todavía es pronto, parece que las cosas se han igualado y Dovizioso logra la primera posición en la clasificación. Cerca de allí, en Dubái, vuelve Alonso, que, todavía entre dimes y diretes sobre su accidente, se sube de nuevo a su McLaren. Ahí terminan las buenas noticias, pues ni siquiera pasa la Q1. Eso sí, se lo toma con humor y afirma que en dos o tres carreras peleará por la pole position. A la vista de las distancia que le separa de los mejores, quien dice dos o tres carreras, dice veinte o treinta.

29/03 Domingo

Pierde Nadal frente a Verdasco en Miami y de paso también el numero tres mundial y quién sabe si el cuatro. Como me fío más de sus sensaciones que de las mías, me preocupa que hable después del partido de cansancio y falta de confianza a la hora de mandar la pelota donde quiere. Físico y confianza en crisis, los dos pilares donde Rafa ha construido su monumental carrera. Afortunadamente en breve comienza la temporada de tierra, su hábitat más querido. Pero si él anda con la mosca detrás de la oreja, no es de extrañar que los aficionados también dudemos y asistamos con sorpresa a derrotas que hasta hace bien poco nos parecían inimaginables. Eso sí, como la tenis juegan dos, hay que felicitar a Verdasco, capaz de sobreponerse a la losa sicológica que haber perdido 13 de las 14 ocasiones anteriores en las que se había enfrentado a Nadal.

Valentino Rossi celebra su victoria en Qatar.
Valentino Rossi celebra su victoria en Qatar.STRINGER (EFE)

El cada día mayor protagonismo de los millones de los Emiratos Árabes en la organización de grandes competiciones deportivas tiene su máxima expresión en este domingo donde la F-1 recala en Dubái y las motos en Qatar. Pocas buenas noticias han llegado, lo que resulta sorprendente en el caso de nuestro moteros, que por primera vez en mucho tiempo, diez años nada menos, no logran subir al pódium en ninguna de las tres categorías. Los viejos roqueros nunca mueren y Valentino Rossi vuelve a ganar un gran premio. Con Rossi ocurre un poco como con Federer. Han sido tan grandes, que cualquier éxito en el final de sus carreras logra el difícil objetivo de ser bien recibido por todos. Su grandeza termina por convertir en anecdótico sus países de origen, para pasar a ser patrimonio de todos.

En Dubái, como lo de Alonso y McLaren parece no tener remedio a corto plazo, más reconfortante resulta fijarse en Carlos Sainz, que ha vuelto a estar magnífico. Dos carreras, un noveno y un octavo puesto, puntuando en ambas, y con una remontada desde la decimoquinta posición. Para empezar su carrera en F1, muy esperanzador y difícilmente mejorable por ahora. Ganó Vettel y lo consiguió a los mandos de un Ferrari. Pero bueno, ¿no era un desastre esa escudería?

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