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El Sevilla asfixia al Athletic

Un fantástico primer acto del equipo andaluz destroza al cuadro de Valverde Muniain se retira del campo en camilla y puede tener una grave lesión

Rafael Pineda
Muniain es retirado en camilla del Pizjuán.
Muniain es retirado en camilla del Pizjuán.CRISTINA QUICLER (AFP)

El Sevilla no quiere parar. No lo desea. Se siente intenso y fuerte. Capaz de todo. Su fútbol vigoroso derritió a un Athletic asfixiado, destrozado primero a pases de 40 metros y luego con el estupendo fútbol de los de Emery. Un técnico que ha logrado, por ejemplo, que Banega, un descarte del Valencia, vuelve a sentirse como un gran futbolista. El primer tiempo del equipo andaluz fue, sencillamente, primoroso. Un fútbol vibrante e intenso, eficaz y, por momentos, hasta muy bonito, sobre todo en las estelares acciones del resucitado Banega.

El brillante primer acto le dio al Sevilla para destrozar a un Athletic que venía lanzado y se marchó tocado por la derrota y la lesión de Muniain. Es cierto que los de Valverde siempre lo intentaron, pero su fútbol de toque no le hizo daño a un fantástico Sevilla. El triunfo le permite al cuadro andaluz meter mucha presión a Atlético de Madrid y Valencia, al mismo tiempo que otorga todavía más crédito al buen trabajo de Emery, que se merendó a Valverde con un planteamiento perfecto. Intratable en Nervión, donde no pierde desde el 13 de marzo del año pasado, el Sevilla entra en la fase final de la competición lanzado y con fuerzas para aspirar a la Liga de Campeones. El Athletic, a lo suyo, con la mente puesta en la final de Copa contra el Barcelona.

SEVILLA, 2 - ATHLETIC, 0

Sevilla: Sergio Rico; Coke, Pareja, Carriço, Tremoulinas; Krychowiak, Iborra (Fernando Navarro, m. 81); Aleix Vidal, Banega, Vitolo (Denis Suárez, m. 74); y Bacca (Gameiro, m. 65). No utilizados: Soria; Diogo, Reyes y Deulofeu.

Athletic: Iraizoz; De Marcos, Etxeita, Laporte, Balenziaga; San José, Beñat; Williams, Mikel Rico (Ibai Gómez, m. 77), Muniain (Iraola, m. 43); y Aduriz (Guillermo, m. 60). No utilizados. Remiro; Gurpegi, Iturraspe y Unai López.

Goles: 1-0. M. 3. Aleix Vidal. 2-0. M. 21. Bacca.

Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Laporte, Pareja, Vitolo, Iraola, Banega y Beñat.

Ramón Sánchez Pizjuán. 27. 752 espectadores.

Casi todos los partidos que se juegan después de un parón de selecciones suelen tener un pronóstico incierto. Los viajes de los internacionales, las idas y venidas y, en el caso de Sevilla, además, los festejos de la Semana Santa, suelen alterar el normal funcionamiento de los equipos. No faltó, tampoco, un calor sofocante en Sevilla, que ya son ganas de poner a las cuatro de la tarde los partidos en abril en la capital de Andalucía. Fueron los ingredientes destinados a aliñar un partido al que, a priori, llegaron Sevilla y Athletic como dos auténticos bólidos. Como si se tratara de un auténtico huracán, el equipo andaluz machacó a los de Valverde, sorprendidos por su ímpetu, doblegados por los pases largos de Pareja y Banega.

En un suspiro, el Sevilla marcó en una jugada en la que Iraizoz precipitó su salida y Aleix Vidal marcó a puerta vacía. El Athletic no se le creía, sin encontrar nunca al recuperado Aduriz, intentando con su fútbol de toque hacer cosquillas a un equipo de hierro. Emery había sabido sortear la adelantada presión del Athletic con balones en largo, aunque el Sevilla se fue soltando. Enlazó jugadas y llegadas, bajo el mando de Banega, y metió el segundo como pudo hacer un par más de goles. Ahora, el Sevilla es una máquina engrasada, que repliega a la perfección y sale con endiablada velocidad al contragolpe. Pudo acortar distancias el Athletic en un balón que sacó Pareja bajo palos, pero se consumió con la lesión de Muniain.

Sobraron muchos minutos de la segunda mitad. El Athletic insistió e insistió, con toques continuos al balón, pero estériles, sin peligro real frente a un Sevilla que se relajó, consciente de su superioridad. Llegó el Athletic en dos o tres buenas acciones, resueltas por Rico, pero el triunfo del Sevilla jamás peligro. Ni cuando el equipo de Emery se salió en la primera mitad ni cuando se relajó en la segunda. Es lo que tiene ganar y ganar, que hasta parece que es fácil hacerlo.

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