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Se gusta el Rayo y se gusta el Madrid

Los de Ancelotti padecen primero ante un buen rival y se imponen después con autoridad Cristiano, que hizo su gol 300 con el equipo blanco, y James, determinantes

José Sámano
Cristiano marca el primer gol del Madrid.
Cristiano marca el primer gol del Madrid.Alejandro Ruesga

Dos Rayos y dos Madrid. Con la primera versión de cada cual, los rayistas vencieron a los puntos con claridad, pero sin gol. Eso es asunto de los grandes, caso del Madrid, que con su mejor glosa del segundo tiempo impuso los galones. Unos y otros contribuyeron a la mudanza. Los jugadores rayistas perdieron oxígeno, los de Ancelotti poblaron mejor el eje del campo, y a partir de la nueva táctica todo le resultó más fluido. Una suerte para la puntualidad de Cristiano, otra vez en mayúsculas, decisivo de nuevo. Con el gol del portugués e Isco ya sumado a la zona media en detrimento de Benzema, el Madrid cerró la noche en alza, con autoridad. Antes, de entrada, hubo otro partido, el protagonizado por un Rayo que encandila con motivos.

Qué encanto tiene el Rayo. No hay apuesta más fascinante en la Liga española, porque no hay nadie más audaz que estos chicos de este barrio futbolero por excelencia. Y excelencia es la que tiene este equipo de ese quijote llamado Paco Jémez, empecinado en crear un conjunto con etiqueta, no uno cualquiera. El hombre está convencido hasta la médula de que la creatividad no conspira contra la eficacia, lo mismo da la tabla de presupuestos. No es una utopía, a la vista está.

Los locales fueron ese equipo de taquicardias que se despliega a pecho descubierto

El Rayo es el heroísmo de la debilidad, aunque lo pague al final y se imponga la lógica. Solo así se explica que sea capaz de dar pases hasta el delirio, de tirar el fútbol a la cara de un mismísimo Real Madrid, que cazó moscas durante el primer tramo. El Rayo fue el Rayo, ese equipo de taquicardias, que se despliega a pecho descubierto, que acaba por confundir a cualquiera. Cuánto cuesta detectar su juego. Los centrales no dan un patadón ni al borde del abismo, los laterales son extremos o lo que se tercie, los arietes pueden ser por instantes los primeros tapones en el medio campo. Nadie vive en el nido. Todos mosqueteros, para construir y más si cabe para recuperar la pelota, siempre juntos. Avanza y avanza, no retrocede ni a tiros hasta que se queda sin fuerzas.

Rayo, 0-Madrid, 2

Real Madrid: Casillas; Carvajal, Ramos, Varane, Marcelo; Modric, Kroos, James (Nacho, m. 90); Bale (Chicharito, m. 90), Benzema (Isco, m. 71) y Cristiano Ronaldo. No utilizados: K. Navas; Coentrao, Illarra y Jesé.

Rayo Vallecano: Cobeño; Tito, Amaya, Zé Castro, Nacho; Fatau (Jozabed, m. 56), Trashorras; Kakuta, Bueno (Miku, m. 68), Embarba (Aquino, m; y Manucho. No utilizados: C. Álvárez; Ba, Insúa y Liça.

Goles: 0-1. M. 67. Cristiano Ronaldo, de cabeza, a pase de Carvajal. 0-2. M. 73. James, de disparo ajustado con la izquierda.

Árbitro: Melero López. Amonestó a James, Tito, Nacho, Cristiano, Bale, Kroos, Carvajal, Cobeño y Amaya.

14.000 espectadores en Vallecas.

Con su intrepidez, suyo fue el primer tiempo, acto en el que solo le faltó el gol. El Madrid sobrevivía con la pértiga de Sergio Ramos para despejar y despejar, y la agilidad de Iker Casillas, capital en un remate de Manucho y otro, más picante aún de Trashorras, que cabeceó a bocajarro pero ahí estaba el capitán visitante. Los focos eran para Casillas, sin pistas de Cobeño, relevo a ultimísima hora de Cristian Álvarez, lesionado en el calentamiento. Gobernaba el Rayo, con la pelota de pie a pie; quería correr el Madrid, otro tipo de juego. Pero para citar en la lejanía a sus tres delanteros requería la presencia del faro, de la guía del medio campo, propiedad de los locales. Ancelotti prescindió de Isco y entre Kroos, Modric y James se veían subyugados por el avispero rayista, siempre en superioridad en esa zona. Desenchufados Cristiano, Bale y Benzema, cuarteado el grupo, los madridistas no tenían hilo.

Aturdido el Madrid, el Rayo cerró el primer tiempo con motivos para fardar. Ocurre que su osadía requiere de una concentración absoluta, cualquier disfunción, cualquier apoyo que no llegue puntual le deja a la intemperie. Cuando pesan, las piernas pueden con la mente y la muchachada de Paco pagó su conmovedor esfuerzo inicial. Los jugadores ya llegaban con retraso a los auxilios, poco a poco el equipo se agrietó, con lo que ello supone para quien se expone en el alambre. El Madrid, muy fresco, tuvo más depósito y se le abrieron todos los espacios. Una gozada para Cristiano y los suyos. Para Carvajal, por ejemplo, que pasó de padecer a Embarba a sacarle la cadena. La jugada del primer gol retrató a las mil maravillas el vuelco del partido. El lateral madridista esprintó con el extremo rayista, al que dejó a rebufo antes de asistir a CR, que cabeceó a la red sin remedio para Cobeño. El bizarro Rayo ya solo atisbaba gigantes.

El portugués, James y Kroos no estarán el sábado ante el Eibar por tarjetas

Poco antes del despegue visitante con el 300º gol con el Madrid de ese glotón que es Cristiano, el portugués reclamó lo que pareció penalti sí o sí de Amaya, que le atropelló en su carrera hacia Cobeño. Humano como es, cabe que no lo percibiera el árbitro, pero en ningún caso fue un desmayo simulado del luso, que encima se llevó una tarjeta. El encuentro aún estaba en el aire, y la jugada irritó a Ronaldo. El sábado, ante el Eibar, cumplirá ciclo. Lo mismo que Sergio Ramos y Kroos. Ancelotti ya no tendrá que gestionar a los “innegociables”. A Isco, por ejemplo, relevo de Benzema tras el primer tanto. Con otro volante más, el Madrid se armó mucho mejor, todo fue más articulado.

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Isco irrumpió poco antes de que James, su rival por el puesto, se apuntara otra diana, un remate preciso con la zurda tras asistencia de CR, que estuvo en todas cuando el Rayo perdió las riendas. Nada deben reprocharse en Vallecas con este equipo que es su orgullo con total merecimiento. Si acaso debe hacerlo el Madrid cuando revise el primer acto. En la reanudación, nada que ver. Otro Madrid, ya creciente y con aplomo. Intenso, vertical y con pegada. Se ganó con argumentos seguir discutiendo en la Liga. Tuvo un tiempo para gustarse, lo mismo que el Rayo.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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