_
_
_
_
_

Guardiola y Thiago, de la mano

El regreso del centrocampista auxilia al técnico en su momento más crítico en el Bayern

Guardiola y Thiago se abrazan en el partido ante el Oporto.
Guardiola y Thiago se abrazan en el partido ante el Oporto.G. Schiffmann (AFP)

Thiago Alcántara regresó para escribir su historia futbolística el pasado 4 de abril, poco más de un año después de que su rodilla derecha crujiese en un partido contra el Hoffenheim, tras sufrir tres operaciones y ejercer como involuntario detonante del enfrentamiento, devenido en divorcio, entre el cuerpo técnico y el médico del Bayern de Múnich. “Es un reinicio”, atinó a catalogar pleno de emoción tras jugar veinte minutos de vuelta en el campo del Borussia Dortmund. Fue como si nada hubiese pasado, saltó al campo, alzó la frente y no dejó de pedir la pelota al pie con la jerarquía de los valientes. “Es un absoluto genio”, concluyó Karl-Heinz Rummenigge, presidente del Bayern y dos veces mejor futbolista de Europa.

“Es muy importante para nosotros”, le alabó su entrenador tras eliminar al Oporto

Han pasado dos semanas y la genialidad de Thiago se ha convertido en decisoria. Marcó el gol que dio vida a su equipo en la ida de la eliminatoria contra el Oporto y anotó el que inició la remontada en la vuelta. El carrusel de prodigios conlleva también otro de emociones. Tras aquellos minutos en Dortmund dejó el campo entre lágrimas emocionadas y al llegar a la zona del banquillo se fundió en un duradero abrazo con Manel Estiarte. Este miércoles esa expresión pública fue con Pep Guardiola. Aclamado por la hinchada, felicitado por los compañeros, Thiago se fundió con tanta energía al entrenador que incluso lo alzó al cielo bávaro. “Con futbolistas así y dirigiendo grandes equipos es fácil”, zanjó el técnico cuando le hicieron ver tras el partido que en su sexta participación como entrenador de la Liga de Campeones ha conseguido llegar seis veces a semifinales.

El retorno del medio español ahoga un tanto el conflicto por la marcha del médico

Guardiola quiere trazar un perfil bajo, pero su trayectoria le eleva tanto como lo hizo Thiago. Todos sus movimientos se escrutan. La UEFA le ha abierto un expediente sancionador por comparecer en la rueda de prensa oficial del lunes pasado con una camiseta en la que se podía leer el hashtag #JusticiaParaTopo, en referencia a la campaña que reclama que se esclarezcan las circunstancias de la muerte del periodista Jorge Topo López durante el pasado Mundial. En junio se cumplen ocho años del inicio de su carrera como entrenador. En su primera campaña ascendió al filial del Barcelona a Segunda B. Y a partir de ahí, excepto la temporada de su voluntario retiro en Nueva York, la Liga de Campeones le retrata en el éxito. Ganó la competición dos veces con el Barcelona (2009 y 2011) y en tres oportunidades se quedó en la penúltima instancia eliminado. Pero a Guardiola le mueve ahora la revancha de la última Liga de Campeones, un 0-4 contra el Real Madrid en el partido de vuelta que, según recogió Martí Perarnau en su libro Herr Pep, la huella del primer año del técnico en Munich, Pep considera su “peor cagada” desde que dirige un equipo.

Una trayectoria triunfal

Guardiola finalizó su carrera como jugador profesional en 2006 (había debutado en 1990), con 35 años. Ese mismo año se sacó el título de entrenador de fútbol. En junio de 2007 toma las riendas del Barcelona B, con el que consigue el ascenso a Segunda B. Días después es presentado como entrenador del primer equipo, en sustitución de Rijkaard.

Hombre de la casa (empezó de recogepelotas), marcó una época de éxitos en el club catalán en sus cuatro temporadas, entre la 2008/09 y la 2011/12: dos Champions League, tres Ligas, dos Copas del Rey, tres Supercopas de España, dos de Europa y dos Copas Mundiales de Clubes son su saldo.

La llegada de Llegó al Bayern se confirmó en enero de 2013. Firmó por tres años y 17 millones de euros al año, (pasando a ser el mejor pagado del mundo). Ha ganado una Bundesliga, una copa, un Mundial de Clubes y una Supercopa de Europa.

Como técnico se ha clasificado para seis semifinales de Champions de seis intentos, cuatro con el Barça (ganó dos) y dos con el Bayern (perdió en 2014 con el Real Madrid).

Potencial lastrado

Hijo de brasileños (su padre es Mazinho, campeón mundial con la Canarinhaen 1994), Thiago Alcántara nació en Italia, pero se crió y se formó futbolísticamente en España —a partir de los 14 años, en La Masia—. Desde su debut azulgrana en 2009, ganó con el Barça una Champions, cuatro Ligas, una Copa, dos Supercopas de España y una de Europa.

Se sumó al nuevo proyecto de Pep Guardiola en el Bayern en la temporada 2013/2014. Aunque en esa primera temporada de hizo con el doblete Bundesliga-Copa, la lesión en su rodilla derecha, que duraría un año y una semana, solo le permitió jugar 11 y dos partidos en cada torneo. En la Champions, de la que su equipo fue apeado por el Madrid en semifinales, solo jugó tres. Marcó dos goles en Liga.

Tampoco este ejercicio ha podido demostrar demasiado: dos partidos de Champions (con dos goles, eso sí) y cuatro en Liga es todo lo que el internacional español ha podido disputar.

Thiago ya se había perdido aquel doble duelo contra los blancos y se quedó fuera de un Mundial en el que tenía reservado un papel estelar para Vicente del Bosque. “O él o nadie”, había dicho Guardiola sobre el hijo de Mazinho cuando se planteó su llegada. Pese a los 25 millones de euros gastados, era una apuesta de poco riesgo, futbolista dominante en dos campeonatos de Europa sub-21, donde no solo venció, sino que fue nombrado como mejor futbolista del torneo. Nacido en Italia, se crió en Galicia, creció en Barcelona, sus padres son brasileños, defiende la camiseta de la selección española y ahora vive en Alemania, donde llegó frustrado por la ausencia de oportunidades en un Barça plagado de talento y de mitos. Tiene el descaro de los que saben y no duda en tomar el mando en un equipo que no solo concede gran importancia a la heráldica sino que alinea a bastantes campeones del mundo. “Es muy importante para nosotros”, apuntó Guardiola la tarde de su regreso en Dortmund. Ante el Oporto y con su batuta el Bayern obvió sus notables ausencias (Robben, Ribery, Alaba, Schweinsteiger o Benatia) y aparcó el cisma generado tras la renuncia del médico Hans Wilhelm Müller-Wohlfahrt, presentada al sentirse señalado tras la debacle de Portugal.

El cisma entre el todopoderoso Mull y Guardiola comenzó por la desazón de éste al percibir al poco de llegar a Munich que ningún médico presenciaba los entrenamientos del equipo, estaba con ellos en fases tan vitales como la pretemporada y que los jugadores lesionados tenían que acudir al centro de la ciudad a la consulta del galeno. La ascendencia de éste sobre la jerarquía del club es mayúscula: todos los exjugadores que ahora rigen la entidad pasaron por su camilla desde que en 1970 comenzó a trabajar para el Bayern. El episodio con Thiago, que decidió con el consentimiento de Guardiola pasar por el quirófano en Barcelona, acabó de fracturar la relación entre entrenador y doctor. La revista germana Kicker apuntó esta semana que Müller-Wohlfahrt se habría negado a tratarlo según las pautas que traía de España. El sonoro 6-1 al Oporto ahoga otros ruidos, pero Thiago apenas da ahora sus primeros pasos tras el reinicio y el recorrido no se ha completado para Guardiola, que llegó a un Bayern campeón de Europa y del Mundo. “Sé lo que se espera de mí en este club”, apostilló el martes tras el partido contra los portugueses. Guardiola, a la postre, es víctima de su éxito: cada vez que se aleja del triunfo se aparta también de la expectativa que despierta.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_