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Allegri borra la sombra de Conte

El técnico de la Juve, contestado por los aficionados a principio de temporada, ha llegado más lejos que su predecesor

Eleonora Giovio
Massimiliano Allegri antes del encuentro con la Sampdoria.
Massimiliano Allegri antes del encuentro con la Sampdoria.GIORGIO PEROTTINO (REUTERS)

Cuando había clase de canto en el colegio, a Massimiliano Allegri la maestra le colocaba en la última fila para que no se le escuchara. "Era un desafinado", dice. No ha desafinado en la Juve. Y eso que la tarea de sustituir a Antonio Conte era complicada. Conte fue quien rescató al equipo de las tinieblas, el que lo hizo volver a ganar después de pasarse cinco años en blanco, los que siguieron al ascenso a Primera después de la sanción por calciopoli (la Juve fue castigada a la Serie B por la compra de árbitros). Conte había devuelto el ADN ganador y luchador al equipo bianconero. En el imaginario colectivo parecía que sin él, el equipo volvería a derrumbarse.

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Borrar su sombra, además de seguir ganando, era la misión de Allegri. Beppe Marotta, el administrador delegado, le llamó después de la final del Mundial. Llevaba seis meses en el paro, el Milan le había destituido en enero y él se había pasado el invierno y la primavera esquiando. Esperó paciente una llamada y cuando llegó hizo las maletas y se marchó a Turín. Tuttosport, el periódico deportivo de la ciudad, le recibió con una encuesta demoledora. De los 20.000 aficionados que votaron, el 91,5% contestó que la elección de Allegri no había sido la correcta. Por si eso no era suficiente, el técnico perdió el primer amistoso de verano contra los suplentes de un equipo de Cuarta División. Los hinchas congregados en las redes sociales dictaron sentencia: "No llegará a Navidad, por blando".

11 meses después, Allegri ha ganado el scudetto (con cuatro jornadas de antelación, récord histórico para el club), jugará la final de Copa y ha llevado al equipo a semifinales de Champions. Algo que Conte nunca consiguió (el primer año no pasó de la fase de grupo y el segundo cayó en cuartos). Es más, el ahora seleccionador italiano abandonó la Juve, peleado con la dirección deportiva, porque consideraba que no le habían armado un equipo competitivo para luchar en Europa. "Uno no se puede sentar con diez euros a una mesa de un restaurante de cien", fue su famosa frase. Con el mismo equipo (y la incorporación de Morata), Allegri ha superado su predecesor. Los pesos pesados del vestuario celebraron su llegada. Estaban exhaustos de los métodos de Conte: les había exprimido durante tres años. Sin pausa, sin posibilidad de respirar. Los dueños del club también se habían cansado del técnico crecido como jugador en la Juve.

"Su idea es que uno tiene que estar cómodo para jugar en ataque", dice Tévez

"Conte es un ganador. No puedes relajarte un segundo con él, ni en los entrenamientos ni en los partidos. Es ganar o ganar, para él no existe otra cosa. Allegri es más relajado, es de disfrutar un poco más, sobre todo cuando se gana. Conte llegaba después de una victoria y ya pensaba en mañana", confesó Tévez en una entrevista en El País. El delantero argentino, con la libertad táctica que la ha concedido Allegri, ha firmado su mejor temporada. "A Conte le gustaba mucho jugar con los dos puntas muy pegados, no quería que se separaran tanto. Allegri te pide que tengas una posición fija pero sólo cuando defiendes. Su idea es que cuando ataque, uno tiene que estar cómodo para jugar como más le gusta", explica el Apache.

"El míster heredó un buen grupo, con grandes valores morales y gran calidad, pero nos ha dado mucho. Cualquiera que hubiese venido a la Juve después de Conte habría encontrado un camino complicado… Para nosotros fue un estimulo, queríamos demostrar que los jugadores también tenemos nuestro valor", explica el capitán, Gigi Buffon. "Parecía que con la marcha de Conte iban a ser todas dificultades. Queríamos demostrar que somos un gran grupo", asegura Pirlo. "Nos daban por muertos con el cambio de técnico y hemos demostrado que este equipo vale y mucho", dice Chiellini.

Allegri, que vive en el centro de Turín y ha hecho migas con los pesos pesados del vestuario (incluido Pirlo, al que jubiló en el Milán en 2011 forzándole a marcharse) ha salido indemne del pos-Conte. Durante el temporal de verano -llegaron a lanzarle huevos-, con los hinchas revueltos, siempre encontró el paraguas del club, de los Agnelli y de la dirección deportiva. Marotta apostó por él -ya le había buscado cuando estaba en el Cagliari- no solo por su capacidad de adaptación sino también por su docilidad. Allegri es el clásico "entrenador de club". Después del huracán Conte, en la Juve buscaban un técnico que armase el equipo con las piezas que había en el vestuario sin aparecer a diario con nuevas peticiones, sin tensar la cuerda todo el rato. A Allegri, que firmó un contrato de 2 años, los más veteranos le comparan con Fabio Capello. Serio y duro en los entrenamientos pero sin estar encima de los jugadores una vez terminado el trabajo; con una gran capacidad para leer los partidos y hacer los cambios sobre la marcha.

En Turín ha tenido paciencia. Nunca le ha gustado el esquema de Conte (3-5-2) pero sabía que no podía cambiarlo todo de golpe; menos sabiendo que había traído tantos buenos resultados. Ha esperado los momentos oportunos para dar su sello al equipo con un 4-3-1-2. Ha hecho crecer a Morata (con el que ha tenido muchos entrenamientos individuales) y ha dado más libertades tácticas a sus jugadores. Sin pasearse como una sombra por los hoteles de concentración controlando cual sargento que no comieran un dulce demás. No es un sargento pero tiene carácter. Así también lo ve el presidente Agnelli. "Allegri los tiene cuadrados. Es la segunda liga que gana en su primer año", le piropeó el sábado.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de deportes, especializada en polideportivo, temas sociales y de abusos. Ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Es licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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