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El Espanyol deja tieso al Eibar

Sergio García y Stuani apuntalan las aspiraciones blanquiazules y agravan la situación del cuadro azulgrana en el fondo de la tabla

Sergio García se zafa de Didac Vila.
Sergio García se zafa de Didac Vila.Juan Herrero (EFE)

El Eibar perdió una jornada para huir de la quema y el Espanyol ganó una para asaltar la séptima plaza. Distintos objetivos, distintos destinos y distinta lectura del marcador y del partido Hay goles que reúnen todas las circunstancias: un remate de cabeza (Stuani), un despeje corto del portero (Irureta), un disparo a 20 centímetros del poste que da en el poste (Caicedo) que sale hacia el otro lado donde está el que ha hecho el primer centro (Sergio García) que saca el arco y clava la flecha en la red junto al poste del que había venido el balón. ¿Y el Eibar? En una jugada típica de puro billar, se quedó mirando el tapete. Borja Fernández, el más despistado, el más ausente, se fue al banquillo, quizás castigado por su somnolencia. Se cumplía casi exactamente la media hora, y hasta entonces el Eibar había respondido con verticalidad, atrevimiento y buen fútbol a la exigencia casi vital del partido.

EIBAR, 0; ESPANYOL, 2

Eibar: Irureta; Bóveda, Añibarro, Lillo, Didac Vila; Dani García, Borja Fernández (Lekic, m. 30); Saúl Berjón (Ángel, m. 63), Manu del Moral (Capa, m. 70), Javi Lara; y Piovaccari. No utilizados: Irazusta, Ekiza, Boateng y Abraham.

Espanyol: Casilla; Abilla, Colotto, Álvaro, Fuentes; Javi López Abraham (Víctor Álvarez, m. 75), Víctor Sánchez; Stuani; Sergio García y Caicedo (Lucas Vázquez, m. 66). No utilizados: Pau López, Felipe, Salva Sevilla, Héctor Moreno y Montañés.

Goles: 0-1. M. 29. Sergio García. 0-2. M. 60. Stuani.

Árbitro: J.A. Teixeira. Amonestó a Dani García, Casilla, Sergio García, Añibarro, Arbilla y Víctor Sánchez

Unos 5.000 espectadores en Ipurua. Partido de la 36ª jornada de la Liga BBVA.

El Espanyol no encontraba su sitio. Su rombo en el centro del campo, con Javi López en el vértice defensivo y Sergio García en el ofensivo, era más artístico que eficaz frente a un Eibar que se jugaba la vida con ardor pero con paciencia. El billar entre Stuani-Irureta, Caicedo y Sergio García le ajustició y dio origen a otro Eibar (más austero, más desordenado) y a otro Espanyol (más eficaz) en busca de la séptima plaza que pudiera abrirle las puertas de Europa. Es la distancia que media entre la tranquilidad y el agobio.

El Eibar se fue poblando de delanteros en busca del paraíso que amenaza con desaparecer. El Eibar se fue desangrando y solo Javi Lara parecía capaz de ponerle transfusiones reconstituyentes. Metidos en la mina, Javi Lara era pura seda, pura venda a las heridas de su equipo. Enfrente había un peligro que estallaba por doquier: Sergio García, ya más delantero que media punta, más extremo, cuando quería, alteraba el ecosistema defensivo de un Eibar partido.

Media hora después de la carambola del primer gol, llegó el segundo, en una acción de Stuani que aprovechó un rebote y la mirada inactiva de Lillo para enviar el balón a la red. La iniciada también la había iniciado Sergio García, omnipresente, un hueso para la defensa del Eibar. Su centro lo remató Caicedo, antes de que definiera Stuani.

Lo que vino después casi sobró. Demasiada montaña para un Eibar agotado y demasiado fácil para un Espanyol que era puro orden, en defensa, y puro talento, en ataque. Y el final llegó como quien llega a la playa.

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