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El tiro libre por castigo

La táctica de la falta intencionada que provocó 34 lanzamientos de DeAndre Jordan ante Houston, aviva un debate capital en la NBA

Robert Álvarez
Dwight Howard y DeAndre Jordan saltan por el balón.
Dwight Howard y DeAndre Jordan saltan por el balón.Mark J. Terrill (AP)

Los banquillos de la NBA rezuman de tantos entrenadores como cuenta cada equipo. Muchos deben situarse en una segunda fila de asientos y se especializan en los aspectos más minuciosos del juego. El objetivo es que no quede ningún recoveco sin su correspondiente análisis y, si procede, su receta. Hace bastantes años, Don Nelson, exentrenador de los Mavericks, se decidió a utilizar una treta tan reglamentaria como antiestética. Se trataba de que algunos de sus peores jugadores cometieran falta tras falta sobre Dennis Rodman, que tenía un pobre porcentaje de acierto en los tiros libres, un 38% por entonces. Para el jugador de los Pistons primero y de los Bulls después, cada tiro libre suponía un suplicio. La táctica de Nelson se basa en que el equipo infractor saca más beneficios al recuperar el balón que perjuicios por conceder tiros libres a jugadores con tan bajos porcentajes de acierto en los tiros libres.

La táctica se empleó después contra Shaquille O'Neal, un espléndido pívot, pero un desastroso lanzador desde la línea de 4,60 metros. La estratagema se bautizó con su nombre: Hack-a-Shaq. Durante los últimos años y, entre otros, han recurrido a ella Mike Dunleavy, Gregg Popovich y Kevin McHale, especialmente esta temporada. El debate, en una Liga en la que prima el espectáculo, se ha avivado. Adam Silver, el comisionado de la NBA, ha evacuado consultas con Michael Jordan o Larry Bird. Los legendarios jugadores de los Bulls y los Celtics consideran que los profesionales de este deporte deben aprender a lanzar tiros libres. “Es una parte del juego, me dicen. Pero al mismo tiempo no es bueno para la televisión, ni para el espectáculo. Por eso estoy en ello ahora mismo”, declara Silver.

La táctica empezó a emplearse contra  Rodman y después contra Shaquille O'Neal, desastrosos lanzadores desde la línea de tiros libres

“Las faltas intencionadas humanizan el juego. Los niños pequeños ven que los jugadores profesionales también fallan y tienen problemas desde la línea de tiros libres. No se puede dar al jugador una ventaja por no ser capaz de hacer algo elemental en el baloncesto”, declaró en su día el dueño de los Mavericks, Mark Cuban. “Si alguien no mete los tiros libres, es su problema”, declaró Gregg Popovich, entrenador de los Spurs.

El debate se aviva. En el cuarto partido entre los Clippers y los Houston Rockets, con victoria por 128-95 para el equipo de Los Ángeles —domina la semifinal del Oeste por 3-1—, el equipo tejano utilizó la táctica a fondo. DeAndre Jordan, el pívot de los Clippers, fue elegido como víctima propiciatoria. Tiene un porcentaje de acierto del 42% en los tiros libres. Kevin McHale, el entrenador de los Rockets, ordenó a sus jugadores que cometieran repetidas faltas sobre Jordan. Utilizó a varios de sus reservas, como el exalero griego del Barcelona, Kostas Papanikolaou, o el joven Clint Capela. Jordan tuvo que pasar el trance. Batió el récord de tiros libres lanzados en la media parte, concretamente en los 19 minutos que estuvo en pista fue “llevado” a la línea de tiros libres en 28 ocasiones. Al final anotó 14 de los 34 que lanzó. Los Clippers lanzaron 63 tiros libres, y los Rockets, 30.

No se puede dar al jugador una ventaja por no ser capaz de hacer algo elemental en el baloncesto” Mark Cuban

“Personalmente no me gusta esta táctica”, admitió la figura de los Rockets, James Harden. “Pero supongo que los entrenadores tienen diferentes filosofías al respecto”. McHale explicó: “Intentamos ensuciar un poco el partido. Pensamos que podíamos cortar un poco su ritmo de juego”. La estratagema no dio mal resultado hasta el descanso, al que se llegó con dominio de los Clippers, pero solo por 60-54. Después, el equipo californiano arrolló a su rival.

Doc Rivers, el entrenador del equipo californiano, asegura: “Ver la táctica Hack-A-Jordan es duro para mí. Soy de la vieja escuela y creo que eso es malo para el juego y para los aficionados, pero forma parte del juego. Ya lo hagas sólo en los dos últimos minutos de juego o durante todo el partido, a mí no me gusta nada”. Rivers, en esta ocasión, no sustituyó a DeAndre Jordan como en encuentros precedentes y el pívot, apoyado por su afición, acabó con buenos números 26 puntos y 17 rebotes. Pero el debate sobre la táctica arrecia con fuerza entre los aficionados, preocupa a las televisiones y tiene en vilo a la NBA.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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