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Músculos, geometría y clase

El Giro se juega en una contrarreloj de 60 kilómetros, con planicie, lluvia y colinas

Carlos Arribas
Alberto Contador y algunos compañeros, el pasado viernes.
Alberto Contador y algunos compañeros, el pasado viernes.C. Peri (AP)

Antes de caerse y sufrir, el jueves por la noche, Alberto Contador se llevó por la noche la cabra a su habitación, pero no para dormir con ella, con la áspera e incómoda bicicleta de contrarreloj, capaz de rasgar las sábanas y herir al corredor, sino para hacer un último ensayo con la posición con que se manejará. De sus sesiones en el túnel del viento, salió Contador el año pasado con una posición ideal a su entender –demasiado extrema, según algunos de sus consejeros—que no podrá adoptar en la gran contrarreloj del Giro: el dolor de su hombro dislocado y el temor de una nueva lesión lo impiden, lo que, en el fondo, puede resultarle beneficioso.

Contando con una geometría incambiable, la del cuadro de la bicicleta, como también lo es la altura del sillín y su posición respecto a la vertical del eje de los pedales, los cambios en la posición que puede manejar son los que se derivan del apoyo para los brazos y codos: más alto, más bajo; más abierto, más cerrado. En el túnel del viento se busca un compromiso entre la capacidad aerodinámica –la postura que menos resistencia ofrece al viento—y la capacidad de producción de energía, de vatios. Siempre hay un momento en el que ambas fuerzas chocan: la mejor postura aerodinámica es tan incómoda muchas veces que el ciclista no puede sacar su máximo rendimiento. Con el hombro dislocado, Contador deberá subir y abrir los apoyos, lo que redundará seguramente en su beneficio: perderá penetración pero ganará vatios.

Perfil de la contrarreloj del sábado.
Perfil de la contrarreloj del sábado.El País

Perder 40s en el Giro, en cualquier carrera por etapas, sin haber hecho nada para merecerlo es, como se ha visto, tan sencillo como inevitable; ganar 40s en una contrarreloj, aunque sea tan larga y complicada como los 59,4 kilómetros que de Treviso, donde construyen las Pinarello, hasta Valdobbiadene, donde crecen los viñedos de uva glera para hacer prosecco, recorren hoy los ciclistas, es tan difícil que de la ciencia que hay en ello viven en el pelotón decenas de personas que cuando hablan lo hacen en términos de décimas de segundo por kilómetro o de vatios por kilo o de por qué los tubulares anchos ofrecen menos resistencia que los finos. El músculo y la clase de los corredores se dan por descontados.

Para ganar 40s o algo más, para dejar de ser un manta en las contrarreloj, el neolíder, Fabio Aru ha trabajado duro este invierno, y los técnicos de Specialized (la misma marca de bicis que usa Contador) se han volcado en su mejora. Pese a ello, y dada la forma que ha mostrado los últimos días, Aru, líder por accidente, seguramente perderá la maglia rosa a las 24 horas de haberla alcanzado. Aunque Contador (a 19s en la general) no ha hecho una muy buena contrarreloj desde que ganó a Cancellara en Annecy en el Tour 2009, parece superior a Aru de la misma manera en que debería ser inferior a Rigo Urán (a 2m 2s, otro que corre con Specialized), quien, visto cómo ganó la gran contrarreloj del Giro pasado, debería ser el favorito y volver de nuevo a la pelea por la victoria de un Giro al que Richie Porte (el hombre de Pinarello está a 5m 5s) parece haber dicho adiós.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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