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Mercedes boicotea a su gran estrella

Una pifia del equipo alemán le arrebata la victoria a Hamilton y se la da a Rosberg

Oriol Puigdemont
Lewis Hamilton, en su polémica última parada de Montecarlo
Lewis Hamilton, en su polémica última parada de Montecarlo BORIS HORVAT (AP)

Al margen de los alemanes, que por razones lógicas tienen debilidad por Michael Schumacher, muchos de los mejores pilotos de Fórmula 1 del momento corren con Ayrton Senna como referente. Es el caso de Fernando Alonso, que se empeña en buscarle sentido a su regreso a McLaren a partir de las gestas del brasileño, o el de Lewis Hamilton.

Al británico le fascina la aureola que rodea la grandiosa figura de Senna, aunque los discursos de uno y otro se parezcan lo que un huevo a una castaña. Hamilton lo intenta a base declaraciones que suenan a trascendentes, pero que en el fondo encajan más con su alma de rapero. En cualquier caso, si hay algo que les une es un talento descomunal para conducir y desde ayer, otra cosa: ambos se han sentido estafados en Mónaco por más que la furia de Senna en 1984 fuera dirigida a los comisarios de la FIA —le arrebataron la que hubiera sido su primera victoria— y la de Hamilton tuviera como destinatario a su propio equipo. Los estrategas de Mercedes se pasaron de listos y le robaron la cartera al actual campeón del mundo en una estrepitosa pifia que probablemente traerá consecuencias.

El líder del certamen comandó el pelotón con toda la tranquilidad del mundo hasta que el accidente de Max Verstappen, ya hacia el final (vuelta 64 de 78), provocó la entrada del coche de seguridad. Los técnicos de la escudería alemana aprovecharon para llamar a Hamilton, que realizó un segundo cambio de neumáticos inicialmente no previsto. Al reincorporarse a la pista, sin embargo, el corredor de Tewin se dio cuenta de que por alguna extraña razón había perdido dos posiciones; la primera a manos de Nico Rosberg (que lleva tres victorias consecutivas en el Principado) y también la segunda, que fue a parar a las de Sebastian Vettel.

No me estoy jugando el campeonato del mundo, no me estoy jugando nada"

Al verse el tercero de la fila, el bicampeón preguntó por radio qué había pasado y nadie supo darle una respuesta, así que trató de contener la rabia para centrarse en ganar alguna posición en los últimos diez giros. Imposible. Nada más cruzar la meta se detuvo un momento en la entrada del túnel, respiró hondo y volvió a paso de tortuga hasta aparcar delante del palco de honor. Se bajó de su monoplaza a cámara lenta y afrontó el podio y los demás actos protocolarios con la cara desencajada y aires de estar enojado. “No puedo expresar cómo me siento en estos momentos así que no voy a intentarlo”, dijo cariacontecido el gran perjudicado de la jornada. “Todo pasó muy rápido. En el momento en cuestión pensé que los que venían detrás ya habían parado, así que cuando me dijeron desde el muro que me quedara en la pista les comenté que las gomas estaban perdiendo temperatura. Como imaginé que mis perseguidores llegarían entonces con los compuestos más blandos, le vi sentido a que me hicieran entrar”, resumió Hamilton.

Error de cálculo

Pasado el rato fue Toto Wolff, el director de la estructura de las flechas de plata, el que ofreció un relato de lo ocurrido. El austríaco lo definió como un error de cálculo debido a la suma de distintos factores. “La inhabilitación del GPS en Mónaco nos impidió saber con seguridad dónde se encontraban Nico y Sebastian. Fueron muchos inputs en muy poco tiempo. Además, tomamos la decisión 50 metros antes de la entrada a los garajes”, dijo Wolff. En sólo tres días, el ejecutivo ha pasado de ofrecerle a su empleado más ilustre el contrato más suculento de la historia de la F-1 (más de 100 millones de euros por tres año) a birlarle un triunfo que prácticamente ya lucía en su vitrina.

Escalada de Sainz

Carlos Sainz, que debido a una sanción tuvo que arrancar desde los talleres, culebreó por entre el pelotón y terminó en décima posición, mientras que Fernando Alonso (vuelta 42) se vio obligado a abandonar por culpa de una avería en la caja de cambios de su McLaren. Su vecino, Jenson Button, finalizó logró el octavo lugar y de este modo sumó los primeros puntos para la compañía de Woking (Gran Bretaña).

“Es mejor tener todos los problemas ahora que el año que viene. No me estoy jugando el campeonato del mundo, no me estoy jugando nada. Quiero tener un coche para ganar el año que viene. Hoy por hoy estamos aprendiendo muchas cosas y tenemos que mejorar mucho en casi todas las áreas. Austria (21 de junio) será una prueba clave para nosotros”, declaró el piloto asturiano que, a diferencia de Hamilton, ha decidido tomarse las cosas con más filosofía.

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