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¿Una ‘seleçao’ privatizada?

La Confederación Brasileña de Fútbol niega que sus contratos con una empresa ‘fachada’ de las Islas Caimán impidan a Dunga formar alineaciones libremente

Carlos Dunga en marzo de este año.
Carlos Dunga en marzo de este año. Michel Euler (AP)

El pasado mes de julio, cuando Alemania destrozó el prestigio futbolístico brasileño en su propia casa, el país del jogo bonito exigió una revolución deportiva: una mejor organización del fútbol-base, un modelo de rentabilidad que sanee sus campeonatos y una investigación de la corrupción que se denuncia en la poderosa Confederación Brasileña de Fútbol (CBF) desde los tiempos en que era dirigida por Ricardo Texeira, yerno del expresidente de la FIFA (y también corrupto) Joao Havelange. El exfutbolista Romario, hoy senador, llegó a pedir una comisión parlamentaria de investigación: “¡Marin y Del Nero deberían estar en la cárcel!”, afirmó sobre los máximos responsables de la entidad. Se especuló incluso con el fichaje de Pep Guardiola como seleccionador, esperando que un entrenador extranjero modernizase los esquemas tácticos de un fútbol alicaído y rompiese, de paso, los vínculos de amistad (“mafia”, dice Romario) que han mantenido la toma de decisiones sobre el deporte más popular de un país de 200 millones de habitantes entre un grupo reducido de personas durante décadas.

La elección de Dunga como seleccionador enfrió el entusiasmo popular. No sólo por haber ocupado ya el puesto recientemente, sino por su concepción poco vistosa del juego y su escasa experiencia en los banquillos. Los resultados, hasta ahora, le avalan: Brasil ha ganado los ocho partidos amistosos disputados desde septiembre y afronta la próxima Copa América con un poco más de confianza. La última que ganó (2007) fue precisamente con Dunga en el banquillo. Su ‘mano dura’ parece haber cohesionado de nuevo un equipo que salió deshecho del ‘Mineirazo’, y hasta el olvidado Robinho vuelve a justificar sus inesperadas convocatorias con goles.

Las revelaciones ilustran el poder financiero de la selección nacional y sus vínculos con agentes comerciales, sociedades instaladas en paraísos fiscales y la propia FIFA

Hace una semana el periódico Estado de Sao Paulo publicó unos contratos “confidenciales” firmados entre la CBF y una sociedad ‘pantalla’ radicada en las Islas Caimán (International Sports Events, ISE), según los cuales la federación debe pagar una multa de 500.000 dólares si jugadores estrella como Neymar no están sobre el césped en un partido de la selección. La empresa de marketing, que explota comercialmente la marca, paga un millón de dólares por los derechos de cada encuentro amistoso y exige, a cambio, contrapartidas. El contrato prescribe que la CBF debe presentar un certificado médico a International Sports Events cuando un jugador se quede en el banquillo, y que la “CBF podrá sustituirlos con otros futbolistas del mismo nivel, de acuerdo a su valor de mercado y capacidad técnica”. ISE posee, además, los derechos exclusivos para la organización de los partidos en cualquier país del mundo: determina el precio de las entradas y tiene poder de decisión incluso sobre los rivales del equipo brasileño en sus partidos de preparación. El acuerdo secreto excluye, en principio, toda tributación por las cantidades pagadas.

La CBF ha rechazado tajantemente las insinuaciones “ridículas” y “absurdas” de que haya “vendido” a la selección y niega cualquier influencia externa en las alineaciones: “Los criterios para elegir el equipo nacional brasileño son, y serán siempre, los del seleccionador” […] La CBF no ha vendido la selección brasileña. En ningún momento influyó el contrato sobre la composición del equipo, ni nubló el juicio del entrenador”. La nota oficial de la federación expresa, además, que la “hipótesis ridícula no se sustenta sobre prueba alguna y se explica solamente por la necesidad del periodista Jamil Chade [autor de la exclusiva] de buscar la noticia fácil que genere escándalos”.

Los dirigentes del fútbol brasileño niegan también que las exigencias comerciales de esta empresa puedan bloquear el desarrollo de jóvenes talentos en una selección que no atesora, ni de lejos, la calidad de décadas anteriores. Las revelaciones ilustran, no obstante, el poder financiero de la selección nacional y sus vínculos con agentes comerciales, sociedades instaladas en paraísos fiscales y la propia FIFA, en la que Ricardo Texeira (promotor del contrato) fue miembro del Comité Ejecutivo hasta la dimisión de todos sus cargos en 2012 por un escándalo millonario y su posterior exilio a Miami. La empresa International Sports Events es una subsidiaria del grupo saudí Dallah Albaraka Group, vinculado con el escándalo de sobornos millonarios que retiró para siempre del fútbol al qatarí Mohamed bin Hammam ex candidato a presidente de la FIFA y ex presidente de la Confederación de Fútbol Asiática.

La plataforma Bom Senso exige desde hace años una profunda renovación y saneamiento del fútbol brasileño

Romario ha vuelto a llamar “criminales” a los dirigentes de la CBF y ha expresado su deseo público de que “el técnico Dunga no conniva con este esquema asqueroso”. Según el campeón del mundo en 1994, “el fútbol sufre porque los actuales gestores actúan por su propia conveniencia […] Sólo han modernizado lo que podía maximizar sus beneficios. Mantuvieron la tiranía, la falta de transparencia y la permanencia eterna en el poder”. El periodista José Cruz también calificó en su blog de “criminal” la gestión de la CBF y escribió: “Esta revelación resucita la tesis sobre la representatividad de la selección brasileña, que se presenta en nombre de la nación, desfila con la bandera nacional y ejercita el principal patrimonio deportivo del país. Sin embargo, la renta de esas exhibiciones no contribuye al fortalecimiento del fútbol internamente. ‘Clubes y federaciones están quebrados’, afirman los dirigentes”.

La plataforma Bom Senso exige desde hace años una profunda renovación y saneamiento del fútbol brasileño “para que vuelva a ser el país del fútbol”, con propuestas concretas que han sido oídas personalmente por la presidenta Rousseff y están siendo debatidas en el Congreso durante la renegociación de la millonaria deuda de los clubes brasileños con la Hacienda pública. Uno de sus líderes, el ex centrocampista internacional Alex, reaccionó también duramente a la aparición de los contratos: “El fútbol es patrimonio del pueblo brasileño y no puede ser usurpado tanto tiempo por una sociedad privada como la CBF” […] Como ex deportista, mi mayor preocupación es el fútbol brasileño, que tiene muchos clubes endeudados, está pobre de ideas y tiene poca preocupación por mejorar. La CBF se enriquece comercialmente, pero se preocupa poco del fútbol”.

Ya avisó el entonces presidente de la federación, José María Marin, semanas antes del Mundial 2014: “El fútbol brasileño está en el purgatorio. Si ganamos, iremos al cielo. Si no, bajaremos al infierno”. Falta ahora por ver si habrá consenso algún día sobre las causas de una crisis tan profunda.

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