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Bacca corona al Sevilla como tetracampeón de la Liga Europa

El conjunto hispalense hace historia al lograr su cuarta Copa de la Liga Europa superando a un correoso Dnipro en una final apasionante

Rafael Pineda
El colombiano, Carlos Bacca, durante el partido contra el Dnipro.
El colombiano, Carlos Bacca, durante el partido contra el Dnipro.Alejandro Ruesga

No fue fácil. Ni la final esperada. Con goles y emoción. Por encima de todo, la coronación de un equipo que ha hecho historia, el Sevilla, que logró gracias a su fútbol y su enorme corazón la cuarta copa de la Liga Europa de su palmarés. Nadie lo ha conseguido. Supera a la Juventus, al Inter y al Liverpool, y además, jugará la próxima temporada la Liga de Campeones desde la fase de grupos. Gran triunfo del Sevilla, capaz de sobreponerse a un gol tempranero del Dnipro, un equipo de guerreros, incansable y tozudo, que demostró con creces por qué era finalista. Enorme mérito de Emery y sus futbolistas. Dos de ellos, Banega y Bacca, cuajaron un partido soberbio, capaces de resumir la filosofía de este deporte: inteligencia del argentino y gol del colombiano. En una final llena de aristas y dificultades, acabó por imponerse el talento y la calidad. También, lógicamente, esa chispa de fortuna que acompaña a los campeones y alimenta su mística. No hay otra. El Sevilla es campeón y jugará la Liga de Campeones. Sombrerazo. El éxito acompaña en una década gloriosa a una entidad que ha hecho muy bien las cosas, desarrollando una filosofía de trabajo y acierto que le ha instalado en el club de los más grandes de Europa. El Sevilla de Monchi y de Emery. De grandes talentos que no se rinden jamás.

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No hay técnico que en su pizarra pueda anticipar un gol en contra en una final a los siete minutos. Y más cuando tu equipo, el Sevilla, salta dominador y dinámico, protegiendo el balón con Reyes y Banega. El primero, una clara apuesta de Emery por desmontar el ordenado entramado del Dnipro, con lo que mandó a Aleix al lateral derecho. Un montón de buenas intenciones destrozadas a los siete minutos, de un plumazo. El sueño del Dnipro se cumplió. Fue como salir con ventaja en la final, con lo que su apuesta se consolidó. No tenía más que esperar y meter, jugarse la pierna en cada balón e intentar que el Sevilla, superior técnicamente, le cogiera asco al partido. En un contragolpe bien culminado por Kalinic, el Sevilla se encontró con el peor de los escenarios. Si el equipo de Emery disfruta con espacios, el Dnipro se los iba a cortar de raíz. Le quedaba por delante una titánica tarea, la de asaltar un castillo perfectamente pertrechado. Y respondió bien el Sevilla, con todos sus jugadores pidiendo el balón, con Krychowiak excelso. El equipo, sencillamente, no entró en pánico. Jugó como si nada hubiera ocurrido. Con Banega de director de orquesta, excelso en la pausa, inteligente en cada pase. Krychowiak avisó con un gran remate de cabeza que despejó Boyko. La segunda la metió en la red como un delantero centro de los antiguos, revolviéndose como un tigre. El gol le dio alas al Sevilla, que vivió momentos de muy buen fútbol. Como ejemplo, el gran pase que permitió a Bacca driblar a Boyko y hacer el segundo. Consumada la remontada, al Sevilla le faltó aplomo. Matheus era una pesadilla en la banda derecha para Tremoulinas y los centrales del equipo andaluz sufrieron demasiado. Una falta a Kalinic provocó el empate del Dnipro. Rotan, con suavidad, superó la barrera y batió a Rico. Fantástico el Dnipro, que había golpeado en los instantes claves, irreductible en su fe.

Dnipro, 2-Sevilla, 3

Dnipro: Boyko; Fedetskiy, Cheberyachko, Douglas, Matos; Fedorchuk (Bezus, m. 67), Kankava (Shakhov, m. 84); Kalinic (Seleznyov, m. 77), Rotan Konoplyanka, y Matheus. No utilizados: Laštuvka, Vlad, Luchkevych y Gama.

Sevilla: Rico; Aleix Vidal, Carriço, Kolodziejczak, Trémoulinas; Krychowiak, Mbia; Vitolo, Banega (Iborra, m. 88), Reyes (Coke, m. 58), y Bacca (Gameiro, m. 81). No utilizados: Beto, Navarro, Figueiras y Suárez.

Goles: 1-0. M. 6. Kalinic. 1-1. M. 27. Krychowiak. 1-2. M. 30. Bacca. 2-2. M. 43. Rotan. 2-3. M. 72. Bacca.

Árbitro: Martin Atkinson, inglés. Amonestó a Leo, Kankava, Rotan, Kalinic y Bezus del Dnipro, y a Carriço, Krychowiak y Bacca del Sevilla.

Unos 50.000 espectadores en el Estadio Nacional de Polonia, en Varsovia.

El miedo hizo presencia en la segunda mitad. El Sevilla se paró y el Dnipro seguía a lo suyo. El dominio seguía siendo andaluz, pero ficticio. No había claridad y Emery buscó más fuerza que talento. Salió Reyes y entró Coke. El Sevilla percutía y percutía. El Dnipro era un lobo al acecho. La final estaba clara. El que marcaba se le llevaba. Y llegó el balón a Vitolo, que se le puso de lujo a Bacca. El colombiano, con todo el aliento de miles de sevillistas y todo su país, se internó en el área y marcó. Otra vez por delante, el Sevilla acariciaba su cuarta Copa. El silencio se hizo en el estadio con el desplome de Matheus cuando el final se acercaba. Lo tenía el Sevilla en su mano, pero el Dnipro, incluso tocado con la lesión de su jugador y en inferioridad, se fue a por el empate a la desesperada. No pudo. El Sevilla fue campeón y estará en la Liga de Campeones la próxima temporada mientras las lágrimas recorrían los rostros de muchos sevillistas que vivieron una noche inolvidable. La cuarta en un mes de mayo que sabe a gloria a los andaluces. El colofón a una década apasionante, en la que el Sevilla ha decidido instalarse en la gloria. Lo importante, además, es que ha puesto los cimientos para seguir siendo grande y no bajarse jamás del pedestal.

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