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‘Chino Li’ se queda sin carnavales

El presidente de la federación de Costa Rica ha visto truncado su meteórico ascenso

Costa Rica es un país de poco carnaval. Uno es el que celebran cada año en la ciudad portuaria de Puntarenas, en mitad de la vertiente del Pacífico de este país centroamericano. Otro carnaval es el fútbol mismo, el que durante el Mundial de Brasil hizo vibrar a los ticos y que ahora les deja atónitos: el presidente de la federación costarricense está en la primera línea de la investigación de la FIFA. Eduardo Li Sánchez, alias Chino Li, ingeniero de 56 años, está acusado de fraude y lavado de dinero en la negociación de derechos comerciales, y se ha quedado a las puertas de acceder al Comité Ejecutivo de la FIFA.

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Li, hijo de inmigrantes de China, ha tropezado en el camino meteórico que recorrió como dirigente del fútbol desde que comenzó en 2002 más por caridad con el club municipal de segunda división en su natal Puntarenas, donde suelen montar comparsas en las graderías. En paralelo asumió la presidencia de la organización de los carnavales anuales de su ciudad; hablaba de grupos de salsa y horario de conciertos, no de viajes a Suiza ni millones de dólares. Después pudo subir a la Primera División al comprar una franquicia de otro club en compañía de un socio que en 2009 fue asesinado por dos sicarios, por razones nunca esclarecidas.

En el Mundial de Brasil, Costa Rica pasó de ser la cenicienta del grupo de la muerte (con Uruguay, Italia e Inglaterra) a niña bonita en cuartos de final, el máximo logro del balompié tico. Una parte de los reconocimientos se los llevó Chino Li, a pesar del conflicto posterior con el técnico Jorge Luis Pinto. Un perfil publicado en el diario local La Nación, que lo declaró uno de los “personajes del 2014”, lo describe como un trabajador tenaz, un bon vivant, sin abolengo y vanidoso. Disfruta (o disfrutaba) el ambiente VIP del fútbol mundial, como el que le rodeaba este miércoles pasado en el hotel Baur au Lac hasta que la policía local llegó a por él. Le permitieron vestirse de traje y corbata y salir con su maleta con el logo de la FIFA.

Li se queja de su trabajo y recuerda que no recibe salario por él: “Nadie sabe lo duro que es esto”, dijo. Se relaja con manicuras, pedicuras, depilaciones y tratamientos en la cabellera juvenil. Y desarrolló piel de elefante contra las críticas. Sabe que tiene detractores que le acusan de manejar la Fedefutbol “de manera oscura y confusa”, como señaló el empresario José Cortés, activo en el negocio del turismo futbolístico. Otros lo alaban. “Ha sido un empresario de una trayectoria respetadísima”, opinó su amigo y excandidato presidencial Johnny Araya (Partido Liberación Nacional, PLN), a cuya campaña electoral Li donó 100.000 dólares.

Ahora Li está preso en una cárcel suiza. Rechazó la extradición voluntaria a Estados Unidos, donde le espera la policía. En Costa Rica, la Fiscalía ha activado también sus investigaciones. De 26 sociedades en que Li aparece involucrado, 14 carecen de registro tributario. Otros dirigentes de la Fedefutbol intentan salir bien librados y retener a los patrocinadores preocupados. Costa Rica celebra así, manchada, el primer año desde el mejor carnaval que el fútbol le ha dado.

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