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Alonso y McLaren sufren la inexperiencia de Honda

El núcleo británico de McLaren vive condicionado por su ego: “Nos creemos los mejores pero ya no lo somos”, cuentan en la escudería

Oriol Puigdemont
Los mecánicos de McLaren-Honda trabajan en el coche de Alonso
Los mecánicos de McLaren-Honda trabajan en el coche de AlonsoVALDRIN XHEMAJ (EFE)

“Es imposible limpiar una mierda, lo que puedes hacer es cubrirla con purpurina”. Más allá de que la frase anterior pueda tener cierta gracia, lo relevante es que quien la suelta sale de dentro del taller de McLaren. Esta es la forma más gráfica que encuentra esta fuente para describir en qué punto se encuentra la escudería con la segunda hoja de servicios más brillante de la historia de la Fórmula 1. Al margen de consideraciones personales y expresiones más o menos llamativas, las estadísticas no hacen más que ratificar el mal momento que atraviesa la estructura de Woking: superado el primer tercio del campeonato, su botín se limita a cuatro puntos, los que Jenson Button consiguió hace dos semanas en Mónaco, donde terminó el octavo. Su vecino, Fernando Alonso, el elegido para liderar el resurgimiento de la compañía, todavía no se ha estrenado.

Ha habido una diáspora de ingenieros muy importante" Pedro Martínez de la Rosa

McLaren se asoma al abismo y nadie es capaz de señalar ni cómo ni cuando saldrá del túnel. Desde que el nuevo MP4-30 pisó el asfalto por primera vez, el 1 de febrero en Jerez, y ya con el nuevo motor Honda incorporado, el discurso oficial ha sido el mismo: con paciencia, todo llegará. Ocurre que pasan los días, las semanas y los meses y muchos dudan ya de la viabilidad del proyecto a medio plazo. Ya no es que los aficionados puedan pensar que se trata de un cuento chino, sino que incluso empieza a haber gente de dentro de la propia empresa que no lo ve realista en los términos establecidos. “Tenemos un grave problema de ego. Nos creemos que seguimos siendo los mejores, pero eso ya es historia. Basta con echar un vistazo a los últimos campeonatos para que nos demos cuenta de dónde estamos”, resuelve una voz interna: “Todo el mundo se llena la boca con los dolores de cabeza que nos está creando la unidad de potencia, pero yo los cuantificaría en un 60%. El otro 40% nos lo provoca el chasis”.

El sábado, los propulsores de Alonso y Button volvieron a reventar, circunstancia que provocó que el británico superara el límite de cuatro unidades que contempla el reglamento. Además de arrancar el último, en Montreal también fue penalizado con un pase y siga. Estas averías son el ejemplo más ilustrativo de los males actuales del equipo: el rancho arde por los cuatro costados y los incendios se suceden, cuando se consigue apagar uno aparece otro. “Así es imposible que podamos pensar en ganar prestaciones”, cuenta alguien de dentro.

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Pedro De la Rosa formó parte de McLaren de forma ininterrumpida desde 2003 y hasta 2009, y el contraste entre lo que era aquello y lo que es hoy no se le escapa. “Ha habido una diáspora de ingenieros muy importante. Cuando Lewis se fue a Mercedes se llevó con él a Paddy Lowe, y éste a gente de su confianza. Hubo otros que se fueron a Red Bull y también se apartó a Martin Whitmarsh. Los recambios no han terminado de funcionar”, comenta el español.

“No piensan a lo grande”

“La mentalidad ha cambiado, ya no hay nadie que piense a lo grande. Dentro del grupo hay mucha inestabilidad por la pelea entre Ron Dennis y el resto de los accionistas (Mansour Ojjeh y el Gobierno de Bahréin)”, afirma otra fuente. Llegados a este punto, Alonso insiste en que hay que tener paciencia, lo mismo que Dennis, que Éric Boullier, el director, y que Yasuhisa Arai, responsable de Honda. Si quieren evitar que todo se desmorone no les queda otra que vender kilos de optimismo a la vez que compran toneladas de purpurina.

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