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Uruguay es épica hasta en la derrota

El arbitraje y la falta de ‘fair play’ deslucen una victoria histórica de Chile (1-0) ante los charrúas que acabaron con nueve jugadores

Treinta y dos años después de su última victoria contra Uruguay en Copa América, Chile pasó anoche a las semifinales del torneo en un en un duelo igualado que no se decidió solo por la superioridad futbolística chilena: una triquiñuela innoble de Gonzalo Jara con el delantero Edinson Cavani terminó en la expulsión de la estrella charrúa (el defensa chileno le metió el dedo en el culo y el punta del PSG repelió la agresión) y deparó un final de partido indigno de la cita. Uruguay terminó con nueve hombres en el campo, sin su seleccionador, y dejó la imagen de Diego Godín jugando de ‘9’ los últimos cinco minutos para forzar unos penaltis heroicos. Chile, que jugaba contra el equipo más campeón de Sudamérica y el que más veces ha reventado ilusiones a domicilio, celebró una victoria imprescindible para su nueva identidad futbolística.

Con dos planteamientos teóricamente antitéticos, la selección anfitriona y el vigente campeón disputaron un partido igualado. Uruguay sorprendió al comienzo con un equipo adelantado, que presionaba la salida del balón chilena y logró incluso enfriar la algarabía inicial con dos contraataques tempranos liderados por Diego Rolan que recordaron instantáneamente a los 45.000 espectadores del estadio Nacional la naturaleza guerrera del rival. Tabárez había apostó por el dinamismo de Carlos Sánchez como complemento de Álvaro González en la creación y acertó con la elección. Pero la ‘Roja’, con Mena por Beausejour en el lateral izquierdo como única novedad, sacó su manual y fue apropiándose lentamente de la pelota.

El público se entusiasmaba en cuanto la tomaba Valdivia, siempre esperando la descarga correcta al pie para sacar el bisturí y desmontar el bloque charrúa con un pase a la espalda. Con su movilidad habitual y sus rupturas en segunda línea, Aránguiz, el ‘Mago’ y Vidal eran los dueños del juego, aunque sin crear peligro. El ‘rey’ Arturo era el encargado de tomar a Godín en los córners y saques laterales, la mayor preocupación de Sampaoli, cuya insistencia en el juego aéreo durante los entrenamientos de la semana daría fruto.

Con paciencia y con el apoyo del público, Chile puso cerco metódicamente al rival y afianzó la posesión al cuarto de hora. Siempre apoyándose en Valdivia, con un notable trabajo de los laterales en ataque, los locales volvieron a echar de menos al mejor Alexis para que una chispa de talento desequilibrara un duelo táctico y equilibrado. Uruguay estaba satisfecha con mantener el control defensivo del partido y lanzaba en cuanto podía a Cavani y Roldán. Mordía cada balón, como era de esperar. Los charrúas se irían replegando con el paso de los minutos, pero sufrían un acoso sin derribo. En el Nacional se respiraba el mejor ambiente del torneo hasta ahora: “Vaaamos, vamos chileeeenos, que esta noche tenemos que ganaaaaar”. Sampaoli caminaba sin parar por su área técnica. Alexis tuvo una posibilidad en el minuto  36, sin acierto, y Vidal disparó por primera vez a media distancia dos minutos después. Las áreas echaban humo en cada córner. Chile era mejor, pero no lo suficiente.

Con dos planteamientos teóricamente antitéticos, ambos equipos disputaron un partido igualado

Ningún chileno quería llegar a los penaltis, donde los uruguayos han vivido alegres experiencias en los últimos años. Tras el descanso el partido continúo por la misma senda. Cavani se multiplicaba en defensa, aunque en el minuto 52 silenció el estadio con un pelotazo imponente desde 35 metros que pasó como un rayo por encima del larguero. Había intercambio de golpes, pero de baja intensidad. Chile seguía con su 5-2-1-2 en defensa, desdoblado en un 3-4-1-2 en ataque, con cambios frecuentes de posición y un Valdivia más estático. Elaboraba tranquila y persistentemente, pero seguía sin causar daños: sus atacantes recibían incómodos, con jugadores encima permanentemente. El fantasma de los penaltis estaba ya en boca de los periodistas.

Y entonces Cavani, el ‘Matador’, que había enmudecido al estadio con su derechazo, empezó a dejarse ver, a dar instrucciones a sus compañeros. Habilitó incluso con la cabeza a Abel Hernández (sustituto de Rolan), que se quedaba solo en el área si llega a reaccionar más rápidamente. No llegó la ‘Joya’ y el partido cambió para siempre dos minutos después cuando Cavani, ya con amarilla por protestar, reaccionó (sin demasiada violencia) a una provocación inaceptable del central Gonzalo Jara y completó 36 horas espantosas enfilando solo el camino del vestuario entre la alegría del público. La estrella del PSG dejaba a su equipo con diez cuando había decidido permanecer en el campeonato pese a la detención por homicidio de su padre en Montevideo.

No piensen que el equipo de Tabárez se descompuso. Mayor el desafío, mayor el compromiso. Un contexto idóneo para la épica, debieron de pensar en el vestuario. Tabárez salía de vez en cuando del vestuario, pero estaba relativamente tranquilo. Una impresionante volea de Carlos Sánchez pudo enmudecer la capital chilena, pero salió cerca del palo. La ‘Roja’ seguía a lo suyo, con refrescos y más jugadores de toque (Matías Fernández por Díaz). “Cada día te quiero más”, cantaba la gente, y Chile tocaba, tocaba, de lado a lado, rasa, sin prisa, sin verticalidad, mientras Godín se multiplicaba y demostraba una vez más ser uno de los mejores defensas del mundo.

En el minuto 81, un rechace fallido de Muslera cayó en los pies de Valdivia, que tuvo la pizca extra de paciencia para dar un pase más, en lugar de rematar, y dejar solo a Mauricio Isla, que fusiló al portero uruguayo desde la frontal del área. Era el peso de la lógica y el estadio se caía. Chile estaba en semifinales, contra un rival teóricamente débil, y podía por fin dar vuelta a la historia. Empezaban a llegar imágenes por Twitter del dedo de Jara, pero al público local le daba lo mismo: sólo los periodistas reaccionaban indignados. Entonces, para rematar la faena, sucedió la roja de Fucile y sobrevino la tangana que condujo, incluso, a la expulsióndel ‘maestro’ Tabárez. Viéndole abandonar cojeando el campo, recordando que llegaron al torneo sin su mejor futbolista por una sanción exagerada y que habían sido diezmados por una cuestión extrafutbolística, era imposible no lamentar la marcha de Uruguay, dueña de un fútbol algo primitivo pero épico.

La afición chilena cantaba y coreó con ‘olés’ los últimos pases de su equipo (Vidal fallaría un gol cantado), que batió el récord de posesión del torneo con un 80%. La ‘Roja’ está en semifinales después de 16 años y su mejor generación de futbolistas acaricia una final soñada desde hace un siglo.

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