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ATLETISMO

“Las pruebas de género deben hacerse después de competir”

María José Martínez Patiño sufrió la humillación de que no la dejaran competir como mujer. Desde su trabajo en el COI, propone nuevas normas

Carlos Arribas
María José Martín Patiño, frente a la sede del COI en Lausana.
María José Martín Patiño, frente a la sede del COI en Lausana.

“Siempre habrá hombres y mujeres, pero la diferencia entre los sexos no es blanco o negro, una línea clara y definida como enseñan en las clases de biología”, dice María José Martínez Patiño, quien pese a tener el cromosoma Y, el índice de la masculinidad, es mujer, se siente mujer, vive como mujer, pero como atleta de alto nivel estuvo varios años sin poder competir como mujer. “Somos una de cada 20.000 mujeres las que tenemos lo que se llama insensibilidad a la testosterona: nuestro organismo produce la hormona masculina, pero los receptores que deben oírla para hacer del nuestro un cuerpo de hombre no funcionan y somos mujeres”.

La diferencia entre los sexos no es blanco o negro, una línea clara y definida como enseñan en las clases de biología"

Pese a poseer un certificado de feminidad emitido por la federación internacional de atletismo (IAAF) en el Mundial de Helsinki 1983, una nueva prueba de género practicada en la Universiada de Kobe, en 1985, determinó que era hombre y se le retiró la licencia. Pocos meses después, la federación española hizo público el asunto, lo que le generó todo tipo de problemas personales, familiares y sociales en una España de machos e insensibilidad.

La exposición pública

“El caso de la atleta india y el mío eran diferentes, porque el mío era un problema de cromosoma y el suyo de sobreproducción de testosterona”, dice Patiño, “pero, tenga o no tenga razón ella, una niña de 18 años, yo estoy primordialmente en contra de que estos temas sean expuestos públicamente, y más en una sociedad de poco respeto a la mujer como la india, donde se puede hacer un daño irreparable a la persona indefensa”. El sentimiento que anima a Patiño es el de empatía con quien sufre, ponerse en su lugar. “Ella lo ha tenido más fácil que yo, porque en mi época no había un tribunal internacional. Pero yo sufrí lo mismo por ser de un país entonces de tercer nivel. El mismo problema que yo lo tuvo una nadadora norteamericana, pero su caso nunca se hizo público…”.

“Pero si no mueres por algo, te haces más fuerte”, dice Patiño, quien, con espíritu de pionera, luchó para ser readmitida por la IAAF, lo que consiguió, y que se revocara la prueba del cromosoma, lo que también logró. Pero ahí no paró. La lucha contra una discriminación que estuvo a punto de destrozarle la vida la llevó a doctorarse en Ciencias del Deporte, a investigar en la universidad UCLA, a ser profesora en la Universidad de Vigo, a publicar su historia en The Lancet, a convertirse en asesora del Comité Olímpico Internacional en materia de género, y también a defender a la atleta india Dutee Chand, quien ha logrado que se derogue una nueva barrera, la llamada norma de hiperandrogenismo o sobreproducción de testosterona.

Las pruebas de feminidad se implantaron burdamente en los años sesenta. Obligaban entonces a las atletas a pasear desnudas ante un comité de ginecólogos que decían si eran hombres o no. “Era como el siglo XIX y lo del cromosoma, la prueba que sustituyó al test visual, tampoco era muy diferente”, dice Patiño, de 54 años.

“Después se implantó lo de la sobreproducción de testosterona, que tiene su razón, porque si la testosterona no ayudara a mejorar el rendimiento, ¿por qué, entonces, dopaban a las niñas en la Unión Soviética y en la RDA con anabolizantes? Pero el asunto de la feminidad es mucho más complejo, no se puede reducir a la testosterona”. Propone Patiño nuevas normas, más justas, más sensibles y, sobre todo, más privadas.

El asunto de la feminidad es mucho más complejo, no se puede reducir a la testosterona”

“Y al COI le propondré un procedimiento de convalidación deportiva, consiste en someter al test a las atletas solo después de la competición y solo a las atletas que lleguen a la final o semifinal, y con todas las garantías de confidencialidad”, dice. “Los que hagan trampas solo hacen daño si ganan o logran medallas. A esos es a los que hay que perseguir”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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