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El Muñeco que le devolvió la gallardía al River

El entrenador Marcelo Gallardo ha logrado con buen juego clasificar a la final de la Copa Libertadores cuatro años después de caer en Segunda

Alejandro Rebossio
Marcelo Gallardo, entrenador de River Plate.
Marcelo Gallardo, entrenador de River Plate. MARIO VALDEZ (REUTERS)

El River Plate, uno de los dos clubes más populares de Argentina y el que más veces se consagró campeón de la liga local, había caído a Segunda hace cuatro años. Regresó rápido a Primera y en 2014 ganó su 35º título nacional. Pero el entonces entrenador, el más campeón de la historia de los millonarios, Ramón Díaz, renunció a las pocas horas de ganar aquella liga con más garra que juego. Y entonces los dirigentes buscaron a la desesperada un reemplazante y encontraron a Marcelo Gallardo, El Muñeco, aquel que fuera habilidoso centrocampista del club y que ya contaba con una liga ganada como director técnico del Nacional, de Montevideo, en 2012.

Casi sin refuerzos, Gallado le devolvió al River el fútbol ofensivo que sus hinchas le exigen a sus jugadores, ganó la Copa Sudamericana en diciembre pasado y ahora disputa la final de la Libertadores de América, el trofeo más importante del continente, ante el Tigres en Monterrey. En el duelo de ida, en el el Estadio Universitario, el marcador fue de 0-0.

Gallardo, de 39 años, había brillado como futbolista del River desde los 17. Con su habilidad, su visión de todo el juego y sus remates de larga distancia, incluidos los tiros libres, ganó seis ligas y la segunda y última Libertadores de este club de Buenos Aires, en 1996, bajo la conducción técnica de Díaz. Aquel año también se colocó en el pecho la medalla de plata de los Juegos Olímpicos de Atlanta. Además jugó los Mundiales de 1998 y 2002 y vistió los colores del Mónaco, con el que ganó una liga, y el Paris Saint-Germain.

En lo que cambió Gallardo en su pasaje de fútbolista a entrenador es en el temperamento

“Su paso por Francia le llevó a adquirir la seriedad y la buena administración del fútbol europeo”, opina Luis Eduardo Lescurieux, director de la escuela de entrenadores del municipio bonaerense de Vicente López, en la que se formó Gallardo y toda una camada de jóvenes y exitosos directores técnicos como Diego Simeone, Rodolfo Arruabarrena, del Boca Juniors, y Diego Cocca, del Racing, de Avellaneda. “Gallardo fue un jugador brillante, tiene la esencia de River y conocer el paladar del hincha del club, que quiere ganar, pero jugando bien. Hizo que River jugara mirando siempre el arco (portería) de enfrente. Aunque gane 3-0, busca ganar por cinco. Pero además de ofensividad le metió sacrificio, presión, que antes no tenía, le dio velocidad y tenencia del balón. Por momentos, presiona tanto arriba que se descubre atrás, pero ahora lo está solucionando”, analiza Lescurieux.

En lo que cambió Gallardo en su pasaje de fútbolista a entrenador es en el temperamento. Como centrocampista solía ser mañoso y enfadadizo. “Pese a su físico, no se ‘achicaba’. Ahora está más aplomado, pero es normal con el paso del tiempo”, comenta el formador de entrenadores en alusión al 1,65 metros de altura de El Muñeco.

Con muchos toques y versatilidad en los planteos técnicos, Gallardo ha armado un equipo en el que se destaca Marcelo Barovero en la portería, Ramiro Funes Mori y Gabriel Mercado en la defensa, Matías Kranevitter, Leonardo Ponzio y el recientemente repatriado Lucho González en el centro del campo, Lucas Alario en el ataque y además un trío uruguayo de la mitad para adelante, el de Carlos Sánchez, Rodrigo Mora y la nueva incorporación Tabaré Viudez. Por las dudas, en el banquillo, El Muñeco cuenta con dos experimentados, Fernando Cavenaghi y Javier Saviola, que sus 33 años ha vuelto al River para finalizar su carrera. El ‘millonario’ ya está clasificado al Mundial de Clubes por ser el mejor sudamericano dentro de la Libertadores y sueña con jugar contra el Barcelona de Lionel Messi, pero Gallardo promete que antes alzará la copa ante el Tigres.

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