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La penúltima y misteriosa estampida de Marcelo Bielsa

Nadie aclara las razones de la repentina fuga de Marsella del entrenador argentino, que acrecienta su controvertida leyenda

Ladislao J. Moñino
Bielsa, durante su último partido con el Olympique de Marsella
Bielsa, durante su último partido con el Olympique de MarsellaGUILLAUME HORCAJUELO (EFE)

Los límites de la resistencia de Marcelo Bielsa a las imposiciones o a la decepción pueden ser tan palmarios como inescrutables. Lo mismo sonroja a quienes no cumplen con sus promesas de refuerzos como exige un número determinado de conos o cintas elásticas para sus metódicos trabajos de campo. A veces, su carácter transmite la sensación de que en cualquier momento todo puede saltar por los aires. No parecía el caso cuando el jueves ofreció su última rueda de prensa antes de un partido como entrenador del Olympique de Marsella. Todo parecía estar en orden. Elogió el proyecto, los fichajes y el trabajo del presidente. No había queja deportiva alguna.

Dos días más tarde, ante la estupefacción de los medios franceses, leyó una carta en la que anunciaba su dimisión al finalizar el primer partido de la Ligue 1 francesa. El intento por parte del Marsella de modificar algunos puntos del contrato de renovación que, según Bielsa, ya estaba definido detonó su última estampida. En Bilbao, en la AFA o en la federación chilena ya las vivieron por diversos motivos. Públicamente, a pesar de la carta dirigida al presidente del Olympique que leyó, eso sí, tras analizar primero la derrota ante el modesto Caen, no ha aclarado las razones de la discordia. En la misiva no dio grandes explicaciones más allá de su disconformidad porque el club intentara cambiar lo que ya estaba pactado. “Si toma esa decisión es porque ha visto algo. Los que hemos trabajado a sus órdenes sabemos que para Marcelo la palabra es un documento”, asegura Gustavo López. “Te puede gustar o no su manera de entender el fútbol, pero su honestidad esta fuera de toda duda. Se respeta a sí mismo”, abunda López.

Ante los medios, Bielsa negó que su marcha fuera por dinero, por la derrota o porque fuera a aceptar una supuesta oferta de la federación mexicana. La única grieta que se ha conocido después de su abandono es que el jueves por la noche su preparador físico y hombre de confianza, el belga Jan Van Winckel, rescindió su contrato para marcharse a Qatar. No ha trascendido si este ha sido el motivo definitivo, pero si esas modificaciones contractuales pretendidas por el club tocaban el salario o la duración del contrato de Van Winckel, la razón del estallido de Bielsa está clara. El preparador belga es autor de un libro sobre la puesta en práctica de los conocimientos científicos en el fútbol (’Fitness in soccer’) y cofundador de Topsportlab, una empresa especializada en la gestión de esfuerzos. Bielsa solicitó su contratación al Marsella hace un año.

Esta última dimisión ha vuelto a poner bajo los focos su convencida personalidad y ha alimentado entre sus detractores el significado peyorativo de su apodo. “¿Qué son decisiones drásticas? Puede, ser, pero él es así”, le defiende Gustavo López. “¿Loco?, todo lo contrario. Es la personalidad más inteligente y atractiva que me he encontrado en el fútbol. Todo en él es racional”, le describió en una ocasión Jorge Valdano. “Como todas las grandes personalidades, sostiene sus ideas contra el mundo si hace falta”, dice un viejo amigo del técnico que prefiere el anonimato.

El sábado, Bielsa estuvo con los que eran sus jugadores durante 15 minutos para despedirse. Habrán tenido entrenadores mejores o peores, pero ninguno como El Loco.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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