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Humildad y orgullo

El Levante rechaza la oferta del propietario de una franquicia de la NBA para seguir siendo dueño de su historia

Deyverson Silva, en su presentación con el Levante.
Deyverson Silva, en su presentación con el Levante.Kai Försterling (EFE)

Familiar y humilde, históricamente sufrido, el Levante quiere seguir siendo el dueño de su destino, orgulloso de su pasado y su presente. Los dólares de Robert Sarver, el banquero americano dueño de una franquicia de la NBA, los Phoenix Suns, no impresionaron al levantinismo. Sarver se presentó en Valencia en varias ocasiones entre junio y julio con una propuesta de inversión de 56 millones para el club de Orriols, 30 de ellos destinados a paliar la deuda y el restante para potenciar la plantilla. El Ciutat de València se transformaría y modernizaría para convertirlo a su vez en un centro de ocio para los asistentes. Una visión americana para abrir el negocio. Pero el Levante, a través de su Fundación, propietaria de la mayoría accionarial, dijo no, que el club no se vendía, que preferían ser dueños de una sardina que esclavos de un jamón. El sentimiento granota no tiene precio.

Sin Barral, el gol será cosa de Deyverson

Altas: Rubén Martínez, Verza y Trujillo (Almería), Ghilas (Oporto), Deyverson (Os Belenenses), Roger (Valladolid), Javi Jiménez (Alcorcón).

Bajas: Barral (Al-Dhafra), Víctor Pérez (Córdoba), Mariño (Valladolid) Sissoko (Shangai Sensua), Iván Ramis (Eibar), Diop (Bursaspor), Ivanschitz (Seattle), Kalu Uche, Vyntra (Hapoel).

Rechazada la oferta, el Levante seguirá pareciéndose a sí mismo un año más. Su director deportivo, Manolo Salvador, ideando un equipo de bajo coste y con garantías para permanecer otra temporada en Primera (la próxima será la sexta consecutiva), a ser posible sin sobresaltos. El curso anterior, Lucas Alcaraz, sustituto de Mendilibar, consiguió el objetivo de la salvación no sin sufrimiento. La personalidad austera de Alcaraz y sus planteamientos conservadores no calaron en la afición, aliviada solo con el deber cumplido.

Con la economía más o menos controlada, Quico Catalán, el presidente que neutralizó la maltrecha tesorería y ha devuelto la reputación al club, cree que ha llegado el momento de ofrecer algún que otro alarde. Si en los últimos años el coste en la confección de la plantilla era cero, con jugadores llegados a última hora desechados de otros clubes, el estado actual de la hucha le permite realizar pequeños dispendios. Por 1,8 millones se ha fichado a Deyverson, potente delantero brasileño procedente del Os Belenenses, cedido la segunda parte de la temporada al Colonia. “Que el Levante haga una apuesta como esta significa muchas cosas: que la salud va evolucionando satisfactoriamente, que hemos llegado a un momento en estos últimos años que podemos afrontar una operación como esta y que hemos cumplido una prioridad de la dirección deportiva”, explicó Catalán en la presentación del delantero.

Alcaraz no promete hedonismo

El gol será responsabilidad de Deyverson y del argelino Ghilas, cedido del Oporto y que el curso anterior anotó siete goles con el Córdoba. Los dos nuevos puntas, junto con Víctor Casadesús, que marcó ocho tantos, y el canterano Roger, que regresa a casa tras sendas cesiones al Zaragoza y Valladolid, tendrán que paliar la baja de David Barral, el espíritu granota en los dos últimos cursos (con 18 goles anotados es el máximo goleador del Levante en Primera). Barral no aceptó la propuesta de renovación y emigró a los Emiratos Árabes.

Alcaraz no promete hedonismo a la grada, solo trabajo, organización y actitud, las señas con las que este Levante ha sobrevivido en la élite. Con dificultades pero siendo dueño de sus propias decisiones sin reparar en fortunas ajenas.

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