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Supercopa de Europa: trofeo internacional, ambiente local

Tbilisi no recibe apenas hinchas del Barça y Sevilla para la Supercopa, pero los aficionados georgianos llenan el estadio

Jordi Quixano
Aficionados esperan por la Supercopa entre el Barça y el Sevilla.
Aficionados esperan por la Supercopa entre el Barça y el Sevilla.Chris Brunskill (Getty Images)

Tbilisi trató de engalanarse con carteles por doquier que anunciaban la Supercopa, con escudos del Sevilla y Barcelona pintados por las calles y hasta carteles en las zonas más desarrolladas y populares de la ciudad. Pero la capital de Georgia apenas notó el cambio, al menos en cuanto a turismo; del Barça acudieron unos 600 aficionados y del equipo andaluz unos 400. Cifras irrisorias explicadas por la mala combinación de aviones y altos precios que resultaron en una final bien descafeinada en cuanto a ambiente porque los hinchas eran locales. Y en su mayoría, por la proyección internacional, historia e iconos futbolísticos, del Barça. Así se aclaró en el momento en que desde los altavoces nombraron a los equipos, aclamado el conjunto azulgrana y silencio absoluto con el Sevilla.

Más que en el fútbol, la ciudad se volcó en las olimpiadas juveniles europeas –España va octava en el medallero con laureles en natación, atletismo y judo- que se celebran estos días en el país. Así lo constataban las tiradas de los periódicos, donde daban más protagonismo y espacio al evento deportivo. Pero eso no desanimó a las autoridades del país, que se gastaron 9 millones en remodelar el estadio Dinamo Arena (sede del Dinamo Tbilisi), ya vetusto porque se alzó en 1936, con mejoras en las gradas, en los marcadores y alumbrado entre otras cosas. Una pasión que no fue correspondida por las hinchadas de los finalistas que, por ejemplo, ni siquiera acudieron a la Fan Zone establecida, sobre todo porque lo único que daban eran mapas de la ciudad y no servían bebidas ni actividades lúdicas.

Los precios de las entradas, sin embargo, se podían adquirir desde los siete euros a los 30 euros (caras para Tbilisi) y convencieron de buenas a primeras –la primera tirada de 24.000 tickets se acabó en apenas unas horas- a los aficionados locales, que llenaron el estadio, las 54.550 butacas. Incluso había reventas en los alrededores del estadio que ofrecían billetes por 100 euros. Sólo 20 euros menos que lo que costaba el típico polo negro de la UEFA conmemorativo de la final.

Hubo ruido, movimiento y barullo antes de la final, camisetas sobre todo azulgranas. Pero no se dieron apenas cánticos reconocibles. La final era internacional, pero la afición fue local.

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