_
_
_
_
_
ANÁLISIS
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Un brindis por el fútbol

Hasta el brindis final de Pedro, de la excelencia de Messi al coraje conmovedor del Sevilla, todo fueron señas de un partido pasional, épico

José Sámano
Messi, emocionado tras acabar el partido.
Messi, emocionado tras acabar el partido.KIRILL KUDRYAVTSEV (AFP)

El Sevilla puso música de tambor a un partido que llevaba el guion de un Messi imperial hasta que emergió Pedro camino de Manchester. Puro suspense, puro fútbol. De intriga en intriga, Barça y Sevilla sellaron una final para rebobinar. Como evoca su popular himno, el cuadro de Emery lo hizo con un arrebato mayúsculo, con una fe encomiable. No se rindió ni a tiros de Messi, lo que engrandece a este equipo que vuela más alto que nunca, que compite con una fe infinita. Con el mundo rendido al primer acto de Leo, el Sevilla apretó la mandíbula y logró que el Barça de Messi pasara a ser el Barça de Mathieu, tan desafortunado como su técnico con los cambios. Se fueron Iniesta y Rafinha, se apagó La Pulga y se descompuso el Barça. Todo podía pasar. Incluso que fuera Pedro, que hace tiempo que no es Pedrito, quien hiciera su último acto de servicio a los culés.

Hasta el brindis final de Pedro, de la excelencia de Messi al coraje conmovedor del Sevilla, señas de un partido pasional, épico. La primera trama fue cosa de Leo. Tan influyente es Messi que el apetito del Barça se refleja en su rostro. En Georgia no compareció el 10 de gesto tirante que se alistó con Argentina en la Copa América, sino el Leo risueño, el que se divierte en el pique de barrio, el que quiere gobernar como en el patio colegial. Hace poco más de una década, Messi se llevó el descampado rosarino a Barcelona y con él su apego infantil al juego. En su club se siente Peter Pan, nada que ver con esa graduación adulta que le exige la albiceleste.

Este Sevilla sabe estar de pie

Tras el tormentoso fiasco de Chile, resulta que lejos de evadirse todo lo posible, La Pulga decidió acortar sus vacaciones para regresar antes de tiempo a los entrenamientos, como si fuera su mejor terapia, una vuelta al calor del hogar. Dentro y fuera del campo, el Barça sabe cómo hacer feliz al astro. Quizá Argentina se anticipe más de la cuenta al reclamar que sea el genio quien la haga dichosa. Como prueba, sin mucho rodaje se enchufó al Gamper y ya en Georgia, en la apertura oficial del curso, no se demoró. Banega lo activó en dos minutos con un toque magistral. Tal que Michael Jordan ante Larry Bird, Messi aceptó el reto y marcó territorio con un golpeo muy maradoniano y otro más potente, de trazo largo. Luego, con la pelota en liza dio un recital hasta que el Sevilla se sacudió todo complejo.

Este Sevilla sabe estar de pie y no es la primera vez que busca las cosquillas al Barça. Aguantó el vendaval de Messi, no aflojó ni con el 4-1. Y tras otro zapatazo de Messi, Pedro, que siempre tuvo tanta fe como este orgulloso Sevilla, pudo con el do de pecho blanco. Pedro siempre fue único en partidos únicos. Este lo fue.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_