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El curioso final de la primera Liga

El equipo del Barcelona que se proclamó campeón de la primera Liga, en 1929.
El equipo del Barcelona que se proclamó campeón de la primera Liga, en 1929.AS

Hacía ya algunos años que se hablaba en nuestro fútbol de copiar la fórmula inglesa del todos contra todos, que ya existía allí desde cuarenta años atrás. Crecía el profesionalismo, los jugadores querían cobrar más y hacían falta más y mejores partidos. Con los campeonatos regionales más la Copa, a la que acudían los mejor clasificados de aquellos, no llegaba. Se trataba de completar los ingresos con amistosos e incluso giras por el extranjero, pero la solución sólo la podía dar una Liga, con un calendario firme y otro título, distinto del de Copa, en juego.

Hubo, eso sí, discusiones sobre cuántos y quiénes debían participar. Los que habían ganado alguna vez la Copa se pusieron de acuerdo en que debían ser ellos y sólo ellos. Eso reduciría el campeonato a seis participantes: Barcelona, Athletic de Bilbao, Real Madrid, Real Sociedad (heredera del Club Ciclista de San Sebastián, como se llamaba cuando ganó la Copa), Real Unión de Irún y Arenas de Guecho. Pero otros querían participar. Tenían también un desarrollo amplio, la misma necesidad de hacer más taquillas y sostenían que con más equipos la cosa saldría mejor. A los primeros se les llamó minimalistas, a los otros, maximalistas. Estos hicieron un grupo fuerte y vindicativo, con tres que habían llegado a ser subcampeones de Copa, Atlético de Madrid, Espanyol, Europa (de Barcelona), más Celta, Iberia (de Zaragoza), Murcia, Racing de Santander, Sevilla, Sporting y Valencia.

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La polémica fue larga y dura. A falta de acuerdo, durante el año 28 cada grupo organizó su Liga propia, la maximalista y la minimalista, pero ninguna de las dos llegó a completar el calendario, aunque de aquello salió la idea de hacer una Primera y una Segunda División.

Por fin llegó el acuerdo. Los minimalistas accedieron a abrirse a diez participantes, dando entrada al Atlético, el Espanyol y el Europa, más un equipo, primero llamado X, que saldría de una competición entre los restantes aspirantes. La ganó el Racing. Así que aquella primera Liga la jugaron cuatro vascos (Athletic, Real Sociedad, Real Unión y Arenas de Guecho), tres barceloneses (Barça, Espanyol y Europa), dos madrileños (Real Madrid y Atlético) y un cántabro, el Racing.

Arrancó el 10 de febrero del 29, una semana después de la final de Copa. Es la única Liga que se jugó después de la Copa, en lo sucesivo sería al revés, primero la Liga y luego la Copa, hasta estos últimos tiempos, en los que van revueltas.

La final de Copa de ese año, por cierto, fue sonada. Se disputó el 3 de febrero en Valencia, entre el Espanyol y el Madrid. Valencia parecía un lugar propicio, por equidistancia y clima invernal que se suponía suave, pero esos días ocurrió lo que hoy conocemos como gota fría. Llovió muchísimo.

Y hubo un grave incidente político. Por la mañana llegó al puerto de Valencia, procedente de Sette (Francia), un vapor de nombre Onsala a bordo del cual iba uno de los políticos más célebres de la época: José Sánchez Guerra. Había sido jefe del Partido Conservador, presidente del Congreso, presidente del Consejo de Ministros, dos veces ministro de la Gobernación. Se había opuesto a la dictadura de Primo de Rivera y exiliado en París. Su retorno a España tenía como fin derrocarle. Fue detectado y recluido en el cañonero Dato, en el que pasaría meses.

En esas circunstancias, el delegado del Gobierno se negó a que el partido fuera aplazado dos o tres días como le pedían. No quería gente en la ciudad, y el partido había atraído a mucha. Como era inminente el comienzo de la Liga, la final sólo podría jugarse ese mismo día o ya acabado el nuevo campeonato. Confiando en una mejoría del tiempo, los equipos decidieron jugar. Pero la gota fría siguió ahí, persistente. Se jugó sobre una laguna, en condiciones que no se han vuelto a ver. Ganó el Espanyol 2-1. Pasó a la historia como La Final del Agua.

El Barça necesitó ganar al Arenas en un partido aplazado una semana después del final

Siete días, después, el 10, empezó la Liga. El primer gol se lo marcó el extremo derecha del Espanyol, José Prat, al meta del Real Unión de Irún, Antonio Emery, abuelo del hoy entrenador del Sevilla.

Los resultados de aquella primera jornada fueron: Arenas 2, Atlético 3; Espanyol 3, Real Unión 1; Real Sociedad 1, Athletic 1; Real Madrid 5, Europa 0; Racing 0, Barcelona 2.

El 23 de junio, concluidas las dieciocho jornadas, el Barça era primero, con los mismos puntos que el Madrid, el goal average particular empatado (1-2 en Les Corts y 0-1 en Chamartín) y una ajustadísima ventaja en el general, que entonces y durante mucho tiempo se establecía por división, no por diferencia. El Barça, con 35 marcados y 23 encajados, tenía un cociente de 1,5217. El Madrid, con 40-27, tenía 1,4814.

Pero el Barça no era campeón. ¿Por qué? Porque tenía aplazado un partido, su visita a Guecho, que debía haber cubierto el 19 de mayo. Aquel partido se pospuso por luto en honor a José María Acha, presidente del Arenas y alma mater de la Liga. Era el hombre que más había luchado para superar incomprensiones y sacar adelante el campeonato. Se había matado esa misma semana, en carretera, cuando acudía a ver en Madrid el España-Inglaterra. Un partido histórico que España ganó 4-3 y que supuso la primera derrota de los ingleses con un equipo del Continente. Una ocasión jubilosa, que se ensombreció con la muerte de Acha.

Primero y con un partido aún por jugar… Pero el Barça no era campeón porque cualquier derrota en Guecho, aun por un gol, haría su cociente peor que el del Madrid. El Arenas era el quinto en la tabla, había hecho algunos resultados muy buenos.

Así que una semana después de acabados todos los partidos se jugó el decisivo Arenas-Barça, en el viejo campo de Ibaiondo, donde cuentan que una vaca miraba siempre los partidos, lo que dio lugar a no pocos dichos. (“Ese ha visto más fútbol que la vaca de Ibaiondo”. O: “No te creas que ése, por haber visto tanto fútbol, sabe mucho; más fútbol ha visto la vaca de Ibaiondo y no sabe nada”).

El partido, disputado el 30 de junio, estuvo empatado a cero hasta mediada la segunda mitad. Dos goles del extremo izquierda del Barça, Parera, lo decidieron luego. El Barça ganó 0-2 y se proclamó campeón después de una semana de suspense.

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