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La cuneta trampa sin escapatoria

La Guardia Civil busca la causa por la que el Peugeot 206 de Sergio Tabeayo describió un movimiento contrario a la inercia y mató a seis personas en el Rally de A Coruña

Traslado del coche que causó el accidente.
Traslado del coche que causó el accidente.ÓSCAR CORRAL

Una nueva víctima de la tragedia del Rally de A Coruña,una niña de 12 años, Uxía Maroño, falleció anoche por un traumatismo craneoencefálico, según fuentes del hospital. Crece el drama que causó un Peugeot 206 XS que se salió de la pista el pasado sábado y atropelló a decenas de personas, causando siete muertos y 16 heridos. El domingo se practicaron las autopsias a las víctimas, que hoy serán enterradas. Seis municipios de la zona han decretado luto oficial. En el primer instante, fallecieron dos personas, y media hora después, ya con las ambulancias en el lugar, fue aumentando el número de víctimas. Ana Cayazzo, embarazada que salía de cuentas esta semana, y su pareja, Miguel Caridad; Laura Dubra; Marcos Prego; Sandra Ares y su hija adolescente, Aroa Manteiga. Los tres primeros eran de Cambre, otro municipio vecino; los tres últimos, de diferentes localidades de Carral, la localidad coruñesa donde se produjo el accidente. Sandra y Aroa, madre y hermana de un niño herido que se recuperaba ayer en el Materno Infantil de A Coruña, vivían en el mismo pueblo que el piloto. El hijo de otro de los fallecidos, Marcos Prego, también permanecía hospitalizado. En total, llegó a haber cinco críos ingresados

Apenas hay más huellas que la basura que dejó el público en el día de fiesta, un par de árboles truncados y alguna tarjeta de la funeraria caída en el suelo. La erosión causada por el Peugeot 206 XS que pilotaba Sergio Tabeayo, alias Risi, no es mayor que la que dejaría una lluvia fuerte bajando la ladera. Pero en el lugar de Paleo, en la cuneta trampa que corre pareja a la carretera del monte Xalo camino de la localidad de Carral (A Coruña) aún huele a tierra y hierba arrasada. Nadie se explica, de momento, por qué el vehículo de la escudería Lalín Deza que participaba en el Rally de A Coruña, entre otros 136, después de 14 años sin disputarse esta prueba, metió la rueda delantera derecha en la honda cuneta de la margen diestra de la estrada una vez enfilada la pendiente en recta.

"Cuando el demonio pasa..."

“Cuando el demonio pasa...”, se lamentaba escondiendo los ojos bajo unas gafas de sol José Caamaño, excorredor de rallies, padre de piloto y dueño de la empresa en la que, según dijo, trabajaban los dos hombres fallecidos y el herido que continúa en la UCI del mayor hospital de A Coruña. El demonio, para el empresario, empezó a pasar el día 4, cuando un incendio obligó a desalojar a 500 trabajadores y destruyó una de las naves del grupo Caamaño, dedicado a montaje de tiendas y estructuras metálicas. Esta noche seguían ingresados seis de los 16 heridos.

Venía de una curva con cambio de rasante en la que todos entendían que la inercia, en todo caso, proyectaría los coches hacia la izquierda. Pero Tabeayo, vecino del municipio de Carral, y el copiloto Luis Miguel Prego, del cercano ayuntamiento de Cerceda, perdieron el control y entraron con la rueda en esa hondonada que atrapó al auto y al público, niños y gente joven que se agolpaban en una zona considerada espectacular y de fácil acceso. “Era el tramo menos peligroso”, insiste un policía local. Y el más vistoso, porque al final acaba con un derrapaje para entrar en una curva de 90 grados.

Ayer por la tarde, la Guardia Civil todavía no había tomado declaración al piloto, un corredor “experimentado”, que según compañeros suyos como Iván Ares, ganador de la prueba que se disputaba, está “destrozado” y “solo pregunta por las víctimas”. Según el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia, tampoco hay fecha para la testificación en el juzgado de Instrucción 8 de A Coruña. Pero mientras tanto los agentes coruñeses han pedido a Madrid la colaboración del ERAT (Equipo de Reconstrucción de Accidentes de Tráfico) de la Guardia Civil, que será el que intente determinar qué fue lo que precipitó la tragedia. Al mismo tiempo, los agentes trabajan en recabar grabaciones de móviles del antes y el después para comprobar si los organizadores tomaron las precauciones que han trascendido, como la de insistir al público para que se retirase hacia atrás en la margen derecha.

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Un integrante de uno de los equipos que participaban afirmaba ayer a este diario que algunos responsables de la prueba se plantearon “por un momento” la posibilidad de “neutralizar” (realizar el tramo pero sin cronometrar ni puntuar) aquel trayecto, casi al final del recorrido, por la cantidad de público que se había congregado (con Carral en plenas fiestas del Socorro y a menos de dos kilómetros del núcleo urbano).

Varias fuentes han asegurado también que, previamente, “la organización había ordenado disolverse a los asistentes de la margen izquierda”, totalmente descampada, por considerar que allí sí podía haber peligro; y muchos se habían apretado entre los eucaliptos, carballos y castaños que crecen en el monte de la derecha. Ahí, supuestamente, no había riesgo, pero es que entre el monte y la carretera existe un desnivel que a continuación de la cuneta se salva con un talud de entre metro y medio y dos metros. El coche y el público se encajonaron en ese endiablado carril sin escapatoria posible. El Peugeot bajó por él describiendo un giro completo, después voló y se paró al chocar contra un árbol, esa jornada murieron seis espectadores (cuatro mujeres, dos de ellas embarazadas, y dos hombres) y 16 resultaron heridos.

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