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Nacionalismos en La Roja

Mitos, contadas renuncias e intolerancias alimentan la relación del sentimiento nacionalista con la selección de fútbol

Arconada fue acusado sin fundamento de jugar con medias blancas para no llevar el escudo español
Arconada fue acusado sin fundamento de jugar con medias blancas para no llevar el escudo españolCARON LANDRAIN (Cordon Press)

El debate actual sobre el derecho a decidir de Cataluña sobre su estatus político en el Estado alienta la cíclica discusión sobre la relación del fútbol español con las diversas nacionalidades de las que se nutre. Unas palabras de Pep Guardiola divulgadas desde Guanyarem.cat, iniciativa en favor de las selecciones catalanas, avivan la discusión. “Hasta ahora los catalanes no podíamos competir y lo hicimos y hacemos encantados con España y lo mejor que pude”, asegura Guardiola, que natural de Santpedor como es, apunta que hubiese defendido la enseña de su tierra de haber dispuesto de esa opción. Su discurso no se aleja del de los deportistas de países que, llegada una escisión política, abrazan su nuevo escudo. El técnico del Bayern, que fue 47 veces internacional y campeón olímpico integra la lista de Junts por el Sí de cara a las elecciones del día 27 en Cataluña.

No siempre el contexto fue el mismo y las decisiones obedecen en muchos casos también a un proceso de maduración personal. Hoy es más sencillo expresar una idea o un sentimiento nacionalista que en abril de 1975 cuando Kubala convocó para jugar con la selección a Kortabarría, zaguero de la Real Sociedad. “Quiero estar bien en mi club y hacerme un fijo en la selección”, explicó el jugador, que tenía 24 años. Doce meses después debutó contra Alemania y jugó tres partidos más, el último en 1977 meses después de portar junto a Iribar en los instantes previos a un derbi vasco en Atotxa una ikurriña semanas antes de ser legalizada. Según se deslizó con el tiempo, Kortabarría pidió no volver a una convocatoria. El asunto se manejó con tanta discreción que en enero de 1979 en otra entrevista en El Mundo Deportivo le preguntaron si se veía, futbolísticamente, en condiciones de vestir de rojo y respondió. “Por mí no quedará merecer tal honor, pero es lógico dar paso a la juventud”. En 2006 Oleguer Presas, futbolista del Barcelona fue más directo. Luis Aragonés lo citó para una convivencia con la selección y el jugador se dejó ver sin mayores problemas con la indumentaria de calle del equipo. Luego aclaró que por ideología no se sentía implicado para defenderlo. “Es mejor que vengan otros. Soy honesto conmigo mismo”, zanjó.

Sobre el epílogo de la carrera de José Ángel Iribar en la selección se arrojó la sombra de la duda sobre si su filiación nacionalista propició un abrupto final que le impidió llegar a los 50 partidos internacionales que ansiaba jugar con España. El último lo disputó en abril de 1976, justo el anterior al debut de Kortabarría. En 1978, aún indiscutible en el Athletic, se integró como independiente en la mesa nacional que dirigía Herri Batasuna. Siempre que le han preguntado por su relación con la selección se ha referido a ella con la emoción y el sentimiento de quien la defendió como lo que fue, uno de los mejores guardametas de su tiempo. Tampoco fue el único futbolista que se significó en la coalición abertzale. Endika Guarrotxena, autor del gol que dio el título de Copa al Athletic contra el Barcelona, también formó parte de su dirección. Antes, entre 1981 y 1984, fue internacional español sub 19 y sub 21. “Nunca tuve un conflicto. Ni siquiera interior. Jugaba al fútbol sin pensar en lo que representaba”, apuntó años después en palabras recogidas en “Futbolistas de izquierdas”, un libro de Quique Peinado.

Aquel encuentro entre Oleguer y Luis en un hotel madrileño suscitó generalizada expectación, pero otras situaciones se manejaron entre bambalinas. A Mikel Aranburu lo llamó dos veces Iñaki Sáez para formar parte del grupo que ganó el Mundial juvenil en 1999. En una se apuntó que estaba enfermo, en otra lesionado. En otra entrevista publicada en “La patria del gol: fútbol y política en el Estado español”, obra de Daniel Gómez Amat, el futbolista reconoce que hubiera agradecido la llamada para acudir a Nigeria, pero que habría renunciado. Poco tiempo antes un futbolista gallego del Compostela, el lateral zurdo Nacho, se pronunció sobre una eventual convocatoria a la selección que dirigía entonces Javier Clemente. “No me apetece. Creo que hay gente en el Estado español más identificada con la selección más que yo”. Al llover las críticas, las despejó: “Sólo soy un futbolista, jamás dije que fuese nacionalista. Prefiero no definirme ni que otros lo hagan por mí”.

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Entre la pasión y la intolerancia siempre ha habido espacio para dar pábulo a las conspiraciones más surrealistas. Se debatió sobre las medias blancas de Arconada (ahora todos los porteros las llevan diferentes a sus compañeros por exigencia arbitral) o sobre si Luis López Rekarte les daba la vuelta para que no se viese la bandera rojigualda, cuando siempre se las colocaba igual. En 2007 hubo quien afeó que Xavi y Puyol las doblaban de manera que opacaban los colores nacionales. El zaguero se enojó: “Lo que hay en las medias no es la bandera española. Son cuatro rayas rojas y tres amarillas”, ilustró. Eran tiempos de malos resultados para la selección y se puso a germinar la idea de que no se ganaba porque faltaba sentimiento patriótico, no como en otros países. Entre 2008 y 2014 nadie debatió sobre como se doblaban las medias.

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