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Ronaldo recupera el gol a lo grande

El delantero, sublime, se alimenta de las contras e impulsa al Madrid con cinco goles sobre un Espanyol de lo más insípido

Jordi Quixano
Cristiano y Bale celebran uno de los goles del portugués.
Cristiano y Bale celebran uno de los goles del portugués. LLUIS GENE (AFP)

Jugador habituado a convivir con la excelencia, depredador del gol por definición, Cristiano Ronaldo se mordía las uñas con impaciencia porque su puntería andaba en letargo por 50 días. Era, sin embargo, cuestión de tiempo y lógica porque el siete tiene el vicio en el cuerpo, el vicio del gol. Uno, dos, tres, cuatro y hasta cinco goles celebró el portugués –el hat-trick fue en un santiamén, en apenas 20 minutos-, que se alimentó de los pases de Modric y de los centros de Bale, de nuevo mediapunta y al fin entonado porque no es un enganche al uso sino que ya entiende las exigencias de la pizarra de Benítez. Atendió patidifuso el Espanyol al descalabro, sobre todo porque se había preparado para un duelo de estrecheces y fue lo contrario. Así que a la media hora alzó la bandera blanca, rendición ante el triunfo del Madrid y a su imperial contragolpe.

Persiste Sergio González con su baile de tiza, de un 4-2-3-1 ante el Getafe pasó al 4-4-2 frente al Betis y acabó contra el Madrid con una defensa de cinco. Medida timorata que anteponía la voluntad de restar las virtudes del rival que de subrayar las propias. Un sistema fallido que quedó de buenas a primeras obsoleto porque Cristiano tenía prisa y gazuza.

Espanyol, 0 - Real Madrid, 6

Espanyol: Pau López; Arbilla, Álvaro, Ciani (Cañas, m. 45), Duarte; Víctor Sánchez (Jordán, m. 64), Javi López (Montañés, m. 45), Víctor Álvarez, Salva Sevilla; Caicedo y Gerard Moreno. No utilizados: Bardi; Fuentes, Raillo y Mamadou.

Real Madrid: Keylor Navas; Carvajal, Pepe, Sergio Ramos (Varane, m. 73), Marcelo; Casemiro, Modric (Kovacic, m. 55), Isco; Gareth Bale, Benzema (Lucas Vázquez, m. 62) y Cristiano. No utilizados: Kiko Casilla; Kroos, Arbeloa y Jesé.

Goles: 0-1. M. 6. Cristiano. 0-2. M. 16. Cristiano. 0-3. M. 19. Cristiano. 0-4. M. 27. Benzema. 0-5. M. 61. Cristiano. 0-6. M. 80. Cristiano.

Árbitro: Vicandi Garrido amonestó a Álvaro, Benzema, Cañas y Kovacic.

Power8 Stadium. 32.155 espectadores.

Resulta que el Espanyol pretendió jugar en 30 metros, con las líneas juntas y la presión alta. Edén para Modric y Casemiro, que filtraban pases a la espalda de la zaga rival para las carreras de los delanteros. Lo probó en tres ocasiones Bale, penalizado en dos de ellas por un control defectuoso pero premiado en la tercera, cuando se venció al suelo al ver la pierna de Álvaro. Penalti ingenuo y festejo de Ronaldo desde el punto de penalti. Antes, en cualquier caso, Modric ya había aclarado el duelo con una asistencia sensacional –no por su complejidad sino porque lo logró cayéndose-, para habilitar a Cristiano ante Pau. Control, adecuación del esférico a su derecha y chut cruzado a la red y a gol. El mismo Ronaldo de siempre que encontró en Bale a la mejor de las inspiraciones.

Criticado Benítez en su tenacidad por atornillar al galés de mediapunta, el tiempo parece darle la razón porque no quiere pausa ni control en la zona de tres cuartos sino que exige agitación. Queda claro que Bale no danza con el esférico en espacios cortos, que tampoco tiene pie para el pase imposible ni demasiada perspicacia para leer el juego de entrelíneas. Pero entiende la profundidad con las piernas y no con la vista, toda una ventaja para el Madrid de Benítez porque no toca cerca del área contraria sino que define (de ahí que Isco siga sin encontrar su hueco) con su mazo-bota. A las galopadas de ruptura le siguieron los desplazamientos laterales al costado izquierdo; un crucigrama sin solución para el Espanyol porque los mediocentros se resistieron a seguirle, por lo que el galés recibía solo sobre la línea de cal, ya con Ronaldo en el punto de penalti. Así llegó el tercer gol, el triplete del siete. Había más.

El portugués se alimentó de los pases de Modric y de los centros de Bale, de nuevo mediapunta y al fin entonado

Se trató de movilidad e intercambio de posiciones, de un rock & roll que descompuso al Espanyol, por más que de vez en cuando llamara a la puerta de Keylor Navas. Y replicó el meta con seguridad, como si nada hubiera pasado con De Gea, como en esa atajada en dos tiempos sobre Salva Sevilla o en remate de cabeza de Moreno. Por lo que en nada notó el Madrid las ausencias de James y Danilo, de nuevo con Pepe y Ramos en el eje de la zaga y con Casemiro como el mejor de los pegamentos por delante de la defensa. Le pide el cuerpo a BenÍtez un mediocentro que se ancle en la medular (también para oxigenar a Kroos), un futbolista que aborte las contras rivales. Le salió bien y el Espanyol se contentó con celebrar el homenaje a Raúl Tamudo, la leyenda blanquiazul que colgó las botas esta semana. El Madrid, en cambio, siguió a lo suyo con Bale como palanca. Primero impulsó una contra con el pase al espacio para Ronaldo, que levantó la cabeza y centró a la llegada de Benzema, el otro rubí blanco que se unió al festín; y después, leyó el desmarque de Ronaldo en el área para rematar la faena. Y, en su versión de nueve, completó su repóker tras una asistencia de Lucas Vázquez. El Madrid recupera la sobriedad atrás y la fiereza en ataque, también el saludable vicio de Cristiano, el vicio del gol.

 

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