_
_
_
_
_

Francia gana sin problemas a una Italia diezmada por las lesiones

Las selección gala vence con comodidad (32-10) a una Italia sin Parisse y sin Masi

Francia  e Italia durante el partido de este sábado.
Francia e Italia durante el partido de este sábado.P.Gilham (Getty)

La última vez que Francia visitó Twickenham en partido oficial salió masacrada por Inglaterra, encajando 55 puntos en la cita final del Seis Naciones. El XV del Gallo hizo este sábado los deberes para que esa no sea la instantánea a recordar por la historia sobre sus méritos en tierra enemiga. Los de Saint-André cumplieron ante una Italia mermada por las lesiones y, si nada lo impide, se jugarán con Irlanda el 11 de octubre el liderato del grupo D, en busca de evitar a los All Blacks en cuartos. Esa es la barrera para volver a la catedral inglesa, algo que solo lograrían si alcanzan las semifinales.

En un gesto de lucidez y de introspección, Morgan Parra reflexionaba hace unas semanas sobre la irregularidad de su equipo: "El problema es que somos franceses". Tan capaces de estremecer a cualquiera como de titubeos inexplicables; lo sabe el propio Parra, tan genial como inconsistente. El asombro de Japón ante Sudáfrica hizo retumbar Twickenham a más de una hora del encuentro en un aullido sísmico, precedente suficiente para que Francia no coqueteara con agitar los dados.

Más información
Japón hace historia a costa de la selección de Sudáfrica
Inglaterra ordena el caos de Fiyi
Argentina y la cátedra del sur

El problema de Francia es que esa genialidad, que hace compensar cualquier inconsistencia, también languidece. Ocurre que Italia tenía su pócima creativa en la enfermería. Sin su capitán, Sergio Parisse, ausente por unas molestias en el muslo, no encontró las rendijas para avanzar ni la disciplina para no regalar golpes de castigo a Francia. Por si fuera poco, Andrea Masi se marchó enseguida por una lesión en el talón de Aquiles. Así, en una primera parte sin exotismo alguno, los galos tuvieron suficientes balas para convertir cinco patadas a palos.

Y eso que el resucitado Frederic Michalak se las tuvo con el poste derecho, capaz de negarle dos pateos factibles. Francia avanzaba por inercia y no necesitaba llegar lejos para sumar porque el rival jugaba como si viviera infinitamente a centímetros de su zona de marca. Todo eran excepciones, demasiados brazos levantados para el colegiado. En esa sucesión de imprudencias y castigos, el zaguero de origen sudafricano, Scott Speeding, el especialista bleu para las patadas de larga distancia, dejó una perla en forma de proyectil desde campo propio.

El nombre de Philippe Saint-André, incapaz de superar el cuarto puesto en ninguno de los cuatro Seis Naciones que ha dirigido, volvió a ser pitado por sus aficionados, también en Twickenham. Insatisfechos por la excesiva mecanización de su selección, pese al innegable talento de sus clubes, los franceses no podían lamentar en esta ocasión el marcador, aunque lejos del ensayo. Parecía lograrlo Noa Nakaitaci, pero las pantallas del estadio han puesto en evidencia el procedimiento arbitral. Tras una primera revisión, el sudafricano Craig Joubert dio el ensayo para verse obligado a solicitar una segunda consulta instantes después del clamor del público, pues el monitor mostró cómo al ala se le había escapado el balón al posar.

Francia,32 - Italia,10

Francia: Scott Spedding, Yoann Huget (Gael Fickou, m.55), Mathieu Bastareaud, Alexandre Dumoulin, Noa Nakaitaci, Frederic Michalak (Remi Tales, m.76), Sebastien Tillous-Borde(Morgan Parra, m.57); Louis Picamoles (Bernard Le Roux, m.67), Damien Chouly, Thierry Dusautoir (captain), Yoann Maestri (Alexandre Flanquart, m.69), Pascal Pape, Rabah Slimani (Nicolas Mas, m.63), Guilhem Guirado (Benjamin Kayser, m.61), Eddy Ben Arous (Vincent Debaty, m.62)

Italia: Luke McLean, Leonardo Sarto, Michele Campagnaro, Andrea Masi (Enrico Bacchin, m.11), Giovanbattista Venditti, Tommaso Allan, Edoardo Gori (Guglielmo Palazzani, m.63); Samuela Vunisa, Francesco Minto (Simone Favaro, m.63), Alessandro Zanni, Josh Furno (Valerio Bernabo, m.72), Quintin Geldenhays, Martin Castrogiovanni (Lorenzo Cittadini, m.50), Leonardo Ghiraldini (Andrea Manici, m.63), Matias Agüero (Michele Rizzo, m.50).

Árbitro: Craig Joubert (Sudáfrica), asistido por el irlandés John Lacey y los sudafricanos Stuart Berry y Shaun Veldsman.

Ensayos: Slimani y Mas por Francia; Venditt por Italia.

Golpes de castigo: Michalak (5) y Speeding (1) por Francia; Allan (1) por Italia

Con Italia adormecida tras el descanso, Francia puso tierra de por medio con otro golpe de castigo certero de Michalak y, finalmente, el ensayo, tras una cabalgada portentosa de Nakaitaci que Girado casi llevó bajo palos. Segundos después, Slimani derritió la mantequilla italiana y, con una velocidad impropia para un delantero, conquistó a placer la zona de marca rival. Habían pasado apenas cuatro minutos del segundo tiempo tras la transformación de Michalak, pero hizo falta un agravio añadido para que los azzurri levantaran cabeza.

Con 25-8 en el marcador, Francia rechazó tirar a palos desde una posición cómoda y buscó la touch. El mensaje era claro. La victoria está asegurada; ahora, a por el punto de bonus de los cuatro ensayos. Los italianos vieron esa percepción, la de un rival vulnerable al que aún se le podía marcar tres veces más, y se abalanzaron sobre el campo francés. El esfuerzo de Gori rozó la conquista en un par de ocasiones, pero acabaría siendo Venditti, que se resarció esprintando en el jardín galo para facilitar la conversión posterior.

En una fase de creciente intrascendencia, Francia vivió lo que amenaza con ser un episodio crítico cuando Yoann Huget, su hombre más desequilibrante, necesitó de la ayuda de dos asistentes para dejar el campo lesionado. Llegó el carrusel de cambios y Nicolas Mas, uno de los nuevos socios, anotaría el segundo ensayo de Francia, que no rozaría el punto de bonificación. Mientras, Italia tiró de ese amor propio porque porque en el rugby impera la tiranía del marcador, que solo permite al rezagado buscar el perdón con ensayos. Y en lo simbólico terminó la contienda, con Twickenham aplaudiendo el esfuerzo de una vieja gloria como Michalak. Porque en Francia ningún adiós es definitivo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_