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El Sporting se desata en Riazor

Primera victoria del cuadro gijonés tras una primera parte con cinco goles en un duelo de alternativas

Sanabria celebra su gol al Deportivo en Riazor.
Sanabria celebra su gol al Deportivo en Riazor.Cabalar (EFE)

Quienes vean en el Sporting una maría que no dispone de músculo económico y por tanto de fuerza balompédica ya pueden ir renovando su mirada. La modestia no está reñida con el talento y mucho menos con el orgullo, y son dos valores que el equipo asturiano empleó para llegar a Primera cuando nadie lo esperaba. No ha cambiado y ese detalle no deja de ser un ventaja. El Sporting emplea ahora las mismas armas para enfrentar a Real Madrid, Valencia o Deportivo que usó para oponerse a Alcorcón, Lugo o Llagostera el ejercicio pasado. Tiene un camino claro y no se aparta de él aunque a veces los partidos escriban guiones inescrutables o inesperados.

DEPORTIVO, 2-SPORTING 3

Deportivo: Lux; Laure, Arribas, Sidnei, F. Navarro (Luisinho, m. 61); Mosquera, Borges; Juanfran (Jonathan Rodríguez, m. 61), Fayçal Fajr (Fede Cartabia, m. 82), Luis Alberto; y Lucas Pérez. No utilizados: Manu, Lopo, Álex Bergantiños y Juan Domínguez.

Sporting: Alberto García; Lora, Luis Hernández, Bernardo, Canella; Sergio Álvarez, Nacho Cases (Mascarell, m. 82); Halilovic (Carmona, m. 67), Sanabria, Álex Menéndez; y Guerrero (Pablo Pérez, m. 76). No utilizados: Cuéllar, Jorge Meré, Jony y Carlos Castro.

Árbitro: Prieto Iglesias. Amonestó a Fayçal Fajr, Sidnei, Luisinho, Nacho Cases, Carmona, Sanabria

Goles: 0-1. m. 3. Sanabria; 0-2, m. 9. Sanabria; 1-2, m. 15, Juanfran; 2-2, m. 27, Luis Alberto; 2-3, m. 33, Álex Menéndez

Riazor. 25.801 espectadores

Porque nadie podía aguardar que el Sporting tan corajudo, pero tan huérfano de pegada como para no marcar en las tres primeras jornadas, se fuese al descanso en Riazor con tres goles que a la postre le dieron su primera victoria en este campeonato. Imposible imaginar que en diez minutos marcase dos tantos idénticos, sendos testarazos de Sanabria a unos pasos de la línea de gol, tras rascar en reiteradas ocasiones la línea de fondo en un inicio demoledor porque comenzó el Sporting con unos minutos memorables, profundo y amplio. Al Deportivo le superó el despliegue del rival porque tardó en ajustar las ayudas atrás, se vio dos abajo y reaccionó como se aguarda de los equipos que tienen argumentos, quizás no tantos como los de quienes lo quieren ver más cerca de Europa que de pelear su salvación, tarea sobre la que no le conviene perder el foco.

Respondió el equipo de Víctor, encorajinado, pero también con fútbol. Marcó Juanfran casi de inmediato en un córner al primer palo que prolongó a la red y el Sporting se acható unos minutos, se fue a defender muy atrás y quedó a merced del Deportivo, que encontró opciones de todos los colores. Empató Luis Alberto con chut pleno de dinamita que se coló por el palo que en teoría siempre defender un portero y casi de inmediato Sidnei se adelantó unos centímetros al saque de una falta para marcar lo que puedo ser la remontada local. Con el hilo perdido, el Sporting encontró aire cuando estaba cerca de ser noqueado. No conviene minusvalorarlo a la hora de considerar a este equipo de gladiadores, sostenido por una afición siempre presente. Encontró una contra muy mal defendida por la zaga blanquiazul, vencida hacia la izquierda para dejar un pasillo por el que percutió Álex Menéndez, excepcional toda la tarde, para situar de nuevo en ventaja a su equipo.

Tenía un evidente problema defensivo el Deportivo, que se ajustó en esa fase con el esforzado Fayçal ayudando a cerrar el flanco zurdo. También lo hizo el Sporting, que, con todo, se aprestó a sufrir para defender la victoria. Vio como Lucas Pérez mandó el balón al palo en un grosero error de su zaga y mal que bien plegó velas sin ser capaz de volver a asustar a Lux. Bajó el nivel ofensivo y creció el defensivo, decayó el Deportivo, necesitado como estaba de afrontar más gasto en la creación y al que no fortalecieron las variantes porque al cuarto de hora de la segunda parte abrazó el 4-3-3 y con él alejó a Lucas del área, un pecado. Cuando Víctor lo envió de vuelta a posiciones más centradas el partido ya moría. Lo hizo con dos equipos exhaustos después de entregar, con menor o mayor fortuna todo, en una tarde que aúno todos los ingredientes que se le pueden demandar al fútbol para que se convierta en un maravilloso espectáculo.

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