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Rumania, el coloso que cayó con Ceausescu

Medio de propaganda del dictador, 'los Robles' compitieron con la élite europea antes de la muerte de cinco jugadores durante la revolución que le derrocó

Hari Dumitras en un partido con Rumania.
Hari Dumitras en un partido con Rumania.FRR

Tras décadas de meritorio ascenso, tuteando a las potencias del rugby europeo, el destino quiso que la gran hazaña de Rumania fuera póstuma. De entre gestas como derrotar a Gales, Escocia o Francia durante los ochenta, Haralambie Dumitras, uno de los referentes de la época, se queda con el triunfo de 1990 en Auch, el primero ante los galos en suelo francés. Un mérito deportivo cuyo valor humano lo eleva al infinito por la muerte meses antes de su capitán, Florica Murariu, y otros cuatro jugadores rumanos en la revuelta que acabó el régimen y la vida de Nicolae Ceausescu. "Queríamos rendir homenaje a los muertos y cumplir con un deber histórico. Teníamos que dejar una marca en nuestra época, ser recordados como vencedores y no caer en el olvido de los perdedores", explica Dumitras.

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El rugby llegó a Rumania mucho antes que Ceausescu. Lo importó un grupo de estudiantes cuando regresaron de París a principios del siglo XX y sus pioneros lograron en 1924 la primera medalla olímpica del país. El deporte floreció a comienzos de los sesenta, con la primera victoria ante Francia y varias actuaciones de mérito. Cuando el dictador llegó a la Jefatura del Estado, en 1967, se sirvió del creciente éxito internacional de su rugby como elemento de propaganda, tanto para enorgullecer a sus habitantes, cada vez más aislados, como para limpiar la marca exterior del país. "El Gobierno entendió que jugar contra estas naciones daba una bonita visión del sistema. Es lógico que creara esa imagen, era una manera de decirle al mundo que en Rumania todo iba bien", valora Dumitras, ahora presidente de la Federación Rumana de Rugby.

La fuerte inversión del régimen dio sus frutos y los Robles eran uno de los mejores equipos del mundo, muy cerca de ingresar en el entonces denominado Cinco Naciones. Para la historia quedaron la victoria de 1984 ante Escocia (28-22), el triunfo en Cardiff ante Gales en 1988 (9-15), la digna derrota en Twickenham ante Inglaterra (22-15) o el empate de 1980 en Dublín ante Irlanda (13-13). Además de victorias contundentes en su clásico ante Francia, que cayó 15-0 en Bucarest. Italia, que acabó siendo el nuevo socio del clásico del norte, cayó con Rumania en 12 de los 20 partidos que disputaron en la época. "Sentíamos que pertenecíamos a la élite. Nunca hemos confundido deporte y política, estábamos allí porque amábamos el rugby", explica el número 8 rumano, descartando debates morales internos.

Dumitras trabajaba en un departamento de marketing. Otros compañeros lo hacían en la policía o en el ejército, y con sus uniformes perdieron la vida cuando el dictador fue ejecutado en diciembre de 1989. "Hubo mucho dolor en la familia de rugby, pero no pudimos hacer nada, ni como jugadores ni como rumanos". Más triste si cabe fue la muerte de Muriaru, su gran icono, al que se cree asesinaron dos soldados de gatillo fácil al confundirle con un activista durante una barricada. "Florica era nuestro gran amigo, el que daba el ejemplo y tenía las palabras adecuadas para cada uno de nosotros".

El descenso de inversión pública, en un país con prioridades más urgentes y la apertura a otras opciones de ocio, bajó la asistencia en los estadios: de picos con 8.000 personas a apenas 3.000. "Es verdad que descendió mucho la inversión pública, pero la caída se debe a muchos factores. La llegada del profesionalismo dejó una gran brecha y perdimos el tren", analiza Dumitras. En 2001, un año después de que Italia integrase el Seis Naciones, Inglaterra aplastó 134-0 a Rumania, una selección que no tenía patrocinios ni dinero para pagar a sus jugadores.

Pese a todas las inclemencias, los Robles han seguido clasificándose para cada Mundial y sus perspectivas son ahora más optimistas. "Hay más jóvenes, el campeonato ha mejorado [seis equipos integran la máxima categoría] y tenemos jugadores en Inglaterra". Mientras el rugby aplaude la llegada de los nuevos socios, a esta vieja potencia, derrotada con contundencia en este torneo por Francia e Irlanda, le queda su orgulloso pasado. "Tuvimos la oportunidad de conocer el mundo. Éramos una familia y habría sido imposible enfrentarnos a los grandes sin el sacrificio de cada compañero".

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