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El Madrid B minimiza al PSG

El cuadro de Benítez, con personalidad pese a las muchas bajas, somete primero y controla después a un rival achicado hasta el tramo final

José Sámano
Ronaldo dispara entre Verratti y Maxwell.
Ronaldo dispara entre Verratti y Maxwell.CHARLES PLATIAU (REUTERS)

Con un primer acto muy meritorio y un segundo tiempo más regulado, el Madrid B sometió al llamativo PSG con todas sus estrellas al frente. Los blancos se mostraron como un conjunto bien coordinado, tan capaz para superar de largo a su rival antes del descanso como para después no agrietarse ante el mayor empuje local. Pese al asalto final parisino, esta vez no hubo titulares para Keylor Navas, salvo un pulso con Pastore. Un partido que permitió contrastar que el Madrid tiene armario, que en la despensa hay material, que los Casemiro, Lucas, Jesé, Cheryshev y compañía compiten con solvencia mientras se ruedan en la máxima élite. Ninguno desentonó, pese a la exigencia aparente del duelo.

PSG, 0; REAL MADRID, 0

PSG: Trapp; Aurier, T.Silva, Marquinhos, Maxwell; Matuidi, Motta, Verratti (Lavezzi, m. 79); Di María (Pastore, m. 66), Ibrahimovic y Cavani (Lucas Moura, m. 65). No utilizados: Sirigu, Kurzawa, Van der Wiel, Rabiot.

Real Madrid: Keylor Navas; Danilo, Ramos, Varane, Marcelo; Lucas Vázquez, Kroos, Casemiro, Isco (Modric, m. 68); Jesé (Cheryshev, m. 72) y Cristiano. No utilizados: Casilla, Nacho, Llorente, Kovacic y Borja Mayoral.

Árbitro: Nicola Rizzoli (ITA). Amonestó a Matuidi, Verratti, Sergio Ramos, Lucas Vázquez y Aurier.

Estadio Parque de los Príncipes de París. Unos 49.000 espectadores.

Apareció el PSG como un equipo más pinturero para la foto que para producir el fútbol que se espera de su millonaria galaxia. Un conjunto sin mucho remango que parece tramitar el juego con poca pasión, plomizo para desplegarse y siempre con la manta puesta, lo que reduce los efectivos en ataque. Ordena Motta pasito a pasito y, a partir de ahí que Ibrahimovic o Di María se busquen los cuartos, porque a Cavani le sueltan poca caña. Más bien contemplativo, el grupo parisino tampoco sierra al adversario con una presión con voltaje. Deja hacer y se arremolina al borde de su área. Es lo que hizo durante todo el primer tramo, hasta que de vuelta del descanso puso algo más de colmillo. Y, de paso, Pastore le dio el sentido que no había tenido. Entre tanto galáctico le han arrinconado porque sí, la ley mercantil del fútbol.

Ante el decepcionante PSG inicial, el Madrid tuvo una respuesta sin tachas. Actuó con personalidad, sin miramientos, sin reparar en las bajas de Carvajal, Pepe, James, Bale y Benzema y en las pupas de Modric y Kovacic, ambos en el banquillo al no estar en plenitud. Tampoco en el hecho, nada baladí, de que Sergio Ramos tuviera que jugar con el hombro izquierdo infiltrado. Mal asunto cuando hay que chocar con pertiguistas de dos cuerpos como Ibrahimovic, al que no le hace falta cortarse la coleta para acabar retirado curso tras curso del trono europeo. Su techo es una semifinal de la Champions: con el Barça y hay que rebobinar hasta la temporada 2009-2010. Ramos, todo un dique, con algunos cruces extraordinarios, y Varane, bien aplicado, le condenaron una vez más al olvido. Lo mismo sucedió con Cavani, autor de la mejor y casi única oportunidad local justo tras el intermedio, y Di María. Ambos se fueron a la ducha antes del final tras un encuentro por el que pasaron sin ruido alguno, de forma lateral.

Sin fisuras

Resulta curioso que el Madrid más firme de la temporada durante un largo trecho del encuentro estuviera en cuadro en París. Su despliegue no dio para añoranzas. Jugó con orden, sin fisuras, equilibrado en la cueva y en la ofensiva. Rafa Benítez situó a Jesé a la izquierda, con Lucas Vázquez a la derecha y Casemiro dejando barra libre a Kroos. Los cuatro se movieron con soltura, bien conectados a Isco, en el Parque de los Príncipes segundo delantero bajo la tutoría de Cristiano. El portugués tuvo dos cabezazos consecutivos desviados del gol por los dedos de Trapp. Antes, Kroos, que con Casemiro puede infiltrarse hacia el ataque, había dejado mano a mano a Jesé con el meta local, que le cegó el disparo. Mandaba el Madrid, por actitud y aptitud, con Isco ingenioso, Jesé y Lucas sin arrugarse, cara a cara con cualquier contrario, cada día más asentado. Un proyecto interesante el del exjugador del Espanyol, con recorrido por el carril y mucho desparpajo.

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La entrada de Pastore, reclamado por la grada, que murmullaba porque nada le gustaba lo visto, y Lucas Moura cambió al PSG, que se tornó más dinámico, más explosivo. Al Madrid se le hizo más costoso aguantar el tirón, aunque tuvo el marcador a tiro tras una contra con el punto final de Cristiano, cuyo disparo cruzado se fue por un palmo. Benítez refrescó al equipo con Cheryshev y Modric, pero no logró recuperar el mandato. Tras una hora para la victoria, el Madrid sintió a su enemigo en el cogote y no le quedó más remedio que achicar, que barrer y barrer delante de Keylor. Un final algo agónico para un duelo en el que la mayor parte del tiempo logró empequeñecer a un PSG más ilustre en la alineación que en el juego. Menos ilustre fue la del Madrid, lo que revaloriza su paso por la capital francesa.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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