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El Rayo amansa al Espanyol

Los de Jémez rompen la racha negativa de tres derrotas y vencen al equipo perico (3-0) con un ejercicio de fútbol coral

Javi Guerra celebra su segundo gol ante el Espanyol.
Javi Guerra celebra su segundo gol ante el Espanyol. JuanJo Martin (EFE)

En el campo solo hay un balón. Si no está en tu posesión, solo te queda correr detrás de él para recuperarlo. El Espanyol, ayer, no consiguió ni lo uno ni lo otro. Parecía que presenciara un espectáculo de prestidigitación en Vallecas. El Rayo Vallecano amansó al equipo perico a través del esférico. Uno, dos, tres, cuatro… pases y más pases para llegar a la portería rival. Paco Jémez planteó así el encuentro y sus jugadores hicieron caso al jefe, pese a que en algún lance criticara a sus pupilos que rifaran el balón.

El equipo madrileño volcaba el juego por las bandas. El Espanyol esperaba agazapado. Llegó a parapetarse hasta con cinco atrás cuando el Rayo se adentraba en su terreno de juego. Tanto, que cuando se quiso dar cuenta, estaba fuera del partido. La primera ocasión, cierto es, que fue para los visitantes con un remate de cabeza a bocajarro que entre Toño y el larguero evitaron que fuera gol. Pero no hubo más noticias del visitante.

Rayo, 3 - Espanyol, 0

Rayo: Toño; Tito, Llorente, Zé Castro, Rat; Baena, Trashorras; Lass (Bebé, m. 52), Jozabed, Ebert (Embarba, m. 56); Javi Guerra (Manucho, m. 82).

Espanyol: Pau; Arbilla, Álvaro, Roco, Fuentes; Cañas, Víctor Sánchez; Hernán Pérez (Burgui, m. 64), Asensio, V. Álvarez (Montañes, m. 64); Caicedo (Sylla, m. 80).

Goles: 1-0. M. 36. Trashorras (de penalti). 2-0. M. 75. Javi Guerra. 3-0. M. 78. Javi Guerra.

Árbitro: Prieto Iglesias. Expulsó por doble amarilla a Victor Sánchez y Tito. Amonestó a Zé Castro, Ebert y Roco.

Estadio de Vallecas. 10.480 espectadores.

Como un ejercicio de justicia poética ante el juego coral de los de Jémez, el primer tanto subió a través de las botas de Trashorras. Fue de penalti, pero no podía abrir el marcador otro que no fuera el cerebro del Rayo. El que decide cómo se juega y por dónde se juega.

El técnico del Espanyol, Sergio González, izó antes de tiempo la bandera blanca. Incluso antes de viajar a Madrid ya aseguró que era muy complicado ganar dos veces seguidas a domicilio. Tiene buenos peloteros a su disposición. Asensio, Hernán Pérez, Caicedo. Ni rastro ayer en Vallecas de ellos, al igual que del resto del equipo. Quiso reaccionar desde el banquillo con los cambios ante la falta de intensidad de los once que empezaron, pero solo le duró un minuto. Tiempo suficiente para quedarse con 10 por la expulsión de Víctor Sánchez y despedirse por completo de sacar algo positivo.

El Rayo siguió con su hoja de ruta. Balón y más balón. No se empachó pese a tener casi el 70% y Javi Guerra firmó un doblete. Para esto lo quiere Jémez. No basta con amansar al contrario si no se marcan goles. Y ahí aparece partido tras partido el ariete. El primero fue de killer, de nueve de área. Bebé le puso un centro raso en el área chica y Javi Guerra entró como un torbellino para marcar. El segundo fue, en cambio, de clase. Un disparo desde la frontal al que poco pudo objetar el portero rival, el joven Pau.

El Espanyol había birlado los tres puntos de Vallecas en las dos temporadas anteriores, pero hoy se quedó embelesado ante el Rayo. Tanto que ni de penalti fue capaz de sumar un tanto. Toño paró un penalti a Burgui cuando el partido moría hacia el final, ya en el descuento. Esto sirvió para que la afición lo aclamara, como hizo también con Javi Guerra y con todo su equipo. Los pericos sestearon y los madrileños volvieron a la senda de la victoria amansando a su rival.

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