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La fortuna sonríe al Eibar ante el Rayo

El conjunto de Mendilibar derrota con merecimiento a los vallecanos , que pagaron caro el autogol de Llorente

GORKA PÉREZ
Jozabed disputa la pelota con Dani García
Jozabed disputa la pelota con Dani GarcíaJuan Herrero (EFE)

La mala fortuna, la insistencia, esa especie de justicia popular que existe cuando una buena jugada acaba en gol aunque sea de rebote... Todo ello justificó la victoria del Eibar ante el Rayo, dos equipos iguales, con comportamientos diferentes y que, a pesar de sus notables similitudes, por el momento difieren en el tiempo de cocción. Más hechos los azulgrana, con Mendilibar dejándose la voz, algo más imprecisos los vallecanos, con Jémez dejándose la voz.

EIBAR, 1 - RAYO VALLECANO, 0

Eibar: Riesgo; Capa, Dos Santos, Pantic, Juncá; Verdi (Enrich, m. 59), Escalante; Dani García, Keko, Saúl Berjón (Inui, m. 75); Borja Bastón (Lillo, m. 88). No utilizados: Irureta, Ekiza, Eddy, Hajrovic.

Rayo Vallecano: Toño; Tito (Manucho, m. 69), Zé Castro, Llorente, Rat; Baena, Trashorras; Jozabed (Pablo Hernández, m. 53), Ebert (Lass, m. 65), Bebé; Javi Guerra. No utilizados: Carlos, Embarba, Dorado, Nacho.

Goles: 1-0. M. 20. Llorente, en propia puerta.

Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Ebert, Bebé, Sergi Enrich, Dani García, Javi Guerra.

5.353 espectadores en Ipurúa.

Un gol en propia puerta de Llorente, que envió un centro de Borja Bastón al fondo de su portería, desnortó al Rayo en el ecuador de la primera mitad, incapaz desde entonces de volver a calibrarse. Con un planteamiento atrevido, con la defensa adelantada y Toño jugando de libre, el conjunto vallecano no acertó a hacer eso que incordia tanto a sus rivales. No pudo convertir al Eibar en un equipo mareado en la pelea por encontrar el balón, pues los guipuzcoanos tienen pulmones de sobra para llegar antes de tiempo a todas partes. No escatima el Eibar en esfuerzos, pero tampoco se sostiene a partir de una fiereza física descontrolada. Da gusto ver como Keko, un jugador tan veloz como habilidoso, confía en que todas las jugadas de ataque merecen una carrera. Que no hay agujero del que no se pueda salir.

Tiene un buen socio el ex del Albacete en Borja Bastón, medio bien contenido por los centrales del Rayo, aunque siempre peligroso por su buen hacer con la pelota. Lo cierto es que ambos tuvieron una de esas oportunidades que resulta más complicado errar que acertar, fallando en un remate raso, sencillo, a puerta vacía, a escasos centímetros de la línea de gol. Ahí pudo acabarse el partido para el Rayo, que salvo por la potencia de Bebé en banda izquierda poco o nada pudo comprometer al Eibar. Ni Ebert ni Javi Guerra tuvieron peso en ataque, y Trashorras y su elegante pase quedaron diluidos entre las piernas de los jugadores del Eibar.

Algo más molesto resultó Manucho, que entró en lugar de Tito en la segunda mitad, más por su corpulencia que por otra cosa. El angoleño trató de dar sentido a una suerte de centros que llegaron al área sin demasiado éxito. Para un equipo como el Eibar resulta algo más sencillo centrarse en despejar por alto que agachar la espalda. Gran parte de su seguridad defensiva viene de ahí, de la comunión con un centro del campo entregado (Daní García y Escalante se llevaron medio césped de Ipurúa en sus medias) que se adapta a las necesidades del equipo.

Si bien el marcador pudo moverse en favor del Eibar (el japonés Inui dispuso de dos grandes oportunidades) no lo hizo y reflejó la superioridad local y la escasa fortuna del Rayo. Y en el fútbol, como en la vida, la suerte hay que ganársela.

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Sobre la firma

GORKA PÉREZ
Es redactor de la sección de Economía y está especializado en temas laborales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS. Antes trabajó en Cadena Ser. Es licenciado en Periodismo por la Universidad del País Vasco y Máster en Información Económica de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

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