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el que apaga la luz
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

¿Y si Rossi tuviera defensa?

Rossi, durante una rueda de prensa.
Rossi, durante una rueda de prensa.OLIVIA HARRIA (REUTERS)

A medida que pasan los días, Valentino Rossi comienza a abandonar su condición de criminal, mutación que se está produciendo al entrar en escena profesionales que nada tienen que ganar con lo ocurrido el pasado día 25 en el Gran Premio de Malasia, y que consideran que el comportamiento del piloto italiano, cuando se deshizo de Marc Márquez a patadas, con ser denunciable, no merece la lapidación sufrida. Del mismo modo opinan que la manera de actuar del corredor catalán fue, cuando menos, “extraña”. De Rossi, en los medios españoles se ha dicho de todo estos días. Y nada bueno. Lo más llamativo resulta ser la opinión de aquellos que han decidido despojarle de su condición de mito, cuya profesión, como es obvio, debe ser la de expendedor de carnés de mito. Incluso se ha llegado a escribir que no defender a Márquez, como ha hecho incluso un Rajoy siempre preocupado por los problemas que afectan al país, o lo que es lo mismo, no atacar a Valentino desde estos lares, desde un todos a una de lo más patriótico, supone dañar a la marca España, que a día de hoy debe estar ahí, ahí con la de Yibuti.

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En lo que todos los medios coinciden es en comparar la acción de Rossi con la de Zidane en la final del Mundial de 2006, de la que el futbolista francés fue expulsado por propinar un cabezazo al italiano Materazzi. Pero hay diferencias en el modo en que se trató una y otra información. Fue embestir Zidane a su rival y enseguida surgió la justificación: “Algo le habrá hecho Materazzi”. Y se elucubró sobre si le había mentado a la madre o a la hermana, diferencia que en otros deportes, como el fútbol, no es baladí, como se ha demostrado en el caso de Mascherano, jugador del Barça, en el que se ha debatido sin descanso sobre la consabida diferencia entre la concha de una madre y la de una hermana. El caso es que nadie en su sano juicio ha despojado de la condición de mito a Zidane por aquel suceso. Muy retorcido habría que ser. A Zidane se le recuerda por conseguir elevar el fútbol a la categoría de arte, por firmar el mejor gol que se ha visto en una final de la Copa de Europa y no por reyertas de tugurio. Como a Rossi se le recordará siempre, simple y llanamente, por ser el mejor piloto que han conocido los tiempos modernos.

El comportamiento de Márquez

Respecto a lo ocurrido en la carrera de Malasia, todo está visto, escuchado y escrito. Márquez decidió tocar las pelotas a Rossi y eso hizo. ¿Legítimo? Sí. ¿Edificante? No. Ralentizó su ritmo, que era mucho mayor que el del italiano, con el objetivo de encontrarse con este una y otra vez. Así las cosas, Rossi decidió acabar con él de la peor manera posible. ¿Legítimo? No. ¿Edificante? Tampoco. Uno de los jueces de la carrera, español para más señas, aseguró no entender la actitud de Márquez. Conocidos los hechos, múltiples analistas optaron por declarar la guerra y sacar los tanques a la calle contra Rossi, contra sus triunfos, contra su leyenda, el mito que ya no es, obviando no ya las razones que le llevaron a actuar de forma pseudodelictiva, sino el hecho de que este deporte, el motociclismo, lleva 20 años lucrando, y de qué manera, a una empresa privada (Dorna, la organizadora del Mundial), a distintas televisiones y a un puñado de pilotos imberbes y ríspidos gracias, en exclusiva, a un tal Valentino Rossi. Y echan mano de la más rancia moralina para sentenciar, en un tono dramático propio de una abuela siciliana, que menudo ejemplo este para los niños, mientras jalean a extraordinarios deportistas que en los ratos libres que les deja el fútbol defraudan a Hacienda. Son los mismos que consideran normal que Márquez corra como lo hace, al límite, con el cuchillo entre los dientes, sin importarle, como ha hecho en alguna ocasión, echar a un rival de la pista. Pero eso son cosas de la competición, argumentan. ¡Y viva España!

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