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Rubén Castro y Adán condenan a un Málaga sin gol

El delantero del Betis da alas a su equipo y define un derbi regional marcado por el miedo y un juego poco vistoso

Rafael Pineda
Rubén Castro, del Betis, supera a Kameni, del Málaga.
Rubén Castro, del Betis, supera a Kameni, del Málaga.Jorge Zapata (EFE)

Triunfo de oro del Betis. Un error de la defensa del Málaga, la buena anticipación de Varela y una definición estupenda de Rubén Castro propiciaron un gol de tremenda importancia para el equipo de Pepe Mel, que deja en una situación muy complicada al Málaga, que mereció, al menos, el empate. El derbi regional fue malo, muy malo, con dos equipos llenos de nervios, con mucho miedo en ambos a la hora de jugar al fútbol. Marcaron la diferencia dos futbolistas y los dos fueron del Betis. El primero, el portero Adán, que realizó tres paradas impresionantes que congelaron el ánimo del Málaga. El segundo, Rubén Castro, que se encontró con un balón en ventaja y marcó como los grandes delanteros de la Liga. No pasa el tiempo para Rubén, un goleador que, como Aduriz, parece mejorar con el transcurrir de los años.

MÁLAGA, 0 - BETIS, 1

Málaga: Kameni; Rosales, Albentosa, Weligton, Boka; Recio (Cop, m. 70), Tissone; Duda, Tighadouini (Mastour, m. 85), Juankar (Horta, m. 77); y Charles. No utilizados: Ochoa; Angeleri, Espinho y Fornals.

Betis: Adán; Piccini, Bruno, Westermann, Varela; Digard (Xavi Torres, m. 46), Petros; Cejudo (Molinero, m. 85), Van der Vaart (Dani Ceballos, m. 66), Joaquín; y Rubén Castro. No utilizados: Dani Giménez; Pezzella, Portillo y Van Wolfswinkel.

Goles: 0-1. M. 64. Rubén Castro.

Árbitro: Prieto Iglesias. Amonestó a Bruno, Cejudo, Angeleri, Piccini, Charles, Varela y Van Wolfswinkel.

La Rosaleda. Unos 22.000 espectadores.

El Málaga lo intentó siempre. No tiene gol. Y un equipo lleno de bajas (Camacho, Amrabat, Santa Cruz, Miguel Torres…). Las dudas se ciernen sobre el proyecto que encabeza Javi Gracia, que no puede hacer milagros todos los años. El Betis, a seis puntos del descenso, respira tranquilo, aunque las sensaciones que transmite no acaban de ser buenas.

Ni Málaga ni Betis andan en su mejor momento. Su tránsito por esta Liga es irregular, con los nervios atenazando su juego. El Málaga es intenso, pero tiene enormes problemas en ataque. No llega ni tiene claridad en campo contrario. El Betis tiene a Rubén Castro, un gran delantero, y un buen portero, Adán. Con esos dos talentos sobrevive como puede en esta Liga de los pobres. De vez en cuando, aparece Joaquín para poner alguna nota de calidad. El resto de sus hombres juegan con honradez, aunque rara vez hacen algo distinto, que pueda distinguirlos. También se alinea Van der Vaart. Un futbolista que no puede luchar contra el tiempo, sin ritmo para desbordar en Primera, al trote del futbolista veterano de categoría inferior. Es una pena ver al holandés, que llegó a jugar en el Madrid y a defender la camiseta de Holanda en Eurocopas y Mundiales.

Fue Adán el que salvó al Betis en una primera parte muy pobre de los verdiblancos. Mel introdujo hasta seis cambios en la alineación inicial con respecto al choque frente al Athletic. Muchos de ellos, caso de Digard, Petros o el citado Van der Vaart, son fichajes destinados a reforzar lo que había. Del dicho al hecho corre un largo trecho. El Málaga gozó de las mejores ocasiones aprovechando la debilidad del Betis, que defendió mal y no supo tener el balón. Adán estuvo soberbio ante dos clarísimas ocasiones de Juankar, antiguo futbolista bético. La segunda parada, en el minuto 32, fue, sencillamente, espectacular. Juankar le pegó con el alma y el portero del Betis tapó de forma increíble su disparo al borde del área pequeña.

Los de Mel, superados en el centro del campo ante la incapacidad de Petros y Digard, solo llegaron en una clara ocasión de Rubén Castro. El canario, extrañamente, no supo aprovechar el excelente centro de Joaquín al segundo palo. No colocó bien la cabeza el goleador, rematando alto con todo a favor. Luego se redimió.

La entrada de Xavi Torres le dio algo de prestancia al Betis, que no sufrió demasiado el acoso del Málaga. Con el partido plano, Weligton y Angeleri se hicieron un lío en la salida del balón. Varela se anticipó y su toque, en principio inocuo, dejó solo a Rubén Castro, que se internó y marcó con absoluta facilidad. Demasiado premio para un Betis ramplón. Los de Mel se metieron atrás a defender como un tesoro los tres puntos. Cuando Westermann o Xavi Torres no se imponían (lamentable el partido de Piccini), surgió la figura imponente de Adán, que realizó un paradón escalofriante a remate de Charles. El Málaga desaprovechó un millón de faltas y el Betis, con oficio y algo de fortuna, se llevó para Sevilla un triunfo de oro.

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