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Messi y Benzema definen la ecuación

Marcelo tendría menos cancha en ataque si juega el argentino y, de hacerlo el francés, Alves se las vería de nuevo con Cristiano Ronaldo

Jordi Quixano
Messi, en el entrenamiento de anoche.
Messi, en el entrenamiento de anoche.ALBERT GEA (REUTERS)

La trascendencia de Messi sobre el césped se explica por sí sola porque no hay un jugador más pragmático en el fútbol que él, que con la pelota en los pies siempre tiene la portería rival en el entrecejo, no le sobran apenas regates y encuentra la rampa hacia el gol como nadie. Su presencia de inicio o no en el clásico, además, puede cambiar la ecuación del Madrid, toda vez que la fórmula de Luis Enrique, por más que varíe sus piezas, parece inmutable. Lo mismo ocurre con Benzema, que de ocupar la zona de remate alterará la posición de Cristiano Ronaldo y, de paso, reconfigurará a su equipo.

Con el 10 azulgrana en el Bernabéu, el Barcelona podrá recuperar la idea de instalar la sala de máquinas en el flanco derecho y en campo contrario, desde donde parte Messi hacia dentro para ejecutar el pase concluyente a la banda opuesta o para finalizar la jugada. La persistencia de enlazar con Messi repercutiría en Marcelo (la llave del Madrid en los últimos encuentros por sus carreras y llegadas sorpresivas), que supuestamente debería ensamblarse en su guarida para echarle el lazo –con ayuda del central más cercano- y luchar contra su alma de carrilero al más puro estilo brasileño, feliz en casa ajena aunque un tanto incómodo en la suya. Es por eso que se presupone que si no comparece Messi, sea Sergi Roberto el que ocupe la plaza de extremo derecho, jugador más acostumbrado a la brega y al ejercicio defensivo –ya ha jugado de lateral derecho en varias ocasiones en este curos-, el mejor de los pegamentos para una banda que puede ser todo un quebradero de cabeza para Alves. Y ahí entra la figura de Benzema.

Si el delantero francés sale de inicio, Ronaldo regresaría al costado izquierdo. Ahí se mediría con un Alves que en los últimos clásicos ha funcionado mejor pasada la medular que cobijando su portería; y ahí se expresa con más rotundidad que en el frente de ataque porque tiene metros y campo para correr, también espacio y un segundo de más para controlar y girarse. Ocurre, en cualquier caso, que esas estrecheces –probables si el Madrid juega retrasado y de la mano de Keylor Navas- no contrarían a Luis Suárez en el área rival, futbolista que no atiende a las tácticas ni a los efectos dominós, sino que persigue cada pelota como si fuera la última; todo un general del balón que conquista parcelas y goles que en el Bernabéu, como en todas partes, podrían ser definitivos.

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