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El Deportivo somete al Celta

El equipo coruñés se lleva con justicia el derbi gallego ante un rival que cae a domicilio por primera vez en la temporada

Lucas Pérez celebra su gol ante el Celta.
Lucas Pérez celebra su gol ante el Celta.Cabalar (EFE)

Fue un derbi generoso, como suelen ser todos, intenso, ya se sabe. Pasional y con instantes que se grabarán en el disco duro del fútbol gallego, que ha vuelto. Tras unos años de atonía, de deudas, impagos y procesos concursales el trabajo bien hecho empieza a dar frutos. Celta y Deportivo vuelven a jugar entre los grandes, a deparar citas memorables. En esta ganaron los coruñeses, superiores a un oponente que no dio su acostumbrado nivel, maniatado. Fue la primera derrota del Celta lejos de Balaídos, justamente allí donde más duele a su gente. A tres puntos del que hace un mes era el equipo de moda ya está el Deportivo y eso es una alerta de que están muy arriba.

Deportivo, 2 - Celta, 0

Deportivo: Lux; Juanfran (Jonás, m. 78), Arribas, Sidnei, Navarro; Cani (Fayçal Fajr, m. 67), Álex Bergantiños, Mosquera, Luisinho; Lucas Pérez y Jonathan Rodríguez (Laure, m. 73). No utilizados: Manu Fernández, Lopo, Fede Cartabia y Oriol Riera.

Celta: Seri Álvarez; Hugo Mallo, Sergi Gómez, Fontàs (Planas, m. 57), Jonny; Wass, Augusto Fernández, Hernández (Guidetti, m. 71); Orellana, Iago Aspas y Nolito. No utilizados: Rubén Blanco, Borja Fernández, Madinda, Bongonda y Señé.

Árbitro: Álvarez Izquierdo. Amonestó a Lucas Pérez, Lux, Mosquera, Luisinho, Juanfran, Hernández, Jonny y Nolito.

Goles: 1-0, m. 22. Lucas Pérez; 2-0, m. 90, Jonny, en propia puerta.

Riazor. 30.666 espectadores.

Hubo un clímax mediada la primera parte, uno de esos episodios que se recordarán en años venideros, porque lo que tienen los derbis es que dan para literatura y debate durante mucho tiempo. Marcó el Deportivo y erró un penalti el Celta para que Riazor entrase en ebullición. Fue un momento que resumió todo lo que había sucedido en el inicio del partido en el que nada fue como se aguardaba. Se esperaba un Celta mandón y al Deportivo a la espera lanzando contras, pero la pelota rodó en diferente sentido porque el equipo de Berizzo no encontró su tono, no ajustó su habitual presión, no tuvo la pelota incomodado por un rival que le apretó, que sufrió un susto por un error inicial de Arribas que Nolito dejó pasar, pero que hizo del esfuerzo virtud, azuzado por hombres nada habituales en las alineaciones. En el diseño de partido de Sánchez del Amo hubo espacio para cuatro futbolistas que apenas tuvieron minutos. Entraron Cani, Álex Bergantiños, Jonathan Rodríguez y Luisinho para darle la razón al entrenador madrileño: en el Deportivo casi todas sus piezas son intercambiables.

En el Celta no hay tanta profundidad de banquillo y en ese detalle puede encontrarse alguna explicación a que el equipo apunte fases de derrumbe, sometido al ingente esfuerzo que le pide su entrenador. Quizás haya más talento sobre todo en ataque, pero en Riazor no apareció. Nolito siempre estuvo incómodo, no encontró su mejor versión y fracasó desde los once metros ante Lux. Aspas pasó de puntillas en el escenario que más anhela someter y apenas engatilló su primer disparo a puerta en el minuto 85. Orellana trató de generar sus habituales desastres en las zagas rivales cuando deja su espacio original en la derecha y circula lejos de los radares, pero en esta ocasión fue indetectable para sus compañeros y además cuando tuvo la pelota en los pies le abandonó su habitual finura. El mediocampo no acompañó, la zaga estuvo insegura, dubitativa ante las carreras de Lucas y Jonathan. El Celta que no perdía lejos de Balaídos se achantó justo allí donde más disfruta de las victorias. Y cayó con justicia.

Ganó el Deportivo, que llegó puntual al partido, intenso, bregador, atento a buscar los espacios y explotarlos, dirigido por un Mosquera imperial, acertado en todas sus decisiones con el balón, fajador también en defensa. Marcaron los blanquiazules en una de esas jugadas que definen los derbis, un gol atropellado al límite del fuera de juego en el que Cani, Álex Bergantiños y Lucas Pérez profanaron lo que debería ser más sagrado de un equipo, la cabeza de su área. Por ahí abrió un agujero el Celta para ceder. Tuvo el empate casi de inmediato, pero apareció el Lux más felino tras un penalti innecesario cometido por Navarro. Y el Deportivo, en construcción como está, tiene una virtud, la de ser el equipo que menos remates concede del campeonato. Ni siquiera este Celta tan industrioso en ataque encontró resquicio.

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Se acomodó el Deportivo con el gol a favor, no cayó en la tentación, que otras veces le dañó, de cerrarse y abandonarse al balón largo a los delanteros. Lo buscó, pero con las líneas más juntas, con más soluciones tras recuperar el balón. Y jamás perdió la fiereza en los duelos individuales. El mérito del equipo coruñés fue llevar el partido hacia donde más le convenía, cerrarse bien y golpear. Lo pudo hacer Jonathan en un remate que sacó Sergio Álvarez con los pies, o Juanfran en un zapatazo que se estrelló en el palo. No hubo más noticias de Lux y ese detalle retrató al Celta, que empujó con espesura y se encontró con la sentencia sobre el descuento con un gol en propia meta de Jonny, su mejor zaguero.

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