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Los niños alegran al Barça en Japón

Un total de 226 chicos de la escuela azulgrana en Tokyo acuden al primer entrenamiento abierto de la temporada

Jordi Quixano
Messi y Suárez, en el primer entrenamiento del Barcelona en Japón.
Messi y Suárez, en el primer entrenamiento del Barcelona en Japón.TORU YAMANAKA (AFP)

Unas 500 personas se acercaron al estadio Mitsuzawa de Yokohama, donde el Barcelona ha escogido entrenarse a la espera de competir en el Mundial de Clubes –en semifinales, el día 16, lo hará ante el Guangzhou chino, que eliminó con cierta sorpresa al América de México–, en el glamuroso Nissan Stadium. Todo un campo multiusos, porque en la tarde de ayer también acogió clases escolares para niños pequeños, lecciones en la piscina para quien quisiera y el improvisado punto de acreditaciones de la FIFA para los medios de comunicación.

La llegada en autobús de los jugadores azulgrana al barrio de Mitsuzawa no vino acompañada de gritos e histerias sino que existió un respeto reverencial, si acaso aplausos. Hasta que los 226 niños y niñas (en total son 246) de seis a 12 años de la escuela del Barcelona en Tokio ocuparon las gradas, todos sonrientes y emocionados, una buena algarabía cuando les enfocaban las cámaras de televisión. “Es una gran experiencia para ellos”, señaló Andreu Cerarols, el director técnico que lleva cuatro meses en Japón, la mitad de tiempo desde que se inaugurara la escuela; “no es normal que estén tan agitados, porque son tímidos, pero hoy es un día especial”.

Son muy disciplinados y jugando son como robots, pero han mejorado bastante” Andreu Cerarols, director de la escuela del Barcelona en Tokio

El viaje fue largo para la expedición del Barça y su directiva –no estaban el presidente Bartomeu ni el vicepresidente Arroyo, que se fueron a Qatar a negociar con el patrocinador, Qatar Airways–, con 13 horas de vuelo. La anécdota, en cualquier caso, llegó desde la megafonía del avión, cuando se anunció que el Madrid había perdido con el Villarreal para alborozo de los pasajeros. Alojados en el hotel Royal Park, los jugadores tomaron un pequeño descanso antes de un entrenamiento que, como novedad, fue abierto; la primera ocasión de la temporada. Y allí disfrutaron los pequeños de la escuela del Barça. “Son muy disciplinados y jugando son como robots”, cuenta Cerarols; “pero han mejorado bastante”. Resulta que pueden ir de uno a tres días por semana a los entrenamientos –dos normales y uno de tecnificación-, y pagan un buen dinero por ello. “No somos baratos, no”, explica Andreu. Pero el día les valió la pena, como a un pequeño que se arrancó a cantar el himno azulgrana al tiempo que los directivos de la entidad grababan la escena con sus móviles y acompañaban con los gritos de “¡Barça, Barça, Baaaarça!”.

“Son todos de Messi”, señaló Cerarols. Por eso, cuando Leo apareció sobre el césped, aplaudieron y gritaron en busca de un saludo que no tardó en llegar. Lo mismo que la mayoría de los futbolistas, atentos con la simpatía que destilaba el grupo de chiquillos. Les faltó Neymar, que al igual que Douglas no se entrenó con el resto del grupo. La sesión se inició con rondos y después los que empataron ante el Deportivo hicieron un calentamiento y recuperación al tiempo que los suplentes y demás completaron ejercicios de posesión y un pequeño circuito físico. Poca cosa. Más tarde, salió Busquets, obligado por la FIFA a atender a los medios para dar sus tres primeras impresiones de la ciudad y el torneo: “Cuesta mucho llegar hasta aquí, por lo que lo tomamos con muchas ganas”, reflexionó. Por entonces, los niños ya se habían vuelto a Tokio.

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