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Augusto: “En Argentina no salen volantes porque el fútbol está muy loco”

El centrocampista del Celta, pretendido por el Atlético, es uno de los jugadores revelación de la Liga y un producto cada vez más infrecuente del fútbol argentino

Diego Torres
Augusto Fernández en uno de los campos de A Madroa.
Augusto Fernández en uno de los campos de A Madroa.L. R. Villar (EL PAÍS)

No es extraño que Diego Simeone quiera fichar a Augusto Matías Fernández (Pergamino, provincia de Buenos Aires, 1986). Escuchándole hablar, resulta evidente que, como El Cholo en su época, El Negro pertenece a la cada vez más reducida estirpe de los centrocampistas argentinos que gustan de pensar el juego tanto como practicarlo. Si el Celta pierde a este mediocentro en el mercado invernal se desprenderá de algo más que un excelente jugador. Augusto es el primer intérprete del manual de Berizzo.

Pregunta. ¿Por qué ya no hay tantos volantes como usted en Argentina?

Respuesta. Yo creo que sí hay. Hay cantidad y calidad. Lo que pasa es que hoy se habla mucho de táctica… Los chicos se vienen de tan pequeños a Europa que no se pueden adaptar y cuando regresan a Argentina caen muchísimo. Nunca maduran. Se convierten en jugadores normales, incapaces de levantarse del golpe.

P. ¿Pero dónde están los jugadores que sepan interpretar lo que pasa en el partido, darle un tiempo a las jugadas, poner la pausa…?

R. El fútbol argentino está muy loco. Esa locura hace que todo sea ganar o ganar. El entorno reclama ganar los partidos como sea. La idea y la forma son marginales. El jugador va incorporando esta vorágine. Y ante la opción de arriesgar para jugar una pelota bien jugada y la opción de tirarla arriba por el miedo a perder, elige la segunda. Eso hace que no se puedan asentar. Hay jugadores jóvenes con condiciones pero no las pueden explotar. Kranevitter tiene mucha proyección, Cubas en Boca también… Cuanto más se animen a sacar ese potencial y menos se contagien de la locura mejor va a ser para todos. A veces es difícil aislarse.

P. ¿Cuándo jugó de mediocentro por primera vez?

R. Empecé con Passarella en River. Algunas veces me ponía como doble cinco, siendo el que más me soltaba de los mediocentros, en una línea de cuatro.

P. ¿No es especialmente difícil poner la pausa en equipos como el Celta, en donde la presión constante conduce a la precipitación?

R. La naturaleza de nuestros jugadores no se puede cambiar. Soy yo quien tiene la responsabilidad de darle un respiro al equipo cuando corresponde. Porque por la dinámica con que jugamos nosotros, cuanto más frialdad tengas a la hora de leer el juego para saber cuándo ir y cuándo no, mejor. Con la explosión y el desborde que tenemos arriba, atacar es una tentación constante. Hay que ser frío. Pero una vez que la pelota llega arriba el ímpetu y la ambición que tienen nuestros delanteros hace que a veces sea difícil que den la vuelta. Quieren terminar la jugada. Eso te puede hacer perder el balón, te arriesgas al contragolpe, y tienes que saber que Nolito y Orellana son los que deben seguir a los laterales rivales cuando nos atacan, mientras Aspas tiene que tapar a los dos centrales. Supone un desgaste físico terrible. Cuando decidimos acelerar debemos considerarlo. Hay que vigilar que tengamos energía para volver. Hay que elegir el momento. A veces es bueno bajar el ritmo del partido.

P. Usted en el Celta comenzó de extremo. ¿Cómo fue su metamorfosis?

R. Jugué mi primera temporada por afuera, por la línea, que es como lo venía haciendo en Vélez. Los primeros tres meses me costaron pero me adapté muy bien y convertí seis goles que fueron muy importantes para mantenernos en Primera. Y en la siguiente temporada llegó Luis Enrique y me empezó a alternar entre la línea y el medio.

P. ¿Qué le pedía Luis Enrique?

Luis Enrique buscaba más estructura que Berizzo, más orden en el ataque y a veces más especulación en defensa

R. Le gustaba jugar con interiores dinámicos que lleguen al vacío desde la segunda línea. Él veía que yo tenía capacidad para llegar y le gustaba mucho el cruce entre el extremo y el interior por la derecha. Que invirtieran los roles. Rafinha jugaba muchas veces por la derecha, y al ser zurdo se venía para adentro, y yo desde adentro terminaba en una posición de extremo. El cambio comenzó así. Posicional desde un comienzo para cambiar durante el partido. Y cuando vino Berizzo yo tuve una lesión con la selección. No había hecho pretemporada por el Mundial. Me costó arrancar y el equipo entró en una racha muy adversa de diez partidos sin ganar. Regresé en febrero de 2015. Jugamos contra el Córdoba en Balaídos y Berizzo decidió ponerme como pivote defensivo. Perdiendo diez partidos seguidos otro entrenador quizás habría cambiado. Berizzo nunca especuló. Nunca cambió de idea. Y salimos a flote así.

P. Conceptualmente, el puesto del extremo es muy distinto del de mediocentro. Pasó de jugar en 180 grados a hacerlo en 360.

R. Pero me gustó. Es un puesto acorde al momento de mi carrera, ya con 29 años, con la edad y con la experiencia que tengo. Demanda mucha responsabilidad sin balón, porque del mediocentro depende el equilibrio del equipo, y con balón porque eres el que tiene que dar el primer pase, la salida limpia para que la profundidad que tenemos arriba sea bien explotada.

P. ¿Corre más o menos que en la banda?

R. En el medio son movimientos más cortos pero más dinámicos. En la banda se hacen más metros con más intermitencia. En el medio el movimiento es constante, más en la forma en que jugamos nosotros. Son movimientos muy explosivos y constantes. En la banda son más largos pero hay más tiempo de descanso porque cuando el balón está en el otro lado puedes cerrar y regular. En el medio no hay respiro.

P. En el medio cambia hasta la técnica de carrera. Se talona más, se hacen carreras laterales…

R. Nosotros no hacemos tantos movimientos zonales porque en el Celta jugamos hombre a hombre. Lo que yo corro lo decide el rival que marco. Si  jugáramos en zona yo me limitaría a abarcar una zona. Al tener que hacer un marcaje me muevo donde va mi hombre. Son duelos. Mientras más duelos ganamos en un partido, y más en el mediocampo, más fuertes nos hacemos.

P. ¿Qué jugador le hizo correr más?

Nuestro modelo entraña dos riesgos: presionar arriba y marcar al hombre. Lo asumimos porque nos da beneficios

R. Muniain. Me costó porque no me dio referencias. Se iba a la banda, volvía al medio…

P. ¿Qué pasa cuando su hombre se va al lateral?

R. Si nuestro lateral se queda con su hombre en la banda yo tengo que seguir a mi hombre. Si el rival que está en la banda con nuestro lateral se viene al medio y mi hombre se va a la banda, si hay tiempo, cambiamos de hombre. Si no hay tiempo seguimos hombre a hombre.

P. ¿Cómo evita dejar un agujero en el medio y desproteger a los centrales?

R. Generalmente, el mediocentro cuida su posición de un modo más zonal. Pero con Berizzo hay que jugar mano a mano. La ventaja es que aun perdiendo, si respetamos nuestras maneras, somos muy difíciles. El rival sabe que siempre tendrá un hombre constantemente atrás marcándolo y que no lo va a dejar girar fácilmente. Ante cualquier error del rival estas ahí para quitarle la pelota y salir.

P. ¿Defender es una vocación o un sacrificio?

R. Nosotros nos sentimos cómodos así, presionando. Nolito y Orellana también. A mí cuando era extremo me gustaba ir a quitar balones. Me gustaba el roce, el choque, quitársela al rival. A veces pecaba de exceso de agresividad. Con tanto impulso, muchas veces quedaba pagando. Intento ir corrigiendo ese ímpetu porque estoy en una posición más expuesta. Si me pasan se enfrentan en superioridad con los centrales.

P. Parte del éxito del Celta ante el Barcelona fue su duelo con Iniesta. Usted le quitó muchos balones. ¿Cómo se enfrenta ante un jugador que conduce con esa precisión y utiliza tan bien el cuerpo?

Cuando juegas al hombre los partidos se convierten en once duelos. Si uno solo pierde su duelo todo el equipo se descompensa

R. Hay que tomar una decisión. O dejas pensar a Iniesta y le das tiempo o lo encimas. Si lo dejas, corres el riesgo de permitirle manejar la pelota cuando sabes que utiliza muy bien los tiempos. Elegí la que más me gusta a mí que es estar encima. Porque si le das espacios te liquida. Preferí ser molesto. Vas a perder algunas veces, pero a la hora de recuperar me tengo mucha fe.

P. Hay mediocentros con vértigo: prefieren no ser los que reciben el primer pase de los centrales por miedo a que los presionen y les quiten la pelota. Se esconden y aparecen cuando hay que defender. ¿Cómo se gestiona ese apoyo a los defensas?

R. La idea es siempre recibir perfilado para que no te sorprendan. Es clave la comunicación con los centrales. Y el deseo de arriesgar. Estás en una posición en la que te pueden agarrar saliendo con todo el equipo. Es una responsabilidad que me gusta. Perderé pelotas pero las voy a seguir pidiendo. Además, en el Celta los centrales no se abren tanto como en otros equipos. La estructura, ese triángulo que hacemos, está más marcada. No nos dispersamos tanto.

P. Usted suele jugar de primera para Nolito o para Orellana. ¿Cómo los encuentra?

R. Es el valor que tiene mantener la base de un equipo. Que trabajas siempre sobre una misma idea con los mismos compañeros. A Orellana le gusta tanto recibir afuera como tirarse al medio y recibir a la espalda de los pivotes. Nolito disfruta más recibiendo afuera. Mientras más mano a mano esté con el lateral, mejor para él. Porque tiene una gambeta y un disparo tan rápido que es impresionante. Orellana no le da referencias al lateral porque cambia y además tiene muy buen regate.

P. ¿Cuál es la diferencia fundamental entre Luis Enrique y Berizzo?

R. Las propuestas son similares. A los dos les gusta el protagonismo independientemente del rival que tengan enfrente. Con Berizzo presionamos en todas las canchas por igual. Salimos a apretar arriba. Nunca especulamos. Luis Enrique estudiaba mucho al rival y había partidos en los que decidía que hiciéramos una presión en zona media o baja. Pero a la hora de tener el balón los dos piden lo mismo: agresividad y dinámica. Con los laterales atacando, con los interiores llegando… Luis Enrique buscaba más estructura, más orden en el ataque y a veces más especulación en defensa. Ahora nosotros tenemos una forma definida que intentamos practicar invariablemente: Berizzo es más amigo del cambio en los ataques, de que el extremo por derecha se tire al medio, por ejemplo. Eso por momentos desordena y no le da referencias al oponente.

Nosotros nos sentimos cómodos presionando. Nolito y Orellana también. A mí cuando era extremo me gustaba ir a quitar balones. Me gustaba el roce, el choque

P. El Celta juega a desordenarse para desordenar al rival, pero vive al límite del desequilibrio defensivo. ¿El desorden se entrena?

R. Si atacas con los dos laterales y pretendes que tus interiores sorprendan desde atrás, el equipo rival te va a seguir. La misión de nuestros interiores es llegar y regresar lo más rápidamente posible. Que vuelvan los volantes es clave para ayudarnos a los dos centrales y a mí a aguantar. Generalmente los equipos dejan uno o dos jugadores arriba y tienes que estar atento a ellos. La clave es la vuelta. Porque si pierdes la pelota arriba y te salen rápido debes recuperar la estructura. Nuestra solidez depende de salir rápido y volver rápido. En nuestra manera de jugar los primeros en atacar somos los defensores y los mediocampistas, y a la hora de defender la primera línea es fundamental.

P. ¿En qué punto deciden el repliegue?

R. La filosofía es jugar mano a mano. Son duelos. Y cuando uno pierde su duelo todo el equipo se descompensa. Cuando vamos a presionar y uno de los que presiona pierde su duelo, y el rival sale limpio, ahí nosotros tenemos que reorganizarnos y juntarnos. Abandonamos el duelo hasta que ese hombre que perdió vuelva a la posición. Y una vez que nos hemos reordenado volvemos a presionar. Sin tirar el fuera de juego.

P. Muchas veces se le ve solo con los centrales conteniendo a todo el equipo, contra tres, cuatro o cinco contrarios. Muchos entrenadores verían esto con espanto.

R. Nuestro modelo entraña dos riesgos añadidos: presionar arriba y marcar al hombre. Otros equipos juegan con dos líneas de cuatro inamovibles durante todo el partido, o emplean el mismo sistema nuestro pero especulando más, marcando en zona y brindando más comodidad a los centrales y al mediocentro porque se mueven en un espacio muy concreto, van a un costado o al otro y solo deben estar pendientes de los relevos. Tiene más estructura defensiva y más seguridad. En nuestro modo de defender lo lógico es que los centrales y yo nos quedemos expuestos. Lo asumimos porque nos da beneficios.

P. ¿A qué dedican más tiempo en los entrenamientos?

R. Básicamente al trabajo con balón. Y con mucha intensidad. Lo que más practican los atacantes son los cruces, las combinaciones y la finalización. Y los medios y los defensas hacemos hincapié en la salida del balón.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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